miércoles, 15 de julio de 2015

julio 15, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

El inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto fue trepidante. Asombró con la velocidad, la precisión, la eficacia para concretar sus planes, y el ejercicio del poder.

Durante la campaña presidencial de 2012, nadie en su sano juicio hubiera pronosticado que el ninguneado candidato del PRI iba a aprobar de la mano con sus opositores una decena de reformas estructurales (energética, educativa, de telecomunicaciones, entre ellas); detendría a su amiga y aliada Elba Esther Gordillo, dirigente del sindicato más rico de Latinoamérica; capturaría al hombre más buscado del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán… y todo, en dieciocho meses.

Por eso en la prensa extranjera se acuñó el término de que el mundo atestiguaba el Memo, el Mexican Moment. México estaba de moda y Peña Nieto era el hombre del momento.


Pero llegó Ayotzinapa, y la tardanza del gobierno en responder ante la desaparición de los 43 estudiantes recordó a la ciudadanía y al planeta que existía ahí, viviéndose todos los días aunque el gobierno no hablara del asunto, un grave problema de inseguridad.

La prensa mundial se olvidó de ese México de las reformas y la mirada fue ya no de Mexican Moment, sino de Mexican Murder, asesinato mexicano, el Memu. Pasamos del Memo al Memu, advertí en estas Historias de Reportero, el 15 de octubre del año pasado.

Con la fuga del Chapo Guzmán, el gobierno de México ha dado otro salto: y ahora de plano está en el Meme. Así se le llama a las más mordaces burlas de internet. La administración Peña Nieto ha pasado del Memo al Meme. Las explicaciones oficiales con los detalles del escape son motivo de chunga.

Si teníamos los casos Ayotzinapa, Tlatlaya y las casas como los golpes más dañinos al gobierno actual hay que sumar, a la misma altura, la nueva fuga de Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, con el agravante de que al mismo tiempo es el derrumbe de uno de los principales logros de la administración. No sólo tienen un nuevo escándalo sino que perdieron una defensa.

Y el tema, como todo lo importante en el país, remite a la corrupción y la impunidad.
Ayotzinapa dañó irreversiblemente la imagen internacional del Presidente y su gobierno. México es visto en muchos lugares como un país sin libertades, con represión.

Con la segunda fuga de El Chapo la percepción es también de debilidad del Estado y la administración, donde los temas más prioritarios son cruzados por la corrupción… y el ridículo.

El gobierno de Estados Unidos ofreció de inmediato ayuda para su recaptura. Y si bien es cierto que su tecnología fue clave para detenerlo en febrero de 2014, la oferta refuerza la imagen de un país débil que necesita rescate.

Ojalá haya saldos políticos. Y pronto sepamos de renuncias. Y de alto nivel. Y no porque lo pida la comentocracia o porque lo griten las redes. Sino porque alguien, alguna vez, debe hacerse responsable de algo. No ha sucedido. Este sería un buen principio.

SACIAMORBOS. Ya sólo falta que salga Elba Esther Gordillo.

historiasreportero@gmail.com