jueves, 21 de mayo de 2015

mayo 21, 2015
José Repetto

La mañana del miércoles 13 de mayo de 2015, Guadalupe del Rosario Escobedo Martínez mató a Eduardo Antonio Fortuny Loret de Mola.

Los hechos se registraron en la avenida Colón (calle 21) por 30 de la Colonia García Ginerés, cuando la mencionada, quien transitaba en el carril central con su compacto Yaris placas YZH-4603, dobló de manera inesperada e imprudente a la izquierda, cerrándole el paso a Fortuny, quien conducía una motocicleta, y causando el accidente que derivó en su muerte.

De esta manera, la victimaria, la homicida, deja a una viuda, dos hijos sin padre, un niño que nunca tendrá un recuerdo claro de su abuelo, cuatro hermanos y numerosos amigos.

Cuando menos ocho personas sufrieron una pérdida directa, real e irreparable a raíz de la irresponsabilidad y desconsideración de la citada. ¿El castigo? En estos casos ya no lo hay, no en Mérida, no en Yucatán. A la indiciada se le fijó una fianza de 80 mil pesos. Eso es lo que vale la vida humana bajo nuestras leyes actuales.

En tu automóvil, sintiéndote dueño del camino, puedes matar a un hombre, a diez niños, a una familia entera, etc., pagar tu fiancita, "reparar el daño" y regresar al día siguiente a tus actividades muerto de la risa.

Mucho se maneja el concepto de "reparación del daño" en estos casos, pero tal concepto resulta necio y obsceno cuando se habla de una vida humana. El daño simplemente es irreparable ya que no hay cantidad que pueda regresar a la vida a la víctima.

Respecto a la homicida, únicamente se sabe que es licenciada en Administración Egresada del Instituto Tecnológico de Mérida (Cédula No. 3065056).

Sin embargo, en Mérida siempre será "la señora que mató a Eduardo Fortuny", reputación que sin duda se merece.