sábado, 4 de abril de 2015

abril 04, 2015
CIUDAD DEL VATICANO, 4 de abril.- En la Vigilia Pascual, celebrada la noche de este sábado en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco bendijo el "fuego nuevo" de la Vigilia Pascual. La celebración comenzó poco después de las 20:30 horas de Roma con la bendición, en el atrio del templo. Con una estaca calentada por el fuego, Francisco marcó un gran cirio pascual con una cruz y los símbolos de las letras griegas Alfa y Omega. Con una oración hizo referencia a Jesús, principio y fin del universo.

Con el cirio encendido, el líder católico encabezó la procesión por la nave central de San Pedro a oscuras. Se cantó el “Exsultet” y tuvo lugar la “liturgia de la palabra”, donde se leyeron varios pasajes bíblicos. 

Papa Francisco sostiene un cirio encendido en la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro, hoy sábado. (Andrew Medichini / AP)

La Pascua no es un hecho intelectual, es un misterio al que se entra con humildad, afirmó el Papa Francisco durante la Vigilia, en la que invitó a los fieles a aprender de las primeras discípulas de Jesús, que velaron “con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida”.

La ceremonia comenzó con el encendido de la llama pascual en el atrio de la Basílica, para luego trasladar el cirio pascual en procesión al interior del templo. Ya dentro, un diácono entonó el pregón pascual, el antiguo himno que alaba la resurrección. Asimismo, unas siete mil velas fueron encendidas por los fieles, congregados dentro de la iglesia.



Ante los fieles reunidos, el Santo Padre recordó que “esta noche es noche de vigilia”.  “El Señor no duerme, vela el guardián de su pueblo, para sacarlo de la esclavitud y para abrirle el camino de la libertad”, afirmó.


Francisco explicó que esa noche fue “de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús”.

“Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: ‘¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...’. Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta”.

El Papa recordó que ellas “’entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco’ (…) En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor”.

“No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más”, afirmó.

En ese sentido, explicó que “entrar en el misterio significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla”.

Añadió que “entrar en el misterio” exige no tener miedo de la realidad, sino “ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón”.

“Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio”.

Francisco señaló que todo esto lo enseñan las discípulas de Jesús que velaron junto a María, quien las ayudó a no perder la fe y la esperanza. “Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida”.

Y estableció: “Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida”.

Durante la ceremonia, el Papa también bautizó y confirmó a diez catecúmenos (neófitos): cuatro hombres y seis mujeres, de las cuales una es una adolescente de trece años. Cuatro son de Italia, tres de Albania, y los otros tres provienen de Camboya, Kenia y Portugal. (aciprensa.com / Andrés Beltramo Álvarez / Vatican Insider)