lunes, 12 de octubre de 2015

octubre 12, 2015
BRUSELAS, Bélgica, 12 de octubre.- La vida es mejor ahora que en cualquier otro momento de la historia. Más personas son más ricas y menos personas viven en la pobreza extrema". Tras ocho años de una crisis devastadora el mundo está agotado. Los estragos con visibles en todas partes, hay guerras y una emergencia de refugiados sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial. Pero la vida ahora es mejor que en cualquier otro momento de la historia. Con esa frase, esa evidencia, empieza Angus Deaton su último libro, 'The Great Escape".

Deaton (Escocia, 1945) ha ganado el Premio Nobel de Economía por sus análisis sobre "consumo, pobreza y bienestar".

Profesor de la Universidad de Princeton, Deaton es una leyenda. Un economista respetado, admirado por liberales, keynesianos o neoclásicos. Un gigante del desarrollo y el enfoque micro, uno de los popes que revolución la forma que tenemos de entender la pobreza, la renta y la distribución. De entender nuestro pasado y nuestro mundo, sin vendas. Porque 'The Great Escape' empieza con optimismo, pero justo después da una bofetada: "Millones de personas todavía sufren los horrores de la miseria y de muerte prematura. El mundo es enormemente desigual".


Su trabajo en las últimas décadas, desde que se doctoró en Cambridge y sobre todo desde que en 1983 se instaló en Princeton, nos explica qué ha permitido a ciertos países escapar de las muertes prematuras, de la desigualdad crónica. Cómo se ha pasado, después de milenios, de una esperanza de vida de 30 años a una de 80 en buena parte del planeta. Un trabajo de hormiga, detallado, cuidadoso que nos permite acercarnos de forma más seria a algo subjetivo como el bienestar.

Sistema Casi Ideal de Demandas

Comparar la vida en dos países es tremendamente complicado. No basta con hacer una conversión con el tipo de cambio. El coste de los servicios se puede cuantificar, pero la economía está llena de bienes y servicios complicados de equiparar. Deaton, con un esfuerzo titánico, ayudó a construir los índices que permiten hacer esos análisis con más precisión y rigor que nunca antes. Qué importa, cuándo es la preferencia culturar y no la pobreza lo que marca algo, cuándo se puede usar una calculadora sin más y cuándo no. Y ahí su aportación, el Sistema Casi Ideal de Demandas (AIDS) para calcular la demanda en su interacción continua con el precio de todos los bienes y servicios del mercado y de los ingresos del consumidor, con John Muellbauer fue fundamental hace 35 años.

"¿Podemos entender los patrones a larga escala sin información detalladas sin procesos a pequeñas escalas? Queremos pensar que sí, pero no teníamos datos de elecciones a niveles del individuo y de los hogares. Hacíamos nuestros análisis asumiendo que todos nos comportamos de forma similar. Por ejemplo, los hogares ricos se comportan igual que los pobres. Hoy, gracias al trabajo de Angus Deaton tenemos los datos y las técnicas para saber que no es así y para hacerlo mejor", explicaba la Academia en la presentación del premio.

Su trabajo en microeconometría ha sido clave para comprender mejor el papel del consumo como elemento fundamental en la medición del bienestar y la pobreza. Para encuadrar factores como la alimentación, los patrones que diferencian a una familia con hijos de otra sin ellos. Por qué la alimentación es crítica. Por qué el tener un acceso directo a crédito o no condiciona la forma de vivir y de gasta siempre. Por qué los que piensan que algo es causa ignoran a menudo que en realidad están ante las consecuencias. Para ir más allá de las relaciones habituales entre la renta disponible de los hogares y su nivel de consumo. Y, sobre todo, para que los economistas acepten con más humildad las limitaciones para ese análisis.

Enfoque empírico

Su enfoque empírico es esencial para la disciplina y para la vida de millones de personas. Su huella está por todas partes en los análisis de poder de paridad de compra del Banco Mundial, con quien colabora desde los años 90, y en las definiciones de pobreza extrema. En su análisis de los llamados RTC, las pruebas controladas aleatorizada. En sus duras y polémicas críticas a la ayuda al desarrollo, con la que discrepa y de la que cree que ha hecho más daño que bien.

Los países tienen que desarrollarse, crear instituciones, proveer y cubrir las necesidades de sus ciudadanos. El flujo de dinero desde fuera ayuda a muchas personas, pero impide un paso esencial. "El desarrollo no es un problema técnico o económico, sino político, y la industria de la ayuda hace que la política sea peor", sobre todo el regímenes dictatoriales, que usan en su provecho las buenas intenciones de los países ricos y las ONG.

"Su trabajo sobre las encuestas de los hogares es todavía la Biblia" explicaba Branco Milanovic, experto mundial en desigualdad.

Su trabajo de campo en la India y otros países en desarrollo es ampliamente citado. "En cualquier campo, puedes estudiar años y años en profundidad, y el todavía sabrá mucho más que tú", homenajeaba ayer el economista Justin Wolfers a Deaton.

Angus ha criticado la austeridad como mantra, pero reconociendo que puede funcionar. La idea de la tecnocracia, aunque a veces es la menos mala de las opciones. El euro, aunque fueran los más perjudicados hoy los que más lo querían. El discurso de éxito a través (sólo) del esfuerzo personal y a los que ignoran la importancia de las instituciones, la Sanidad, la Educación pública porque no tienen necesidad de ella. La concentración de la riqueza y sobre todo el exceso de poder en manos de los más ricos . A los que minusvaloran la importancia papel de un Estado eficaz y no corrupto.

Ha criticado a los usan las matemáticas, la economía, como fin y no medio. Porque cree, porque sabe, que la pobreza ni es deseable ni es inevitable. Porque para él, la profesión a la que ha dedicado cincuenta años tiene un objetivo claro que le da sentido: "Los que hemos tenido la suerte de nacer en los países adecuados tenemos la obligación moral de reducir la pobreza y la mala salud en el mundo". (Pablo R. Suanzes / El Mundo)