miércoles, 14 de octubre de 2015

octubre 14, 2015
Pedro Echeverría V.

1. En México han habido mil y un ejércitos, pero sólo uno verdadero; el que se formó en 1914 en Teoloyucan por Carranza-Obregón y derrotó al ejercito zapatista, al villista, de la Convención, Agua Prieta y a todos los levantamientos armados que se han llamado “ejércitos”. Ejércitos en México han existido desde los tiempos prehispánicos, luego coloniales, para defender los intereses de diferentes gobiernos; pero también han surgido “ejércitos” para luchar o defenderse del saqueo y represión gubernamental. El actual –integrado por alrededor de medio millón de militares- es un ejército muy bien pagado y privilegiado, divido en soldados y oficiales.

2. Los historiadores enseñan que ya entre los aztecas la división entre el duro trabajo de los soldados instruidos en el Tepochcalli y los oficiales educados en el Calmecac eran muestras claras de los privilegios que unos cuantos tenían y de las carencias de las que se quejaba la gran masa de soldados. En 1911, al derrocar la Revolución al dictador Díaz, Madero se negó a desarmar al ejército porfirista y a crear otro; fue ese mismo ejército el que fue usado por la embajada yanqui, por Huerta, Félix Díaz, para darle un golpe de Estado dos años después. Por ello los carrancistas integraron el actual ejército que hoy advierte amenazante: “No se metan con nosotros…”

3. Podría decirse que hasta 1968 el ejército gozó de mucho prestigio y respeto, a pesar de que había sido usado por el gobierno de Ruiz Cortines, después por el de López Mateos, para acabar con el internado del POLI (1953), para cerrar el internado de la Nacional de Maestros (1956), para reprimir y encarcelar a miles de ferrocarrileros (1958-59), asesinar a campesinos en Guerrero, para reprimir el movimiento de médico (1965), etcétera. Pero en 1968, ante su intervención brutal al tomar la UNAM, el POLI y la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre; luego al jugar un papel preponderante en la Guerra Sucia, el ejército perdió todo crédito y ganó gran desprestigio.

4. Lo que ha sucedido es que nunca el ejército ha ejercido –ni puede mantener- una posición crítica, manifestar su desacuerdo, frente a la política gubernamental. Con esa creencia metida hasta los tuétanos de que “el que paga manda”, nunca el ejército mexicano ha manifestado un pensar independiente. Acostumbrado a obedecer la jerarquía institucional, actúa como empleado (o esclavo) incondicional de quien le paga. Olvida que todo el dinero que mal administra el gobierno, el que se usa para pagar al ejército, la marina, a los profesores y burócratas, viene del trabajo de los campesinos, obreros, artesanos, trabajadores explotados y miserables.

5. Yo como profesor debo servir al pueblo, todos los estudiantes tienen escuelas y maestros por el trabajo del pueblo, los soldados y oficiales cobran sus salarios del pueblo, los millonarios como Slim, Azcárraga, Salinas, construyeron sus riquezas con el trabajo del pueblo, no hay nada que no sea producto de la sangre y sudor del pueblo. ¿O creen que las riquezas caen del cielo y no son producto de negocios, robos, acumulación, de productos del trabajo de millones de seres humanos? Así que el gobierno paga salarios con los presupuestos que hace el pueblo; no es dinero del gobierno que nunca trabajo ni crea riquezas; solo mal administra y roba.

6. ¿Cuándo se ha oído en México que un grupo de militares hayan planteado con toda libertad que están contra la política económica del gobierno porque no beneficia a los trabajadores y solamente a los empresarios? ¿Cuándo podrá surgir en México entre los militares un grupo con ideas progresistas que no sea perseguido y encarcelado? Lo que sucedió en Venezuela con el surgimiento del bolivariano y prosocialista Hugo Chávez –al servicio de los explotados y oprimidos- es realmente excepcional en América Latina. Es realmente necesario y urgente que en México surjan algunos militares que digan “esta boca es mía” y que no sean encarcelados o asesinados.

7. El ejército, la marina, la policía federal o local, si quieren salir del estercolero y limpiar su nombre, tienen que dejar de amenazar, reprimir, asesinar, así como cambiar de comportamiento. Ahora ya no hay Tepochcalli y Calmecac, todos van a las escuelas militares yanquis para ser ideologizados y entrenados para acabar con los “nuevos enemigos terroristas y anarquistas”. Ya no hay diferencias entre un militar y un policía; todos tienen ideología y entrenamiento militar, aunque porten uniformes distintos. Confío en que pronto se romperá esa uniformidad militar y comenzarán a surgir pensamientos e inteligencias críticas y libres. (14/X/15)