viernes, 3 de abril de 2015

abril 03, 2015
ROMA, Italia, 3 de abril.- Papa Francisco encabezó los oficios de Viernes Santo y meditó sobre los cristianos perseguidos. En la noche presidió el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo romano.

El predicador de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa, reflexionó sobre la persecución que en la actualidad sufren miles de cristianos en todo el mundo, muchos de los cuales son asesinados a causa de su fe. El fraile capuchino habló ante el Papa Francisco del significado de Cristo como “Ecce Homo” y de todos los hombres que son imagen de este siervo sufriente en el mundo.

Lo hizo durante la homilía del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro presidida por el Pontífice, quien se postró en el suelo ante la Cruz como signo de adoración.

Este es el único día del año que no se oficia misa ni se realiza la consagración, que para los católicos es la conversión del pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

El Vía Crucis

El Papa Francisco presidió esta noche (hora local) el Via Crucis del Viernes Santo en las afueras del Coliseo Romano en la Ciudad Eterna, acompañado por miles de personas que rezaron con devoción en el día de la Pasión y Muerte del Señor Jesús.

En este Via Crucis, en el que una gran cantidad de personas participó portando velas y meditando en cada una de las estaciones, se leyó las reflexiones preparadas por el Obispo Emérito de Novara (Italia), Mons. Renato Corti, que les puso como título “La Cruz, cima luminosa del amor de Dios que nos protege - Llamados, también nosotros, a proteger por amor”.



Entre los temas, entre otros, los cristianos perseguidos como el pakistaní Shabbaz Bhati que fue asesinado por los terroristas musulmanes de Al Qaeda en marzo de 2011.


En su testamento espiritual escribió: “recuerdo que un viernes de Pascua, cuando sólo tenía trece años, escuché un sermón sobre el sacrificio de Jesús por nuestra redención y por la salvación del mundo. Y pensé corresponder a su amor dando amor a nuestros hermanos y hermanas, poniéndome al servicio de los cristianos, especialmente de los pobres, los necesitados y los perseguidos que viven en este país islámico”.

Entre las personas que portaron la cruz en esta especial oración, estaban fieles provenientes de países en donde los cristianos sufren una intensa persecución: en la sexta estación, dos religiosas iraquíes dominicas de Santa Catalina de Siena; en la séptima estación dos católicos sirios; en la octava estación dos personas de Nigeria; en la novena dos fieles egipcios; y en la décima dos católicos de China.

En la cuarta estación, los participantes hicieron una especial oración por la familia, pidiendo especiales oraciones por el Sínodo que se realizará en octubre en el Vaticano.

La meditación decía lo siguiente: “Señor Jesús, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela de Jerusalén nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los demás, pero lo más importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de lo posible. Lo intentaremos”.

Para marcar la importancia de este tema, han sido tres familias las que portaron la cruz en el Via Crucis: en la segunda estación una familia numerosa; en la tercera una familia con hijos adoptivos; y en la cuarta una familia con sus tres hijos.

Otros de los temas de las reflexiones ha sido las mujeres en la Iglesia; los marginados; los cristianos tibios; el tráfico de seres humanos, la pena de muerte y la explotación infantil.

Sobre el genio femenino, la meditación de la sexta estación señalaba: “Señor Jesús, las mujeres sostienen en gran medida el anuncio de la fe en el mundo y el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo testigos de esa felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el secreto profundo de sus vidas. Cuídalas como signo luminoso de maternidad junto a los últimos que, en sus corazones, son los primeros”. (aciprensa.com / Vatican Insider / Repubblica)