miércoles, 20 de mayo de 2015

mayo 20, 2015
Pedro Echeverría V.

1. De pronto en la computadora, luego en la TV, descubrí un noticiario que me entusiasmó porque funcionaba todo el día; pero al ver que se trataba del periódico Milenio bajo la dirección de Carlos Marín –funesto personaje de Televisa- no he dejado de mirarlo pero con mucho cuidado. En estos últimos días ha sido muy notable la campaña contra Venezuela (también contra Ecuador) con un funesto comentarista Gil Games que vomita basura contra “la represión” que se registra en esos dos países contra “la prensa Libre”. Pero es obvio que él no defiende la libertad de expresión ni a los periodistas o reporteros, sino a los empresarios dueños de los medios que, aliados con el gobierno yanqui, buscan derrocar a los gobiernos de Maduro y Correa.

2. ¿O algún tonto piensa que cuando se defiende “la libertad de prensa” se está defendiendo a los reporteros, articulistas o trabajadores de la empresa? Nada de eso: se defiende a los grandes empresarios que forman parte de organismos internacionales estrechamente asociados con los grandes magnates yanquis, a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y otros gigantescos monopolios de la publicidad, del papel y ahora los propietarios de los satélites de información. Algún día los medios de información serán propiedad directa de los trabajadores diaristas y controlarán sus agencias o fuentes informativas evitando los que pueblos sean manipulados por los intereses del gran capital mundial que controlan los medios.

3. Por ello nos duele mucho no poder escuchar el noticiero diario de 4 horas de Carmen Aristegui (aunque me había comenzado a cansar la publicidad comercial que la empresa metía en sus últimos meses seguramente con la inteligente estrategia de que muchos ya desistamos de escucharla) y que un periódico como “Reforma” –aunque sea medio derechistas- haya que suscribirse para leerlo por internet. Por ello, desde el despido de Aristegui, he advertido a La Jornada y a Proceso -que desde que nacieron son casi mis fuentes únicas de consulta- que cuiden sus políticas ante las amenazas y represiones del gobierno peñanietista. No me imagino que además algún día me sea bloqueado el Internet.

4. En México el tres (3) por ciento de la población revisa o lee periódicos, pero el 95 por ciento ve, escucha y se entretiene durante muchas horas frente a la televisión. Leen periódicos los políticos, los intelectuales, algunos profesionistas y empresarios. La gente humilde (obreros, campesinos, marginados, incluso empleados) lee lo mínimo porque no está acostumbrado, no posee el tiempo o ha tenido escasas oportunidades de hacerlo. Por el contrario con la TV se invierten las cosas: alrededor del aparato televisor se reúne toda la familia y todo lo que ve y escucha se convierte en “la verdad” difundida y comentada. El cine, teatro, las noticias, la información, la cultura, “la verdad única”, sale de la televisión.

5. En la República mexicana, con 120 millones de habitantes, hay aproximadamente mil periódicos y mil estaciones de radio bajo el control de empresarios derechistas y conservadores. De la prensa escrita quizá hay cien periódicos con posiciones de centro y un poquito cercanos a la izquierda, pero en sí podría decirse que toda ella es empresarial. En la radio quizá los de las universidades y las comunitarias escapan del derechismo; pero en TV jamás podría haber un empresario que no sea derechista o medio fascista. ¿Qué han hecho los gobiernos del país frente a esos facinerosos medios de información sino premiarlos, aplaudirlos y otórgales siempre más concesiones? A partir de los años ochenta los medios son primer poder.

6. Leí Excélsior, Unomásuno (de los que también fui articulista hasta 1984) Actualmente La Jornada, así como también la revista semanal “Proceso” son las dos publicaciones más honestas que he considerado de centro-izquierda. Durante muchos años (desde 2006) escuché a Carmen Aristegui por la radio porque oír las noticias de “radio o tele Fórmula” sigue siendo inaguantable. Por TV desde los años sesenta tuvo el control Televisa o Canal 2 TV; Zabludovski y luego López Dóriga fueron los cacique de las noticias televisivas y los más altos manipuladores del pueblo mexicano durante los últimos 50 años. Zabludovski fue el gran poder de Televisa para imponer “la verdad” en México, más allá de la Secretaría de Educación.

7. En un libro: Prensa y Poder en el neoliberalismo (1982-2001) (que me sirvió de tesis doctoral) que publiqué en 2005, escribí: en las últimas dos décadas, al mismo ritmo en que la llamada globalización, el neoliberalismo, el capitalismo financiero e industrial, se fueron imponiendo en el mundo, el llamado “cuarto poder” fue perdiendo presencia y su función de “contra-poder” desapareció. Dice Ignacio Ramonet: “hoy día los medios de comunicación (emisoras de radio, prensa escrita, canales de TV, internet) pertenecen a grandes grupos mediáticos… Las empresas mediáticas agrupan ahora no solo a los medios tradicionales sino también a la cultura de masas, la comunicación y la información”. Es primer poder. (19/V/15)