sábado, 7 de noviembre de 2015

noviembre 07, 2015
José Luis Sierra Villarreal

Les cuento el choro completo antes que lo altere Marioerre*...

Encabronadísimo el presidente mexicano mientras que diplomáticos y estado mayor, sumamente alterados, llegaron a pensar que la Segunda Persona de la Trinidad Cubana no llegaba, que los dejaría plantados.

Todo estaba programado para que el presidente cubano llegase a Mérida el jueves por la tarde noche. EPN lo haría el viernes por la mañana. Las cosas cambiaron de improviso: el cubano no llegó y EPN adelantó su arribo para dormir en Mérida.

Se pensó entonces que el avión del General Supremo llegaría en horas de la madrugada, al margen de cualquier programa o anuncio previo. Amaneció el viernes y el presidente cubano no llegó. Peor aún, no había noticias de su arribo. Fue entonce cuando a EPN se le puso la cara de tranca y a la diplomacia mexicana le dio tirix tah.

A las 10 de la mañana, cuando estaba programado el primer evento con presencia de Castro Ruz, no apareció éste y nadie de su comitiva. Las luces rojas se prendieron en los tableros de la diplomacia mexicana: los cubanos se habían cobrado el "comes y te vas...". Fue a las 10 con 38 cuando aterrizó el segundo avión falcon con matrícula cubana, el que finalmente traía al presidente Castro Ruz. EPN, encabronadísmo, recibía reportes en su habitación de hotel.

Finalmente se canceló el saludo de las 10 de la mañana y se pospuso, para la tarde, la ofrenda a los Niños Héroes en el parque de La Mejorada. Al acto protocolario de recepción, en el palacio de gobierno, llegaron Raúl y sus acompañantes quemando llanta, en apretadísimo seif. El presidente con cara de tah, a la canciller mexicana y al embajador Bremer les volvió el alma al cuerpo y el color a sus mejillas.

Las cosas se medio arreglaron con los discursos, para las fotos y las firmas de los convenios. El ambiente mejoró aún más durante la comida pero la molestia seguía presente, era un aguijón clavado en el EGO de EPN, que no es cosa menor.

Al término de la comida en la quinta Montes Molina, el presidente mexicano acompañó a su homólogo cubano hasta la puerta de su auto y, tras decirle adiós montó una suburban dando la orden de salir al aeropuerto. Oooootra vez, el Estado Mayor vuelto bolas, con órdenes y contraórdenes para adelantar la salida del avión presidencial.

Y así, 13 años después de aquella afrenta en Monterrey (marzo del 2002), el presidente de México COMIÓ Y SE FUE, dejando libre el campo de la diplomacia y la política a su similar cubano que empezó a disfrutar, entonces sí, de Mérida y de sus amigos.

*Marioerre es Mario Renato Menéndez Rodríguez, director del periódico Por Esto!