jueves, 15 de octubre de 2015

octubre 15, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Impuntuales. La recámara de don Feblilio era un cuarto menguante. Con eso quiero decir que las facultades amatorias del provecto señor iban disminuyendo cada día. Fue a ver a don Gordolobo, herborista y curandero, y el hombre le recetó una poción afrodisíaca hecha por partes iguales con hierba damiana, hueva de lisa, polvo de piedra bezoar, clorhidrato de yohimbina, raíz de ginseng y cuerno de rinoceronte molido.(¿Para qué tantas cosas, y tan peregrinas? Con un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo el lánguido señor habría quedado convertido en viripotente semental). A los pocos días don Feblilio llamó por teléfono al curandero. Le preguntó: "¿Hay algún antídoto que contrarreste los efectos del fármaco afrodisíaco que me recetó?". El herbolario se sorprendió. "¿Para qué necesita usted un antídoto? ¿Acaso el elixir que le di resultó demasiado potente?". "No -contestó don Feblilio-. Pero mi esposa Pacianita pensó que era gel para el cabello. Ahora trae los pelos todos parados y no se los podemos aplacar"... La maestra exhortó a sus pequeños alumnos, y lo hizo en versos octosílabos: "De la suerte nunca esperen / ni dinero ni ventura. / Estudien, niños, si quieren / ser dueños de una fortuna". Tras recitar esa cuarteta declaró: "Los hombres triunfan por sus sesos". Pepito le preguntó a su vecino de banca: "Si los hombres triunfan por sus ésos ¿entonces qué caso tiene estudiar?"… Recuerdo con la nostalgia de las buenas cosas idas el tiempo en que las líneas aéreas mexicanas se caracterizaban por su puntualidad. Raro el vuelo que se retrasaba. Ahora, en cambio, es raro el que no sufre demora. En verdad el que sufre no es el vuelo, sino los pasajeros, para quienes los retrasos son causa de toda suerte de inconvenientes y molestias. Las líneas culpan de eso a la saturación del aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Será?... Don Algón, salaz ejecutivo, conoció en un hotel de Cancún a una hermosa chica. Entabló conversación con ella so pretexto de preguntarle su opinión sobre los conflictos bélicos del Medio Oriente, y la chica le dijo: "Vine aquí huyendo de la rutina". Don Algón le hizo la corte asiduamente, pero la bella joven no respondió a sus insinuaciones. Estrechó más el cerco, y ella mantuvo su fría indiferencia. Finalmente le pidió permiso para visitarla en su habitación a cambio de una generosa contraprestación en dinero. "Imposible -rechazó la mujer-. Ya le dije que vine aquí huyendo de la rutina". Adujo don Algón: "Precisamente. Lo que te propongo te haría romper la rutina". "Al contrario -replica la muchacha-. Me haría volver a ella. Soy call-girl en Nueva York"... En el consultorio del doctor Ken Hosanna la afligida madre clamó llena de angustia: "¡Doctor! ¡Algo muy raro le sucede a mi hija! ¡Cuando hace pipí, en vez de pipí arroja monedas de un peso!". Preguntó el facultativo: "¿Qué edad tiene su hijita?". Respondió la mujer: "Acaba de cumplir 13 años". Dijo el facultativo: "Eso explica entonces lo que le sucede. La niña está en la edad del cambio"… Don Cornamuso se presentó ante el juez y le dijo que quería divorciarse de su esposa. "¿Por qué?" -inquirió el juzgador. Explicó el quejoso: "A estas alturas de la vida quiere que yo siga educándome". Replicó el juez: "El afán docente que muestra su señora no es causal de divorcio. "Debería serlo -insistió don Cornamuso-. Anoche llegué a mi casa y encontré a mi mujer en la cama con un desconocido. El hombre mostraba un gran dominio de las artes amatorias, tanto que tenía a mi esposa en éxtasis carnal". "Ya veo -dijo el juez-. Usted quiere divorciarse de su esposa por causa de adulterio". "No -volvió a decir don Cornamuso-. Quiero el divorcio porque ella quiere que a mi edad yo siga educándome. Cuando se dio cuenta de que los estaba viendo me dijo: "Fíjate bien, a ver si aprendes algo"... Babalucas denunció por discriminación a la Comisión de Derechos Humanos: Dijo: "Yo soy zurdo"... El presidente del Sultry Country Club anunció en la reunión mensual: "Al baile de Navidad sólo podrán venir los socios y sus esposas". Un bromista levantó la mano y preguntó: "Yo soy divorciado, pero tengo una amiguita. ¿La puedo traer?". Respondió con firmeza el presidente: "Sólo si es esposa de uno de los socios". FIN.