lunes, 30 de noviembre de 2015

noviembre 30, 2015
BANGUI / ROMA, 30 de noviembre.- Hoy fue la última jornada del viaje apostólico del Santo Padre Francisco en África donde destacó su mensaje contra la violencia que usa el nombre de Dios.

A las ocho de la mañana sostuvo un encuentro con la Comunidad musulmana en la mezquita central de Koudoukou, en Bangui, República Centroafricana.

A las nueve y media celebró la Santa Misa en el Estadio del Complejo deportivo Barthélémy Boganda.

A las doce se efectuó la ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional “M’Poko” de Bangui, de donde salió el avión hacia Roma, adonde llegó poco después de las seis de la tarde (hora local). Durante el vuelo de regreso, el Papa contestó a varias preguntas de los reporteros, como acostumbra.

Pocos se imaginaban que lo habría logrado. En cambio, Papa Francisco lo logró. Entró a la mezquita central de Koudoukou, en Bangui, que se encuentra en el famoso barrio «Km5», en donde hay una línea divisoria para marcar la zona de los musulmanes de la de los cristianos. (AFP)

En el encuentro con la comunidad musulmana, en la Mezquita central de Koudoukou, el Papa Francisco volvió hacer un llamado a reconocer que “todos somos hermanos”  y rechazar la violencia, en esta ocasión, entre musulmanes y cristianos. Por ello afirmó que todo creyente en Dios debe ser un hombre de paz.

 “Cristianos y musulmanes somos hermanos. Tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales. Sabemos bien que los últimos sucesos y la violencia que ha golpeado su país no tenía un fundamento precisamente religioso”.

“Quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz”, aseguró el Papa.

Francisco reconoció que “cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales, han vivido juntos pacíficamente durante muchos años”. Por eso “tenemos que permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios y, en el fondo, tiene como objetivo la defensa a ultranza de intereses particulares, en perjuicio del bien común”.

“Juntos digamos ‘no’ al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam”.



El Papa deseó que las próximas elecciones nacionales en el país sepan unir a la población “convirtiéndose en símbolos de la unidad de la nación, más que en representantes de una facción”.

“Los animo vivamente a trabajar para que su país sea una casa acogedora para todos sus hijos, sin distinción de etnia, adscripción política o confesión religiosa”, dijo Francisco.

La misa en el Estadio Deportivo Barthélémy Boganda de Bangui

el Papa Francisco hizo hoy un fuerte llamado a la evangelización y a ir de la mano con Cristo y cambiar el ffuturo del país. Fue el último acto del Pontífice en Centroafrica antes de regresar a Roma.

“La vida eterna no es una ilusión”, afirmó en la homilía que pronunció ante miles de centroafricanos que participaron en la celebración. “En todo esto, Cristo resucitado nos toma de la mano y nos lleva a seguirlo”, subrayó después.

El Santo Padre les pidió mirar al futuro y decidirse “con determinación a abrir una nueva etapa en la historia cristiana de su País, a lanzarse hacia nuevos horizontes, a ir mar adentro, a aguas profundas”.

También invitó a dar gracias a Dios “por su presencia y por la fuerza que nos comunica en nuestra vida diaria, cuando experimentamos el sufrimiento físico o moral, la pena, el luto; por los gestos de solidaridad y de generosidad que nos ayuda a realizar; por las alegrías y el amor que hace resplandecer en nuestras familias, en nuestras comunidades, a pesar de la miseria, la violencia que, a veces, nos rodea o del miedo al futuro; por el deseo que pone en nuestras almas de querer tejer lazos de amistad, de dialogar con el que es diferente, de perdonar al que nos ha hecho daño, de comprometernos a construir una sociedad más justa y fraterna en la que ninguno se sienta abandonado”.

El Papa pidió que todos ser maravillen de la labor misionera que llevó por vez primera la alegría del Evangelio a esa nación y aseguró que “es bueno, sobre todo en tiempos difíciles, cuando abundan las pruebas y los sufrimientos, cuando el futuro es incierto y nos sentimos cansados, con miedo de no poder más, reunirse alrededor del Señor, como hacemos hoy, para gozar de su presencia, de su vida nueva y de la salvación que nos propone, como esa otra orilla hacia la que debemos dirigirnos”.

La mirada puesta en la vida eterna “ha fortalecido siempre el ánimo de los cristianos, de los más pobres, de los más pequeños, en su peregrinación terrena”.

Pero esa “es una realidad que transforma ya desde ahora nuestra vida presente y el mundo en que vivimos”.

El Papa exhortó además a romper con el “hombre viejo”, con el “hombre pecador, siempre inclinado a ceder a la tentación del demonio –y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos momentos de conflicto, de odio y de guerra–, que lo lleva al egoísmo, a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación de los más débiles”.

“Sabemos también que a nuestras comunidades cristianas, llamadas a la santidad, les queda todavía un largo camino por recorrer”, dijo Francisco.

En esta situación, “cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca”.

En la última parte de la homilía, Francisco habló de la necesidad de nuevos mensajeros que sean “más generosos, más alegres, más santos”. “Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo”.

El Papa recordó que Cristo “ha resucitado de entre los muertos” y por eso “desde entonces, las dificultades y sufrimientos que padecemos son ocasiones que nos abren a un futuro nuevo, si nos adherimos a su Persona”.

Al final de la Misa quiso dirigir un saludo especial al Patriarca Bartolomeo I, Patriarca de Constantinopla: "Antes de dar la bendición, en esta Fiesta de San Andrés, desde aquí, desde el corazón de África, quisiera dirigirme a mi queridísimo hermano Bartolomeo, Patriarca Ecuménico. Le hago deseos de felicidad, fraternidad y pido al Señor que bendiga nuestras Iglesias hermanas".

El Papa Francisco se encuentra ya en el avión de regreso que le lleva a Roma después del viaje de seis días que ha realizado en África, desde el pasado 25 de noviembre. En su primera Visita Apostólica a este continente acudió a Kenia, Uganda y por último a la República Centroafricana, desde cuya capital, Bangui, emprendió el regreso. De hecho, ya está en Roma, donde son las ocho de la noche.

El avión en el que viajó el pontífice, un Airbus A330 de la compañía Alitalia, aterrizó en el aeropuerto romano de Ciampino a las 18.32 hora local (17.32 GMT).

Antes de abandonar el continente africano Jorge Bergoglio recordó en Twitter que "los cristianos y musulmanes somos hermanos y tenemos que comportarnos como tales".

La última etapa, la de la República Centroafricana, fue considerada como de alto riesgo por los servicios secretos de Francia ya que este país vive graves situaciones de violencia, como el grave enfrentamiento entre cristianos y musulmanes.

No obstante, el papa decidió no suspender su visita a este país y colocó a su capital, Bangui, como "centro espiritual del mundo" al abrir con sus manos la Puerta Santa de la catedral de la capital, gesto con el que tradicionalmente comienzan los Años Santos.

De este modo el pontífice anticipó el comienzo del Jubileo que ha convocado sobre el tema de la misericordia y que tendrá su comienzo oficial el próximo 8 de diciembre, cuando abra la Puerta Santa del Vaticano, y concluirá el 20 de noviembre de 2016. (aciprensa / EFE)