miércoles, 28 de octubre de 2015

octubre 28, 2015
MIAMI, Florida, 28 de octubre.- El médico Ben Carson, que ahora aparece primero en las encuestas republicanas, al menos por cuatro puntos, saltó a la fama en 1987 cuando logró separar con éxito a dos bebés siameses. Inspiró la película 'Manos milagrosas'

La historia personal de Ben Carson, el candidato que superó a Donald Trump en las encuestas, es la expresión ideal del sueño americano. Creció en barrios desfavorecidos de Detroit y Boston y fue educado por una madre analfabeta casada a los 13 años. Más tarde expulsó a su esposo bígamo de su casa.

El ahora neurocirujano jubilado asegura que la fe le permitió a un adolescente a la deriva como él evadirse de la miseria y encontrar fuerzas para realizar su sueño: ser médico.

El joven Ben era un mal alumno, incontrolable y con un carácter difícil. El cambio se produjo, según él mismo cuenta, cuando su madre lo obligó a leer dos libros a la semana junto a su hermano.

Ben Carson y Donald Trump. (FREDERIC J. BROWN / AFP)

Las notas mejoraron y Ben Carson se convirtió en un alumno modelo. Fue aceptado como becario en la Universidad de Yale, antes de estudiar Medicina en la Universidad de Michigan y de unirse al gran hospital Johns Hopkins de Baltimore, donde empezó a dirigir rápidamente el servicio de neurocirugía pediátrica. Era, entonces, uno de los ocho neurocirujanos negros del mundo, contó en un libro en 2007.

Una operación lo hizo saltar a la fama en 1987, cuando separó, asistido por un equipo médico de 70 personas, a dos hermanos siameses alemanes de siete meses unidos por la cabeza. La intervención duró 22 horas y, con la supervivencia de los dos niños, se convirtió en una primicia mundial.

George W. Bush le entregó en 2008 la mayor recompensa civil que otorgan los Estados Unidos, la Presidential Medal of Freedom.

Su carrera médica fue llevada al cine en 2009 con Gifted Hands: The Ben Carson Story, en la que fue personificado por Cuba Gooding Jr.

Ben Carson ya había escrito cuatro libros, de orden espiritual o de motivación personal, cuando se jubiló en 2013 para lanzarse al ruedo conservador.

Se convirtió en un orador buscado. Cuando está en escena, muestra una sonrisa fina con un discurso suave, puntualizado con anécdotas, bromas y pasajes de la Biblia.

Siempre promueve la compasión y recuerda la responsabilidad individual, un valor que lo lleva a criticar el estado del bienestar que, a su parecer, impulsa a la gente hacia la pobreza. "Si mantenemos continuamente a la gente en una posición de dependencia, van a olvidar lo que son las ganas de triunfar", dijo en 2013 en una conferencia de conservadores en Washington.

Pese a sus maneras eclesiásticas, Carson cultiva lo "políticamente incorrecto" y escandaliza mucho a la izquierda con declaraciones consideradas radicales, especialmente sobre la homosexualidad.

En ese mismo discurso de 2013, Carson dijo querer "reeducar a las mujeres" sobre el aborto y pronunció una frase acerca del sistema de salud del presidente Barack Obama que aún se le reprocha: "Pienso que el Obamacare es realmente la peor cosa que ha pasado en este país desde la esclavitud. Y es, de alguna manera, esclavitud, porque nos esclaviza a todos al Estado".

Su reciente explosión en los sondeos en la interna republicana viene de su éxito en la base evangélica, donde aventaja a Donald Trump.

Nadie, en ningún momento, forma o lugar, pensó que Carson podría llegar a liderar encuesta alguna en esta campaña. Claro, que lo mismo pensaron de Trump. El guión estaba tan claro que a estas alturas de la película la única duda iba a ser a quién iba a elegir Bush como vicepresidente. Al fin y al cabo, las cartas estaban repartidas y a Jeb le habían dado tres reyes y la una. Una encuesta publicada hoy por The New York Times y CBS le da ventaja a Ben Carson sobre Trump. que Carson es el favorito para el 26% de los votantes republicanos que prevén participar en el proceso de primarias, por delante del 22% de apoyo que tiene Trump.

Pero como en esta campaña las predicciones están a centavo el kilo, todas las que se han escrito hasta el momento se las ha llevado el tiempo y nadie tiene claro qué va a pasar en marzo, mucho menos en Julio, fecha en la que se celebrará la convención republicana.

Lo único que sabemos a día de hoy, y estamos en octubre, es que Trump y Carson, dos individuos dos, sin ninguna conexión con el partido republicano, han puesto tierra de por medio dejando atrás a políticos profesionales que aún no consiguen explicarse que demonios está pasando. Y sin embargo ahí están los dos, Trump y Carson, el ying y el yang, el ruido y la calma, el blanco y el negro, el populista y el adventista del séptimo día.

Trump entró en campaña como un elefante harto de red bull en una cristalería. Carson lo hizo sin llamar la atención y despertando un mínimo interés. Mientras Trump mostraba su opulencia, Carson enseñaba su Biblia. Allí donde el multimillonario se abría paso a codazos entre la docena de aspirantes, Carson pedía educadamente permiso para pasar. Dos sabores nuevos en el menú para un electorado harto de la misma vainilla de siempre.

Al igual que sucede con Trump, el mensaje de Carson es menos importante que el transmisor. Ambos han dado una idea bastante vaga de lo que piensan hacer si llegan a la presidencia, y podría parecer que van tomando posición en los temas según les van preguntando. Por el momento los votantes no parecen tener ningún problema al respecto.

Y tampoco parece que lo tengan con las salidas de pata de banco que ambos han tenido hasta el momento. De las de Trump hay una colección y en el caso de Carson, la más sonada fue la de decir que un musulmán no debería poder llegar nunca a la Casa Blanca, algo que le costó una reprimenda general, no solamente por parte de los demócratas sino por todos los candidatos republicanos, Trump incluido.

El resto de las manifestaciones "levanta cejas" de Carson no son metidas de pata, o al menos no lo son para él ni para los que le apoyan fervientemente en Iowa. Decir y mantener que la teoría de la evolución de Darwin es un cuento de hadas supondría una descalificación por 'doping' en cualquier país europeo, pero no en Estados Unidos. Carson, al igual que muchos otros, defienden el creacionismo inteligente, una evolución guiada por la mano de Dios que es asumida y aceptada como cierta entre muchos cristianos y que es incluso parte del programa académico en numerosos colegios privados y algunos públicos en varios estados del sur del país.

Carson no ha llevado la Biblia a Iowa. Su mensaje y su candidatura van unidas a ella. A diferencia de otros candidatos que asumen un papel devoto en Des Moines y se libran de él cuando cruzan la raya del estado, Carson forja su candidatura en sus creencias religiosas, una flanco por el que recibirá ataques de sus rivales pero uno que no piensa cubrir. Tal y como afirmó en su página de Facebook, no va a retroceder.

Su identificación con la religión ha sido permanente desde que a la edad de 14 años apuñalara a una persona. Tal y como él ha contado en el pasado, en ese momento apareció Dios en su vida.

Y quizá sea esa la fuente de su calma. Carson es un hombre tranquilo, pausado, que responde con tranquilidad a las preguntas más comprometidas y a los dardos que vuelan en su dirección. Su compostura en el debate republicano, que por momentos parecía un gallinero con demasiados gallos, le hizo ganar puntos ante la audiencia. Una persona que mantiene la calma cuando los demás pierden la cabeza.

Quizás sea que Carson se ha mantenido por debajo del radar de sus enemigos, más metidos en la melé con Bush, Trump, Rubio y Fiorina y el descuido le ha permitido colocarse en cabeza, pero está claro que eso se termina ahora. Los ataques van a comenzar, pero sus rivales lo tienen complicado. Criticar a un candidato por sus creencias religiosas suele ser una escopeta vieja de las que explotan en la cara, lección que aprendieron aquellos que intentaron atacar a Romney por ser mormón.

Iowa espera. Por ahora Carson lidera. Después vienen New Hampshire y Carolina del Sur. En ambos es, o era segundo porque las encuestas no dejan de reflejar el aumento de sus seguidores.  (infobae / Martín Muñoz / El Mundo)