miércoles, 23 de septiembre de 2015

septiembre 23, 2015
WASHINGTON D.C., 23 de septiembre.- Francisco aterrizó ayer en Estados Unidos, donde le han recibido el presidente Barack Obama y su familia (Michelle, Sasha y Malia Ann), en la base aérea de Andrews, a las afueras de Washington, en el estado de Maryland, que significa 'la Tierra de María', y fue fundado, precisamente, por el británico George Calvert, conde de Baltimore, con el objetivo de encontrar "un refugio para sus hermanos católicos", que hasta hace menos de un siglo eran ciudadanos de tercera en Estados Unidos.

A bordo el avión papal, Francisco declaró que espera que Estados Unidos levante el embargo a Cuba como resultado de las negociaciones entre los dos países.



La llegada del Papa resume la situación de la Iglesia Católica en Estados Unidos. Por un lado, fueron a esperarle Barack Obama y su esposa, Michelle, un gesto excepcional en ese país, donde el jefe del Estado y del Gobierno no suele recibir a personalidades extranjeras en la pista de aterrizaje, sino en la Casa Blanca. Pero también fue el vicepresidente, Joe Biden, y su esposa, Jill. Los Biden son católicos, lo que hace de Joe el miembro de esa fe que ha alcanzado un puesto más alto en EEUU desde John F. Kennedy, hace cinco décadas.

Demócratas y repúblicanos católicos

Cuando Biden está dando mítines o viajando fuera de Washington en domingo, su equipo busca discretamente iglesias en las que el párroco esté dispuesto a darle la Comunión al vicepresidente. Porque el vicepresidente de Estados Unidos es partidario del aborto. También lo es el secretario de Estado, John Kerry, que no solo fue candidato a la presidencia en 2004, sino que, de niño, fue monaguillo.

El jueves, Francisco se va a convertir en el primer Papa que se dirija a una sesión conjunta del Congreso. Le ha invitado John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes. Otro católico. Solo que éste está dispuesto a cerrar la Administración Pública de Estados Unidos el jueves de la semana que viene para tratar de forzar la cancelación de las subvenciones a Planned Parenthood, una organización sin ánimo de lucro que provee sistemas anticonceptivos y realiza abortos, y comercializa órganos de los fetos para centros de investigación.

Hace tres meses, cuando el Papa declaró una obligación moral combatir el cambio climático, Boehner declaró, a través de un portavoz, que "respeto el derecho del Papa a hablar de cuestiones importantes".

El candidato a la presidencia por el Partido Republicano, el también católico Jeb Bush, fue más claro: "Yo no recibo mi política económica de mis obispos, mi cardenal o mi Papa". Como suele ser habitual, quien puso más carne en el asador fue el comentarista radiofónico Rush Limbaugh: "En esencia, lo que el Papa ha dicho es que hay que votar demócrata".

Invitados no habituales

Pero tampoco el equipo de Barack Obama es inocente a la hora de instrumentalizar la visita de Francisco. Hoy, el presidente recibe formalmente al Pontífice en la Casa Blanca en una ceremonia habitual para un jefe de Estado, con cerca de 15,000 invitados en la residencia. Pero, entre esas 15,000 personas, hay varias cuya presencia ha provocado urticaria a la Iglesia. Entre ellas, el ex obispo episcopaliano (una iglesia protestante que es prácticamente la versión estadounidense de la iglesia anglicana) Gene Robinson, el primer prelado abiertamente homosexual de EEUU. La monja Simone Campbell, directora de la organización Network, que tiene una actitud moderadamente favorable a la eutanasia ha sido invitada no solo a la Casa Blanca por Obama, sino también al Congreso por la senadora demócrata judía Barbara Boxer. Y, finalmente, también estará en el jardín de la residencia oficial de Obama Mateo Williamson, ex director de Dignity USA, una organización que defiende el derecho de los homosexuales, lesbianas y transexuales a ser aceptados por la Iglesia.

Así pues, por debajo de las sonrisas, va a haber tensiones de sobra entre el Papa y sus anfitriones. Y, aunque éstas vayan a ser probablemente más visibles en el caso de los republicanos, no cabe duda de que, por más que traten de escenificar lo contrario, Obama y Francisco no están en las mismas coordenadas.

Tensión entre la Casa Blanca y el Papa

La Casa Blanca quiere que el Papa hable de medio ambiente, de cambio climático, de igualdad social, de respeto a las minorías religiosas, con la vista puesta en el genocidio de cristianos iraquíes por el ISIS, y de reconciliación, lo que le puede venir muy bien a Obama para sus acercamientos a Irán y, sobre todo, a Cuba, en el que Francisco ha jugado un papel clave.

Pero ni Obama ni su equipo quieren que toque cuestiones como el aborto, la imposición a las instituciones católicas de incluir en los seguros médicos de sus empleados programas anticonceptivos, o del matrimonio entre personas del mismo sexo, que el Papa ha calificado como "otro pecado contra Dios".

Eso es exactamente lo que desean los republicanos. Y lo que la Casa Blanca quiere esquivar.

El jueves, en una rueda de prensa telefónica, el subdirector de Seguridad Nacional de Obama, Ben Rhodes, declaró que, si bien en estos puntos "no hay necesariamente un acuerdo bilateral similar a los que hay entre Gobiernos extranjeros, vamos a buscar formas de demostrar que [el Vaticano y la Casa Blanca] hemos adoptado y vamos a seguir adoptando compromisos muy sinceros en áreas que creemos que son importantes para EEUU, el Papa Francisco y, francamente, para el mundo". 

Agenda del Papa - Miércoles, 23 de septiembre

9:15 Ceremonia de bienvenida en el Jardín Sur de la Casa Blanca, donde Francisco pronunciará un discurso y visitará al Presidente de Estados Unidos.

11:00 Encuentro con obispos de Estados Unidos en la Catedral de San Mateo.

16:15 Santa Misa para la canonización de Fray Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción.

(Pablo Pardo / El Mundo / Repubblica / Rome Reports)