martes, 7 de abril de 2015

abril 07, 2015
Tal vez seamos menos inteligentes de lo que pensamos. Pero no es culpa nuestra. El responsable es Google. O, más bien, todos los motores de búsqueda disponibles en línea. Desde gigantes como Yahoo! a DuckDuckGo, pasando por Bing. Debido a que, según un estudio de la Universidad de Yale, que acaba de publicarse en la revista de la Asociación Americana de Psicología, el ser capaces de encontrar cualquier información en la web nos lleva a sobreestimar nuestras capacidades cognitivas hasta hacernos creer que podemos entender cualquier tema, o casi, sólo porque está a un clic de distancia. Pero no. No basta juguetear un poco para adquirir conocimientos. Por el contrario, advierten los investigadores estadounidenses, "un conocimiento personal exacto es difícil de conseguir e internet puede hacer que esta tarea sea aún más difícil."


"Internet es un ecosistema potentísimo, donde se puede hacer cualquier pregunta y potencialmente tener acceso a todo el mundo del conocimiento humano", dijo al Telegraph Mateo Fischer, coordinador del análisis firmado con Mariel Goddu K. y Frank C. Keil. "Pero cuando la gente tiene que usar su exclusiva capacidad, tiende a ser muy imprecisa acerca de lo que sabe y lo que depende de la web." Agrega el psicoterapeuta Alberto Rossetti a Repubblica.it: "Deberíamos distinguir entre las noticias que profundizamos convirtiéndolas en nuestras, de una lectura superficial. Un ejercicio difícil, pero necesario, si queremos evitar la proliferación de errores virales y la desinformación. La impresión es que la nueva investigación refleja perfectamente lo que vivimos todos los días: todo el mundo habla de todo, todos son expertos en todo, incluso cuando no tienen la capacidad para hablar en profundidad de ciertos temas".


De la realidad al laboratorio el salto es corto. Y más concretamente, bajo la mirada de los científicos, han terminado más de mil sujetos que el equipo de Yale ha reclutado en línea y que participaron en varios experimentos. Diferentes pruebas, con un objetivo común: para entender cómo la oportunidad de pedir información en línea, de cualquier tipo, en cualquier momento, afecta concretamente la percepción de nuestras facultades intelectuales. Una cuestión importante, porque ahora internet se ha convertido en un eje central para enterarse de las noticias de todos los días. El resultado de los cuestionarios: "El valor que atribuye cada uno a su capacidad de responder a las preguntas creció después de buscar las explicaciones en la web", dico en la parte inicial del estudio. Y a continuación, se especifica "El efecto persiste si la respuesta no facilita información útil o incluso si no hay ninguna respuesta."

En otras palabras: el que durante los cuestionarios tuvo la oportunidad de echar un vistazo a Google & Co. cree que posee un conjunto de habilidades superiores. No sólo eso, incluso un cerebro más activo que el promedio. Y que podían salir mejor que quienes han adquirido el conocimiento de la manera tradicional: al escuchar a un maestro, un amigo, o leyendo en los libros. Una confianza lo suficientemente fuerte para no abandonarla aun cuando la expectativa resultó ser pura ilusión y el sujeto no pudo alcanzar los objetivos. Pero cuya razón de ser parece estar confinada "al acto de investigar en sí mismo." Sería suficiente, en definitiva, estar seguro de poder contar con el apoyo de la tecnología para sentirse súper inteligente. Demasiado. ¿La razón? "Las personas", continuaron los investigadores en el informe, "confunden el acceso a la información con la comprensión personal de la información. Y colocando, erróneamente, el conocimiento externo en su cabeza, tienden a exagerar el trabajo intelectual que son capaces hacer". Una inclinación que, de acuerdo con lo que sugieren los psicólogos, es muy evidente entre los más jóvenes, quienes habitualmente llevan el smartphone en el bolsillo. Y sacarlo en caso de necesidad.

No es la primera vez que el uso de los contenidos en línea, posible gracias a los motores de búsqueda, se convierte en objeto de una discusión científica poco favorecedora. Ya en 2010 un estudio de la Universidad de Columbia había anticipado la tendencia de los internautas a considerar la computadora como una especie de memoria externa, dando como resultado una mutación, y una mutilación, de la propia capacidad de recordar. Una característica llamada "efecto Google", que ahora parece que encontrar una nueva confirmación y nuevas facetas. ¿Alguna solución para frenar los efectos secundarios de la cultura a unos pocos clics de distancia? "Querido sobrino, apréndetelo de memoria", fue el llamado lanzado por Umberto Eco en enero de 2014. Ha pasado un año, pero la sugerencia es aún válida. Más y más. (Rosita Rijtano / La Repubblica / CBS)