jueves, 20 de agosto de 2015

agosto 20, 2015
ESTAMBUL, Turquía, 20 de agosto.- El Estado Islámico (EI, IS o ISIS en siglas inglesas) ejecutó esta semana a un conocido arqueólogo en Palmira, y este miércoles se ha sabido que lo hizo porque el desdichado se negó a cooperar con su locura iconoclasta.

Según el periódico británico 'The Guardian', Jalid Asaad, de 82 años, murió decapitado, y sus restos fueron colgados en el histórico yacimiento, tras rechazar revelar dónde se había ocultado tesoros arqueológicos de un valor incalculable.

Tanto fuentes del gobierno sirio como de la oposición han confirmado la ejecución, ocurrida este martes frente a vecinos de la localidad central de Tadmur, aledaña al sitio de Palmira.

"Quién iba a decir que un académico, que dio tamaños servicios memorables al lugar y a la historia, moriría decapitado...y su cuerpo colgado de una de las columnas antiguas en el centro de la plaza de Palmira..." ha lamentado el director de antigüedades del ejecutivo damasceno Maamun Abdulkarim.


Amr Azm, un antiguo funcionario de Antigüedades citado por 'The Guardian', considera "irremplazable" al asesinado, quien había estado envuelto en numerosas excavaciones en el área de Palmira y en sus trabajos de restauración.

Asaad llevaba más de 50 años aferrado a los relieves pétreos de Palmira, los cuales conocía poro a poro. El mundo académico no dudaba en pronunciar su nombre al referirse a cualquier investigación de este conjunto romano, Patrimonio de la Humanidad.

El arqueólogo era, además, especialista en arameo, la lengua local antes de las invasiones árabes a la zona. Había cooperado con misiones de varios países para desvelar los secretos de Palmira, un oasis en la Ruta de la Seda con restos de hace dos mil años. El principal de ellos es el templo de Bel.

En imágenes no verificadas que circulan por Internet, puede verse un cadáver -supuestamente del arqueólogo- con un letrero que reza los cargos de lealtad al presidente de Siria Bashar Asad, contacto con el régimen y gestión de los "ídolos" de Palmira.

El Estado Islámico arrebató Palmira a las tropas oficialistas a finales de mayo pasado. Para evitar que el IS prosiguiera con su orgía de destrucción de restos arqueológicos, la dirección de Antigüedades evacuó varias piezas de gran valor arqueológico. Se cree que Jalid Asaad estuvo envuelto en estos trabajos.

Desde la entrada del IS en Palmira, el mundo científico ha contenido la respiración temiendo para Palmira un destino similar al que ya han sufrido otros lugares históricos como Hatra, Nimrud o el museo de Mosul: arrasados a dinamita y a mazazos.

Según testigos, el conjunto de Palmira sigue entero salvo la conocida estatua del León de Lat, reventada a principios de julio. El IS dice combatir la "idolatría", de acuerdo con su interpretación maniquea del islam, similar a la propugnada por Arabia Saudí y Qatar. En la otra cara de la destrucción iconoclasta del Estado Islámico está el jugoso negocio del tráfico de antigüedades.

La Unesco lo ha definido como "saqueo a nivel industrial", y probablemente Jalid Asaad murió por negarse a que los restos de Palmira alimentasen esta industria. Varios medios han relatado en los últimos meses cómo el IS participa del tráfico y además se lucra cobrando impuestos a quienes se dedican a desenterrar tesoros arqueológicos en Siria e Irak para vender en Turquía y el Líbano. Piezas que muchas veces llegan a bolsillos adinerados occidentales. (Lluís Miquel Hurtado / El Mundo)