jueves, 27 de agosto de 2015

agosto 27, 2015
pentagrama

Antenoche, más que una rueda de prensa, se llevó a cabo la presentación del Otoño Cultural 2015. Se esperaba algo nuevo, pero claramente se ven favorecidos los mismos de cada año. El Sr. Metri explicó que existe una convocatoria y que un jurado ajeno selecciona los proyectos que habrán de participar. Lo sorprendente es que el mencionado jurado o comité selectivo siempre elige a los mismos, en distintos escenarios pero los mismos de cada año.

Es sorprendente la presunción que se tiene de nuestro Estado de la existencia de tanto talento y cultura musical, pero la verdad es que en Yucatán, desde hace ya muchos años, esos llamados talentos son los mismos. 

Es triste saber que excluyen a gente valiosa en el género artístico propiciando que en Yucatán exista un estancamiento de ese gran semillero que lo deja sin posibilidad de participación alguna, fomentando con ello el desconocimiento de los mismos y que de esta manera no sólo queden en el anonimato, sino los dejen en el olvido.


Cada año hay una luz para participar en dicho evento, pero esa luz se apaga al ver en las fotos y en los programas la existencia de la inmensa mayoría de los mismos. Creo que tendrán que pasar muchas generaciones para que estos señores dejen el espacio a talento de mucha valía que con lujo de descaro no les permiten presentar en ese festival que, entre comillas, es el máximo escaparate artístico yucateco.
Mañana será otro día y la gente volverá a hacer cola para ver en algún teatro al relleno blanco, al relleno negro, al papadzul, al escabeche oriental, a los codzitos, a los panuchos, salbutes, etc. por llamarles de alguna manera a los mismos. Me queda muy claro que son a los que llevaron a la Semana Yucateca en el Palacio de los Deportes en México. Son los mismos que se escucharon en el Peón Contreras y en la Avenida Colón hace apenas unos meses.

Qué pena que no exista una visión progresista dentro de la máxima institución cultural del Estado de Yucatán.

Qué pena que traten de tapar al sol con un dedo cuando claramente se ve que impera un control absoluto de un grupúsculo que siempre favorecerá a ese clan sagrado en la música de Yucatán.

Esa gran historia musical yucateca que ha trascendido incluso fronteras, hoy en día se ha circunscrito sólo al Estado. Muchos años han pasado y Yucatán no ha vuelto a dar una figura después de Carlos Lico, de Luis Demetrio, de Armando Manzanero, de Sergio Esquivel y Guadalupe Trigo, y por qué no nombrar a Aleks Syntek, que dentro del medio local no se lo considera yucateco aunque él nació en Mérida.

Las golondrinas seguirán yendo y viniendo, seguirán volando y los mismos de cada año seguirán cantando.

La SEDECULTA se ha convertido en una lápida con el epitafio de que "aqui sólo se presentarán siempre los mismos".

¿Qué futuro le depara a Yucatán en el ámbito musical si no cosecha el fruto de renovación que existe en cada pueblo, en cada municipio, en cada comisaría de su Estado?  Esos grandes talentos nunca más reverdecerán mientras los "dinos" sigan en el Peón Contreras, en el Armando Manzanero, en el Daniel Ayala,  ahora en el Fantasio y en todos los teatros existentes de esta gran y bella ciudad de Mérida.