martes, 6 de octubre de 2015

octubre 06, 2015
Pedro Echeverría V.

1. Carmen Aristegui, la periodista independiente que por mucho superó a todos sus colegas de Televisa, TV Azteca, Tv Fórmula al servicio del poder, ante su impotencia para luchar contra el gobierno de Peña Nieto que la mandó cesar por denunciarlo, acudirá a tribunales internacionales. Lo han hecho los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y seguramente cientos de otros perjudicados que saben que la justicia en México es inexistente. Muy otra cosa sería si contáramos con una organización de masas –que por sus batallas radicales- el gobierno tuviera que consultarle antes de poner en práctica cualquier medida.

2. Carmen ha recibido muchos premios –sobre todo internacionales- por sus denuncias periodísticas y cuando fue fulminantemente cesada por órdenes del presidente Peña, recibió un fuerte apoyo espontáneo y disperso de masas. Infortunadamente ningún partido político electorero registrado o alguna organización independiente, le dio continuidad a su defensa. El gobierno sólo esperó unas semanas para que el apoyo masivo desaparezca. Por ello muchos personajes han preferido venderse al gobierno antes de resistir solitario y sin apoyos. ¿Cuántos movimientos y personas se han doblegado por lo mismo?

3. Aplaudo, me gusta, que se acuda a derechos humanos o tribunales internacionales porque las dudas mundiales se convierten en verdades y los gobiernos mexicanos aparecen desnudos ante el mundo; sin embargo, no hay garantía alguna de que los problemas se solucionen con justicia por aquellos planteamientos de “no intervención”. ¿Qué más puede perder el gobierno mexicano si México es uno de los países más desprestigiados del mundo por ocupar los primeros lugares en asesinatos, secuestros, robos y corrupción institucionalizada? ¿Por qué la confianza, las inversiones, los negocios y el turismo se han desplomado en el país en los últimos 15 años?

4. Como he escrito mil veces: las leyes son una patraña porque valen lo que un rico puede pagar por ellas. ¿Creyó Aristegui acaso que denunciar a un presidente y a su esposa (artista de Televisa) de tener una lujosa mansión, la “casa blanca” negociada con un personaje contratista del gobierno era cualquier “moco de pavo”? Suena buena frase la “libertad de expresión” o “libertad de prensa”, pero sólo como expresión mundial; hace olvidar que los medios (TV, Radio, Prensa) son controlados por el poder político, económico y de los empresarios de la información. Aristegui ha hecho mucho –en años- por la liberación de la información, pero sin masas nada se puede.

5. Por ello se ha repetido hasta el cansancio un argumento de fondo: ¿Hasta dónde los periodistas y la sociedad estamos en el uso pleno de nuestras libertades cuando los espacios informativos en la radio y la televisión están constreñidos por intereses extraperiodísticos o por empresarios que no cumplen su deber legal de garantizar el buen uso de un bien público: las radiofrecuencias que les concesiona el Estado? En México desde los años sesenta, cuando comenzó a fortalecerse la TV, el gobierno jamás les ha recordado que es el concesionario que los vigila, sino que al contrario, es su esclavo que desde el gobierno les garantiza grandes ganancias y seguridad.

6. El investigador Jenaro Villamil escribe en la revista Proceso: “Cuatro investigaciones y dos dictámenes del Instituto Federal de Telecomunicaciones habían demostrado habían demostrado que Televisa es un agente preponderante y con poder sustancial en el mercado de la TV restringida, área en la cual se ha dedicado a comprar compañías pequeñas para acrecentar su monopolio. Sin embargo, cinco de los siete comisionados del instituto decidieron opinar lo contrario en un informe –que se dará a conocer en breve- y beneficiar así a la empresa de Emilio Azcárraga, librándola de la competencia y permitiéndole expandirse a su gusto”.

7. Así de grave están las cosas en México donde los más poderosos empresarios mandan de manera abierta y descarada. Por ello Televisa puso de manera directa al presidente de la República y a funcionarios del gabinete y ningún pleito puede ganarse por la vía de las leyes del país o internacionales. El único camino es el movimiento de masas que pueda romper las estructuras de poder. Está bien profundizar el desprestigio de la clase económica y política en el mundo, pero es insuficiente si buscamos cambios estructurales profundos. Espero que la crisis mundial sea más grande y más severa porque ello puede ayudar al despertar más rápido de la conciencia de masas. (6/X/15)