sábado, 18 de julio de 2015

julio 18, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Mala suerte. La recién casada, frondosa y joven mujer de nombre Pomponona Tetonier, hizo que en la noche de bodas su flamante maridito le demostrara 12 veces seguidas su amor. (Nota: Esa hazaña está fuera de las posibilidades de un mortal común, pero el novio era de Saltillo, y ya se sabe que las miríficas aguas de esa hermosísima ciudad son capaces de hacer del más débil varón un viripotente amante). Terminado el trance duodécimo el muchacho cayó de espaldas en la cama. Estaba -quizá yo también lo habría estado en su lugar- exangüe, desfallecido, exánime, abatido, postrado, decaído, desmadejado, laso, agotado y consumido. "¡No te rindas, moreno! -lo exhortó ella-. ¡Hagámoslo una vez más!". "Pero, mi vida -pudo apenas decir él con feble voz-. ¡Ya lo hemos hecho 12 veces!". "¿Y qué? -preguntó ella sin entender-. ¿Acaso eres supersticioso?". Don Algón, salaz ejecutivo, le dijo a la lindísima chica que paseaba por la playa: "¡Qué coincidencia, señorita! ¡Mi cartera es exactamente del mismo color de su bikini!". Doña Pasita le preguntó a su nieta, muchacha en edad de merecer: "¿Cómo te ha ido con tu nuevo novio, Dulcilí?". "Es muy lindo -respondió ella con acento ensoñador-. Cuando estamos juntos me baja el Sol, la luna y las estrellas". Doña Pasita se alarmó: "¿Y nada más eso te baja?". Pepito logró que Rosilita aceptara ir con él al fondo del jardín, donde nadie los podía ver. "Ya sé lo que quieres -le dijo la pequeña con pícara sonrisa-. Quieres que juguemos a ser marido y mujer". "¡Ah no! -respondió Pepito-. Si jugamos a eso entonces no vamos a hacer cositas". La mala suerte parece enconarse con el Presidente. La verdad, eso me apena, pues si al Presidente le va mal eso se refleja en la suerte del país. La aplicación de su reforma energética, inspirada en ideas de modernidad, ha coincidido con malos tiempos en el panorama internacional del petróleo. De ahí que haya resultado un fiasco el que debió ser histórico día en que por primera vez desde la expropiación petrolera México se abrió al mundo en materia de energéticos. Muchos se alegrarán por eso que considerarán un fracaso de la administración. Yo no me alegro. Pienso que si al Presidente le va mal, a México también le va mal. En nuestra incipiente democracia no hemos llegado al punto en que la suerte del país se puede disociar de los avatares de la Presidencia. Entiendo que hay países europeos tan avanzados en política que la mayoría de la gente ni siquiera conoce el nombre de su primer ministro. Aquí si al Presidente le va mal, al país también le va mal. Todavía. Los socios del Club de Nudistas tuvieron su fiesta de gala. En el baile las cosas se pusieron muy agitadas. Llegada la hora de la cena el dirigente de la asociación se puso en pie para decir su discurso. Comenzó, emocionado: "Siento una extraña sensación al dirigirme a ustedes". Su mujer le informó en voz baja: "Es que tienes tu cosa metida en la ponchera". Susiflor le preguntó a Rosibel: "¿Cuándo va a pedir tu mano tu novio?". "No da trazas de pedir eso -respondió ella-. Más bien creo que pronto me va a pedir otra cosa". (¿Qué le iría a pedir? No lo sé. ¡En tantas partes se divide el cuerpo humano!). Gloricela, muchacha ingenua, cándida, casó con el joven empleado Garañolo, que trabajaba para el padre de la chica. Durante la noche de bodas el recién casado mostró supereminentes dotes de estupendísimo amador. En el momento del inefable deliquio, cuando llegaba al ápex de la deleitación sensual, exclamó Gloricela con acezante voz: "¡Qué equivocado está mi papá acerca de ti, Garañolo! ¡Dice que eres un bueno para nada!". (Ahora regreso. Voy a ver qué significa la palabra "ápex"). El agente vendedor llegó de regreso de un viaje. Antes de ir a su casa decidió tomarse una copa en el bar que solía frecuentar con sus amigos. Como de costumbre, no fue una copa: Fueron varias. Se le hizo tarde y llamó por teléfono a su casa. Contestó la nueva criadita, y le pidió el viajero: "Dígale a la señora que voy a llegar tarde". "¿Quién habla?" -preguntó la fámula. "¿Cómo quién habla? -se amoscó él-. ¡Habla el señor!". "Por eso -replicó sin inmutarse la criadita-. ¿Cuál de todos?". FIN.