jueves, 26 de noviembre de 2015

noviembre 26, 2015
MÉRIDA, Yucatán, 26 de noviembre.- Discurso que ofreció la Coordinadora Estatal de Movimiento Ciudadano, Mtra. Silvia América López Escoffié, esta mañana en la Sesión Extraordinaria dentro de los festejos por el vigésimo aniversario de la creación de los Órganos Autónomos Electorales en las instalaciones del IEPAC:


En el año de 1995, la novedad de las elecciones radicaba en el hecho de que por primera vez serian organizadas y conducidas por un consejo integrado con ciudadanos propuestos por los partidos políticos, dejaría de ser prerrogativa del Ejecutivo estatal y por lo tanto, dejarían de responder de manera directa a la encomienda del Ejecutivo. De este modo empezaron los órganos electorales a ser autónomos del organigrama del Ejecutivo, es decir, aparecieron los nuevos organismos electorales, con patrimonio y presupuestos propios. Es el tema que hoy nos ocupa y nos tiene aquí sentados este día.

Fue el 28 de mayo de 1995, cuando se pusieron a prueba las reformas electorales que se consideraban deberían de ser el sustento para el avance y la democratización de los procesos electorales de la entidad. Sin embargo en los hechos, cada uno de los procesos llevados a cabo en estos veinte años no han podido estar a la altura de las expectativas ciudadanas y haciendo memoria, en el transcurso de los años hemos sido testigos en la mayoría de los casos, de los famosos “Repartos del Pastel” que no es otra cosa que los nombramientos de los consejeros designados por cuotas de los partidos en el poder: PAN, PRI, PRD. Trayendo como resultado un instituto con consejeros que responden a quien los puso, dejando a un lado los valores primordiales de todo árbitro electoral y la auténtica autonomía quedó hecha “tercios”.

Podemos recordar que se han desarrollado procesos electorales viciados y el uso de viejas prácticas electoreras que emanan de una cultura heredada generada por los niveles de pobreza en la que aún vive la mayoría de la población ya que a cambio de dádivas, como despensas, materiales de construcción, incluso reparto de bebidas alcohólicas, es como se ha venido realizando en el Estado el intercambio político. Es decir, la inducción y la compra del voto.

Históricamente, Yucatán es y ha sido ejemplo de lucha cívica y electoral, el sufragio femenino en 1922 y las marchas por los derechos cívicos son temas que hasta hoy se escuchan en las sobremesas familiares. Recordemos elecciones históricas ganadas a pulso por la ciudadanía: la de Don Víctor Manuel Correa Rachó 1968 y la de Ana Rosa Payán en 1991.

Con tamaño estándar de ciudadanía, de fondo los procesos electorales no han generado las certezas que la sociedad se merece del órgano rector y calificador, pero los ciudadanos ante tanto abuso y mal uso pueden cansarse y dejar de participar, como pasa en otros estados en que participan menos del 40% del electorado.

Sería injusto de nuestra parte no reconocer el hecho de que actualmente existen consejeros que con sus actitudes han decidido remar contra la corriente de los intereses grupales y partidarios reacios y opuestos a la real ciudadanización de los procesos electorales. Y por ende de los procesos democráticos en Yucatán.

Sin embargo, poco pueden hacer cuando los más se oponen y boicotean todo esfuerzo de legalidad, certeza, máxima difusión y equidad.

¿Que hay que celebrar 20 años de existencia del Instituto? Pienso que sí.

Pero que hay que validar su aportación a una participación ciudadana consciente y a elecciones limpias, no me atrevería a aseverarlo.

Sé que con la nueva reforma electoral, la Ley centralizadora, la de la creación del INE, las funciones sancionadoras y fiscalizadoras quedaron acotadas para los institutos estatales. Es urgente y necesario que se devuelva la capacidad de sancionar las faltas que se cometan durante el proceso, pugnamos por que los diputados promuevan esta reforma y por supuesto cuentan con nosotros para sumarnos a ellos, pero el civismo, la vigilancia del correcto funcionamiento de sus órganos municipales y distritales, entre otras atribuciones, esas también se quedaron cortas.

No se trata sólo de pasar un examen y contar con experiencia, para garantizar un buen Consejo, sino la calidad ética y la imparcialidad de su actuar.

Moral, justicia, impunidad y transparencia, son conceptos básicos y profundos que se usan en discursos demagógicos de autoridades sin sustento.

Pero aquí, deberían de resonar como campana llamando a los ciudadanos a una fiesta cívica.

Creo que como consejeros electorales tienen una deuda muy grande con los yucatecos, sé que tienen mucho por hacer, por ejemplo el cambio de funcionarios heredados dentro de este instituto, la revisión y solicitar la sanción del trabajo realizado por los consejos municipales, sobre todo el de Mérida, que alberga el 43 % del electorado y que este último proceso dejó incertidumbre, falta de transparencia y poco profesionalismo, así como también encontrar los mecanismos para combatir la impunidad, porque la autonomía no debe ser sinónimo de inmunidad.

Sé que tienen el interés, el tamaño profesional y mucha experiencia.

Sé que encontrarán ese camino. No esperemos otros veinte años.