viernes, 25 de septiembre de 2015

septiembre 25, 2015
NUEVA YORK, 25 de septiembre.- El Papa Francisco visitó este viernes la sede central de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York (Estados Unidos), donde en su discurso a los líderes mundiales defendió el derecho a la vida en todas sus etapas, abogó por la protección de la creación, de los cristianos perseguidos y exhortó a tener en cuenta que las medidas aprobadas afectan a personas concretas.

La visita a la sede de la ONU ha sido la primera actividad del Santo Padre en su cuarto día de visita apostólica a Estados Unidos y se ha convertido en el cuarto pontífice en hablar ante la Asamblea General. El primero fue el Beato Pablo VI en 1965, San Juan Pablo II en 1979 y 1995, y Benedicto XVI en 2008.

Francisco inició su visita con un breve encuentro con los trabajadores del organismo mundial, a quienes agradeció por la labor que realizan y por ser la “columna vertebral de esta organización”; luego rezó ante una ofrenda floral en honor a las personas que fallecieron cumpliendo las misiones de paz de la ONU.

Francisco saluda a unos niños acompañado de Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas. (ansa)

Al empezar su discurso, el Papa dijo: "En nombre propio y en el de toda la comunidad católica, Señor Ban Ki-moon, quiero expresarle el más sincero y cordial agradecimiento." (ansa)

"Esta es la quinta vez que un Papa visita las Naciones Unidas. Lo hicieron mis predecesores Pablo VI en 1965, Juan Pablo II en 1979 y 1995 y, mi más reciente predecesor, hoy el Papa Emérito Benedicto XVI, en 2008." (ansa)

"La historia de la comunidad organizada de los Estados, representada por las Naciones Unidas, que festeja en estos días su 70 aniversario, es una historia de importantes éxitos comunes, en un período de inusitada aceleración de los acontecimientos." (AP)

Antes de su esperado discurso a la 70° Asamblea General de la ONU, el Papa Francisco saludó a los trabajadores que sirven en la sede de esta organización en Nueva York. (ansa)

"Quiero recordar hoy a los que han dado su vida por la paz y la reconciliación de los pueblos, desde Dag Hammarskjöld hasta los muchísimos funcionarios de todos los niveles, fallecidos en las misiones humanitarias, de paz y reconciliación." (AFP)

Trabajadores de la ONU fotografiando al Papa. (ansa)

Antes de pronunciar su discurso, el Papa escuchó las palabras de bienvenida del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, quien señaló que era la primera vez que un Pontífice habría una sesión de la Asamblea General. “Gracias por hacer historia”, expresó.

Asimismo,  destacó la humildad y sabiduría del Santo Padre, sus llamados por una ecología integral y aseguró que los líderes mundiales estaban listos para oírlo.

Francisco inició su discurso destacando los logros de este organismo internacional en sus setenta años de historia, con operaciones humanitarias, de paz y reconciliación entre naciones.

En ese sentido, señaló que la experiencia de estas siete décadas “muestra que la reforma y la adaptación a los tiempos es siempre necesaria, progresando hacia el objetivo último de conceder a todos los países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones”, especialmente “en los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva” como el Consejo de Seguridad, organismos financieros y “grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis económicas”.

“Esto ayudará a limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo. Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”, expresó.

El Papa señaló que “la limitación del poder es una idea implícita en el concepto de derecho”. “El panorama mundial hoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y –a la vez– grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto mundo de mujeres y hombres excluidos”, advirtió.

Francisco recordó que para “los cristianos, junto con las otras religiones monoteístas”, el universo “proviene de una decisión de amor del Creador” para que el ser humano lo use responsablemente, sin abusar ni destruirlo.

En ese sentido, denunció que “el abuso y la destrucción del ambiente (…) van acompañados por un imparable proceso de exclusión” de los débiles y con menos habilidades, “ya sea por tener capacidades diferentes (discapacitados) o porque están privados de los conocimientos e instrumentos técnicos adecuados o poseen insuficiente capacidad de decisión política”.

“La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los más pobres son los que más sufren estos atentados” que consolidan la cultura del descarte, denunció.

“Alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas”, expresó el Papa, para quien la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que se inicia hoy “es una importante señal de esperanza. Confío también que la Conferencia de París sobre cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces”.

Sin embargo, advirtió que se debe ir más allá de “los compromisos asumidos solemnemente”, pues el mundo reclama de los gobernantes “una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas” que preserven el ambiente natural y venzan la exclusión social y económica, cuyas tristes consecuencias son la “trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

“Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos”, reiteró.

En ese sentido, pidió no perder de vista que, “antes y más allá de los planes y programas, hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan, sufren y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente, privados de cualquier derecho”.

En su discurso, Francisco también defendió “el derecho de a la educación –también para las niñas, excluidas en algunas partes–, que se asegura en primer lugar respetando y reforzando el derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las Iglesias y de agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos”.

Además llamó a los gobernantes a hacer todo lo posible para que las personas tengan “la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia”. “Ese mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad del espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y los otros derechos cívicos”, señaló.

“La defensa del ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer, y el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones”, añadió.

En su discurso, el Santo Padre también denunció el tráfico de armas, el narcotráfico, las guerras en diversas partes y la persecución contra los cristianos y otras minorías religiosas en Medio Oriente y en el norte de África. “En las guerras y conflictos hay seres humanos singulares, hermanos y hermanas nuestros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, niños y niñas, que lloran, sufren y mueren. Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando solo la actividad consiste en enumerar problemas, estrategias y discusiones”, señaló.

“La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana”, señaló Francisco, que afirmó que “la laudable construcción jurídica internacional de la Organización de las Naciones Unidas y de todas sus realizaciones, perfeccionable como cualquier otra obra humana y, al mismo tiempo, necesaria, puede ser prenda de un futuro seguro y feliz para las generaciones futuras”.

“Lo será si los representantes de los Estados sabrán dejar de lado intereses sectoriales e ideologías, y buscar sinceramente el servicio del bien común. Pido a Dios Todopoderoso que así sea, y les aseguro mi apoyo, mi oración y el apoyo y las oraciones de todos los fieles de la Iglesia Católica” para que la ONU “rinda siempre un servicio eficaz a la humanidad”.

Siete claves del discurso papal

El Papa Francisco pronunció hoy un histórico discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Francisco es el cuarto Pontífice en dirigirse a este auditorio, luego de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Dentro de su discurso de alrededor de 50 minutos, cabe destacar estas siete claves:

1. La exclusión y la pobreza

El Santo Padre denunció “un afán egoísta e ilimitado de poder y de bienestar material” que genera la exclusión de “los débiles y con menos habilidades”.

“La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente”, aseguró.

Como camino de escape a la pobreza extrema, el Papa señaló que se debe permitir a los pobres “ser dignos actores de su propio destino”.

“El desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana no pueden ser impuestos”, explicó, y destacó que “esto supone y exige el derecho a la educación”.

2. Cuidado de la creación

El Papa subrayó que “la casa común de todos los hombres” debe edificarse “sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza creada”.

Los cristianos, indicó, “creemos que el universo proviene de una decisión de amor del Creador, que permite al hombre servirse respetuosamente de la creación para el bien de sus semejantes y para gloria del Creador, pero que no puede abusar de ella y mucho menos está autorizado a destruirla. Para todas las creencias religiosas, el ambiente es un bien fundamental”.

3. El rechazo a la guerra y al comercio de armas

Francisco subrayó en su discurso que “la guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente”.

“Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y entre los pueblos”, aseguró.

El Papa denunció además la “tendencia siempre presente a la proliferación de las armas”, especialmente las nucleares. Una ética y derecho basados en la amenaza mutua, advirtió, “constituyen un fraude a toda la construcción de las Naciones Unidas, que pasarían a ser ‘Naciones unidas por el miedo y la desconfianza’”.

“Hay que empeñarse por un mundo sin armas nucleares”, demandó.

El Santo Padre pidió también concentrar la atención en todas las situaciones de conflicto, como las que se viven en Ucrania, en Siria, en Irak, en Libia, en Sudán del Sur y en la región de los Grandes Lagos, en África.

4. Los cristianos perseguidos

Francisco reiteró su llamado sobre la persecución de cristianos, otras minorías religiosas e incluso musulmanes debido a manos de extremistas islámicos, en Oriente Medio, el norte de África y otros países africanos.

En esos lugares, lamentó, “los cristianos, junto con otros grupos culturales o étnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religión mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud”.

“Estas realidades deben constituir un serio llamado a un examen de conciencia de los que están a cargo de la conducción de los asuntos internacionales”, señaló.

5. La familia

La familia, recordó el Papa, “es la célula primaria de cualquier desarrollo social”. “Los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia”, señaló.

“Este mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos”, explicó.

Francisco destacó también la importancia de que se respete “el derecho primario de las familias a educar”, así como “el derecho de las Iglesias y de las agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos”.

El Santo Padre recordó en otra parte de su discurso que “inscrita en la propia naturaleza humana” se encuentra “la distinción natural entre hombre y mujer”.

6. Lucha contra el narcotráfico

El Papa advirtió que “otra clase de guerra que viven muchas de nuestras sociedades” es el fenómeno del narcotráfico. Esta guerra, lamentó, ha sido “pobremente combatida”.

“El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción”, advirtió.

Esta corrupción, señaló, “ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones”.

7. La defensa de la vida

El Papa Francisco destacó repetidamente durante su discurso la importancia de defender la vida desde la concepción y en todas sus etapas y dimensiones.

Los “pilares del desarrollo humano integral”, dijo, “tienen un fundamento común, que es el derecho a la vida”, y demandó el “absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones”.

“La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer; de los pobres, de los ancianos, de los niños, de los enfermos, de los no nacidos, de los desocupados, de los abandonados, de los que se juzgan descartables porque no se los considera más que números de una u otra estadística”, señaló. (aciprensa.com)