domingo, 21 de junio de 2015

junio 21, 2015
BRUSELAS, Bélgica, 21 de junio.- Grecia encara este lunes la jornada más decisiva para dirimir su futuro en la eurozona. Tras cinco largos meses de intrincadas negociaciones y un sentimiento extendido de frustración por el fracaso de las conversaciones con la troika para que desembolse los 7,200 millones del rescate, Atenas espera inquieta el veredicto de sus acreedores y socios del euro al nuevo programa de reformas. Las conversaciones avanzan poco a poco. La reunión que mantuvieron hoy por la noche en Bruselas los negociadores griegos con los acreedores permitió acercar posturas. Bruselas ve avances pero no aclara si son los definitivos.  

Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo; Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo; Donald Franciszek Tusk, presidente del Consejo Europeo y Jean-Claude Juncker  Presidente de la Comisión Europea. (Reuters)

Los ministros de Finanzas de la eurozona primero y los líderes europeos después tomarán el lunes el relevo para decidir si el paquete de medidas del Gobierno de Tsipras es lo suficientemente ambicioso o si deben preparar un plan de emergencia para la salida de Grecia del euro.

El primer ministro heleno mantuvo hoy una conversación telefónica con la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés François Hollande, y el presidente de la Comisión Jean Claude Juncker, a los que anticipó los contenidos de la propuesta que debería desbloquear el acuerdo. Tsipras les prometió ceder y cruzar algunas de sus líneas rojas para evitar un accidente. Atenas, dijo, aceptaría converger en torno al objetivo de superávit, suprimiría la jubilación anticipada, recortaría las pensiones complementarias más altas y subiría el IVA a algunos productos o servicios. No obstante, se niega a reducir los tres tramos del impuesto a dos, como piden los acreedores.

En concreto, Grecia se compromete a ahorrar 4,500 millones de euros cada año, tal y como le exige la troika. A cambio quiere que se transfieran los 27,000 millones de euros de deuda helena en manos del BCE al Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) para aliviar sus fianzas en los meses de julio y agosto, cuando vencen los préstamos del BCE. La segunda condición es que se incluya un plan para reestructurar la gigantesca deuda (180% PIB).

El rol del FMI también está sobre la mesa de negociación. El organismo dirigido por Christine Lagarde ha sido el azote del Gobierno griego, que lo quiere fuera del programa: «El FMI no debería estar en Europa. Espero que podamos encontrar una solución sin su participación», admitió ayer el ministro de Estado Nikos Pappás. Expertos del organismo critican el excesivo protagonismo del Fondo en los rescates y piden reducir su exposición en la eurozona. Alemania se niega. Exige que esté presente en cualquier programa presente o futuro de Grecia.

Las diferencias técnicas que separan a Atenas del acuerdo con los acreedores son estrechas pero de gran importancia política. Nadie quiere perder en el pulso ideológico que mantienen los socios de la eurozona con el Gobierno de Syriza. Desde Berlín a Atenas, todos tratan de responsabilizar a la otra parte de un posible accidente. El último en hacerlo fue el ministro de Finanzas Yanis Varufakis, quien advirtió a Merkel de que el futuro de Grecia está en sus manos: «O cierra un acuerdo honorable o escucha los cantos de sirena de aquellos que le animan a tirarnos por la borda. Mucho me temo que la elección es suya», escribió en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Los bancos griegos, al límite de la quiebra, confían más en la voluntad del BCE. Su Consejo decidirá hoy si mantiene o retira la respiración asistida a las entidades helenas. (Cristina Porteiro / lavozdegalicia.es / Spiegel)