miércoles, 9 de septiembre de 2015

septiembre 09, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Hacia el abismo. En el bar de solteros el hombre joven resistió con firmeza las insinuaciones de la rubia que se le ofrecía abiertamente. "Lo siento -le dijo-. Me hice la promesa de no tener relaciones sexuales hasta encontrar a la mujer de mis sueños". "Te felicito -le dijo la otra sinceramente impresionada-. Debe ser muy difícil eso de guardar continencia". "Para mí no la ha sido -contestó el sujeto-. Pero mi esposa está muy enojada conmigo". ¿Por qué los franceses les besan la mano a las mujeres? Dicen que por algo se empieza. Un hombre de la Edad de Piedra le dijo con disgusto a otro: "¡Qué país! ¡Inventé la rueda, y ese mismo día me robaron la copa!". Himenia Camafría, madura señorita soltera, recibió en su casa a Gwangolyna, sobrina suya, muchacha bien dotada y en plena flor de edad. La chica iba a pasar algunos días de vacaciones en el pueblo. Sucedió que la primera noche de su estancia la señorita Himenia escuchó ruidos sospechosos en el cuarto de la chica. Acudió con premura, y al abrir la puerta de la habitación vio la sombra de un hombre que salía por la ventana. "¡Santo Cielo, Cinco Señores y Mano Poderosa! -exclamó juntando tres jaculatorias aprendidas de su madre-. ¿Quién era ese individuo?". "No te asustes, tía -la tranquilizó Gwangolyna-. Es mi novio, que me siguió hasta el pueblo. Entró por la ventana y me hizo el amor sin que yo me pudiera resistir". Preguntó la señorita Himenia: "¿Y por qué no me llamaste?". "¡Ay, tiita! -replicó la muchacha-. ¡Si conmigo apenas pudo!". 

Marcha por los normalistas de Ayotzinapa, en Pinotepa Nacional, Oaxaca, el 30 de otubre de 2014.(noticiasnet.mx)

Ayotzinapa, igual que Tlatelolco, será una herida permanentemente abierta en el corazón de México. La pregunta estará en el aire, la misma siempre, sin respuesta: ¿por qué? Hay alguien que sabe. En los grandes crímenes siempre hay alguien que sabe. Pero está oculto, y callará su culpa hasta la muerte. Nadie lo encontrará porque nadie lo busca. Y el drama sigue -y seguirá- inconcluso. Mientras tanto el gobierno de Peña Nieto avanza en el tiempo -nada más en el tiempo- entre tumbos y tumbas. Sus movimientos son erráticos, como los de alguien que no sabe ya qué hacer. Así los cambios que hizo en su Gabinete: servirán de nada y para nada; así el mensaje de su Tercer Informe, en el cual dijo mucho sin decir absolutamente nada. Desde el cómodo sitial del que está afuera yo digo que el Presidente debería seguir, una por una, las recomendaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes. Seguirlas con honestidad y sin mentiras, sin desvíos ni simulaciones. Y debería también reunirse con los padres de los desaparecidos, y sostener con ellos un diálogo igualmente franco. Siempre que un Presidente mexicano se ha escondido ante una tragedia ha pagado duramente las consecuencias, como sucedió con Miguel de la Madrid cuando los terremotos del 85. Peña Nieto debe dar la cara, y arrostrar las consecuencias que seguramente habrá de enfrentar en grande cuando salga al balcón central del Palacio Nacional a dar el Grito la noche del próximo 15 de septiembre. El país se le está yendo de las manos. Todo es politiquería: la innumerable corte que lo rodea habla más del nombramiento de Beltrones que de Ayotzinapa. Y vamos con derechura hacia el abismo que aguarda a los países que han perdido el rumbo y buscan una salida desesperada a sus problemas. En tiempos más felices aquel boxeador de mérito que fue el Ratón Macías decía siempre al final de las peleas que ganaba: "Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe". A falta de mánager tendremos que encomendarnos a la Guadalupana. Un hombrecito de bajísima estatura fue a que le cortaran el pelo. Le preguntó el peluquero: "¿Lo corto las patillas?". Respondió con molestia el chaparrito: "¿Y luego con qué camino? ¿Con los huevillos?". Dos gentlemen ingleses charlaban en su club de Londres. Preguntó uno: "¿Qué fue de Henry Highrump?". Contestó el otro: "¿No supiste? Fue a Borneo en viaje de la Sociedad Geográfica, y se casó allá con un gorila". "No me sorprende -comentó el primero, flemático-. Ese Highrump fue siempre un tipo extraño". "Ni tanto -acotó con igual flema el otro-. Es un gorila hembra". FIN.