martes, 16 de junio de 2015

junio 16, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Se aburría mortalmente Se aburría. Se aburría mortalmente. Su vida, pensaba cuando alguna vez pensaba, era un tedioso tedio. Eso de estar todo el día atrás de un mostrador, aunque fuera de joyería de lujo, y aunque la joyería fuera suya, era algo vacío de sentido, vacío de todo. Quiso vivir, viajar, ir por el mundo con su cámara como fotógrafo profesional. Pero era joyero porque su padre fue joyero, y joyero el padre de él. Desde muy joven aprendió el negocio. No había mucho que aprender: unos cuantos proveedores y unos cuantos clientes cuyos gustos y caprichos debía satisfacer. Era muy fácil halagarlos. Una sonrisa untuosa y algunas estudiadas reverencias. "Madame, nos acaba de llegar un pendentif de brillantes que parece hecho especialmente para usted". Había que decir "madame" y no "señora". Para eso llevaba ese apellido francés que tanto impresionaba a su clientela y que estaba en el nombre de la tienda: "Camelinat, joyeros". A aquel gordo empresario enriquecido en su trato con políticos, comprador asiduo: "Mon cher ami! Permítame mostrarle un brazalete de esmeraldas que puede ayudarle mucho en sus relaciones... públicas". Al decir eso una sonrisa pícara y un guiño de complicidad que hacía que el ricacho se pusiera como el sapo cuya ilustración venía en El tesoro de la juventud, que inflaba la piel de la garganta para atraer a la hembra. Fuera de eso jamás pasaba nada. Nada. Hasta el día en que llegó a la tienda aquel muchacho. Aunque llevaba traje y corbata se veía de condición modesta. Dijo que buscaba un anillo de compromiso. El joyero, que con un golpe de vista podía medir las posibilidades económicas de un cliente, sacó la caja con fondo de terciopelo
negro donde tenía los anillos más baratos. "No -rechazó el joven-. Quiero algo mejor". El joyero se inquietó. Dirigió una mirada a su asistente para prevenirlo. ¿No sería ese individuo un ladrón? Podía tomar un anillo o varios y salir corriendo de la tienda. El ayudante se colocó discretamente junto la puerta para impedir cualquier intento de escape. El muchacho no advirtió eso, ocupado como estaba en ver los anillos de la otra caja que sacó el joyero. Escogió uno de los más caros. "¿Cuánto cuesta?" -preguntó. El hombre le informó el precio. Dijo el joven: "Me lo llevo. Envuelva el estuche para regalo, por favor". Preguntó, cauteloso, el de la tienda: "¿Cómo lo va a pagar? ¿En efectivo o con cheque?" "En efectivo" -respondió el muchacho. El joyero no salía de su inquietud. Mientras envolvía el estuche trató de entablar conversación para saber el terreno que pisaba. "Escogió usted el mejor -le dijo-. Seguramente a su novia le va a encantar". "No tengo novia -sonrió el joven-. El anillo es para mi mamá". El de la tienda se sorprendió: "¿Un anillo de compromiso para su mamá?" "Sí -respondió él-. No conocí a mi padre. Cuando mi madre quedó embarazada de mí su familia le aconsejó que no me tuviera. Había medios para eso, le dijeron. Ella no los escuchó. Me dio la vida a pesar de todos y de todo. Con sacrificios me educó. Terminé mi carrera, y por mis calificaciones obtuve un buen trabajo. Con mis primeros sueldos le compro a mi mamá este anillo. En él va mi compromiso de ver siempre por ella, de corresponder a todo lo que hizo por mí". El joyero no supo qué decir, cosa muy rara en él, que sabía decirlo todo. Trató de encontrar algunas palabras de felicitación, pero su oficio no le había enseñado esas palabras. Terminó de envolver el estuche y lo puso en manos del muchacho. Aquello no era un asalto... En este punto me asaltó a mí una insana tentación. ¿Qué tal si escribo que el joven tomó el anillo y salió corriendo de la tienda apartando con un empellón al ayudante? Eso le quitaría al relato cualquier asomo de cursilería y le daría un final al mismo tiempo sorpresivo e irónico que gustaría a otros escritores. Pero en el fondo tengo buen natural, y no soy capaz de inventar un final así. El final de esta historia real es otro. Cuando el muchacho fue a pagar el anillo el joyero le dijo a su asistente: "Hazle al joven el descuento que hacemos sólo a los clientes importantes"...FIN