miércoles, 23 de septiembre de 2015

septiembre 23, 2015
NUEVA YORK, 23 de septiembre.- Los ingenieros de Volkswagen recurrieron a la informática para falsear, de manera deliberada, los resultados de los controles antipolución que realizan las autoridades encargadas de la protección del medioambiente y la salud pública. Se trata de un algoritmo que a simple vista es lo suficientemente discreto para evitar ser detectado, pero a su vez de gran sofisticación para permitir al vehículo “reconocer” cuando estaba siendo sometido a las pruebas oficiales.

El fabricante alemán confirma ahora que el sistema se equipó en 11 millones de vehículos diésel vendidos en todo el mundo, lo que da una dimensión de la escala del fraude. En la práctica, el dispositivo “puente” permitiría activar todos los controles de emisiones del coche para que el rendimiento del vehículo se ajustara durante la prueba a los límites oficiales que se imponen a las emisiones.


El mecanismo volvía a desactivarse y se colocaba en la posición normal cuando detectaba que el vehículo era utilizado en condiciones normales de tráfico. El grupo alemán no ha precisado aún como funciona el programa informático, pero varias fuentes señalan que un programa informático analizaba parámetros como la posición del volante, velocidad, duración del uso del motor y presión para cambiar del modo de examen al modo de circulación normal.

La trampa fue destapada por la Universidad de Virginia Occidental, hace algo más de un año, mientras realizaba un estudio sobre energías alternativas. En un laboratorio logró reproducir las condiciones reales de circulación. Pero los resultados no cuadraban con los datos que les había facilitado Volkswagen y en ese momento lo comunicó a la agencia encargada de la protección del medio ambiente.

Drew Kodjak, del International Council on Clean Transportation, explica que fueron los primeros sorprendidos con los resultados porque su estudio pretendía demostrar justo lo contrario: que el diésel es una alternativa limpia. Explica que para ello se utilizaron tres vehículos de cuatro cilindros como referencia. Comprobaron que los de Volkswagen excedían enormemente los límites.

La EPA decidió iniciar su propia investigación para determinar lo que estaba pasando y dio con la trampa. Los técnicos de Volkswagen argumentaron que se trataba de un error técnico o que los controles de los vehículos examinados no estaban bien calibrados. De hecho, se escudaron en la dificultad que tienen por lo general los fabricantes a la hora de realizar este tipo de mediciones en los diésel.

Pero las autoridades no aceptaron esa explicación y amenazaron con no dar la certificación a nuevos modelos si no admitían que trucaron los coches y hacían una llamada a revisión. EE UU ya sancionó hace un año a Kia y Hyundai por haber subestimado el consumo de carburante de sus vehículos y haber violado así las reglas de la Clear Air Act por emitir más contaminantes de los certificados por la EPA.

Aquel caso se resolvió con una sanción de 100 millones de dólares. Pero Volkswagen se enfrenta a una reprimenda mucho mayor, además de a un problema colosal de imagen. El fabricante alemán no precisa cómo el cambio del sistema va a afectar al rendimiento del coche, porque este tipo de límites a las emisiones restan potencia a los vehículos y puede afectar a su rendimiento, lo que restaría atractivo a los diésel. (Sandro Pozzi / El País)