viernes, 27 de marzo de 2015

marzo 27, 2015
BERLÍN / MADRID, 27 de marzo.- Este viernes se ha conocido que el piloto del Airbus A320 que se estrelló en los Alpes, Patrick Sondenheimer, que abandonó la cabina por razones fisiológicas, intentó forzar la puerta de la cabina con un hacha, según fuentes de seguridad citadas por le diario alemán 'Bild'.

Mientras que el copiloto bloqueó la puerta de la cabina y maniobró el avión para iniciar su descenso por razones aún desconocidas, el piloto del vuelo Germanwings utilizó el hacha que se encuentra de la aeronave, para tratar de forzar la puerta blindada, y así intentar evitar el siniestro, en el que perdieron la vida otras 149 personas.

La Policía registró la casa de Andreas Lubitz en Montabaur, a una hora de distancia de Dusseldorf. (lapresse)

Un portavoz de la aerolínea alemana Germanwings explicó al diario que el hacha tiene que estar siempre a bordo del avión. Dicha herramienta "es parte de la seguridad para un equipo A320", afirmó.


Según confirmó este jueves la Fiscalía de Marsella, encargada de la investigación del accidente, Lubitz se quedó solo en la cabina y "accionó el botón de descenso de manera voluntaria" mientras el comandante había abandonado la cabina para ir al servicio. Cuando el capitán quiso regresar a la cabina le fue imposible volver a entrar, ya que el copiloto accionó el bloqueo manual de la puerta.

En el audio extraído de la única caja negra que se ha hallado por el momento, el piloto y la tripulación intentaron derribar la puerta, que es blindada, en el momento en el que en el aparato se activaba la alarma que indica una rápida aproximación al suelo. Lo que ha llevado al fiscal a pensar que "el copiloto tenía la intención de destruir el avión".

Este jueves también se revelaba que hace seis años Lubitz había sufrido una depresión y el síndrome 'burnout', por el cual se vio obligado a abandonar sus estudios. Sin embargo, el episodio depresivo quedó oculto por las buenas calificaciones, y en 2013 finalmente fue contratado por Germanwings y vio cumplido su sueño.

Los investigadores tratan de reconstruir la vida de Lubitz, buscando un motivo para explicar sus acciones.

Asimismo, señalaron que el análisis de las posibles pruebas llevará "algún tiempo", pero garantizaron que informarán sin demora a los familiares de las víctimas y a la opinión pública de cualquier novedad esencial en la investigación.

Anoche, el director ejecutivo de Germanwings, Thomas Winkelmann, expresó su consternación y espanto.

"Estamos todos completamente en shock", dijo Winkelmann en un programa del canal de televisión alemana ZDF. "Se trata de un hecho que no podríamos haber imaginado", aseguró, y añadió que es algo "completamente inexplicable".

"Me queda la duda de si una persona que quiere cometer un acto criminal con esta energía podría ser frenado si, por ejemplo, hubiera una azafata o miembro de la tripulación en la cabina", señaló Winkelmann.

Dilatada experiencia

Sondenheimer es otra víctima inocente más. Tenía nada menos que diez años de experiencia y acumulaba más de 6,000 horas de vuelo, la mayor parte de ellas en la matriz Lufthansa, a cuya filial de bajo coste, Germanwings, se había incorporado en mayo de 2014. Anteriormente, había trabajado en la aerolínea Condor. El diario alemán «Bild» precisa que tanto él como Lubitz eran de nacionalidad alemana.

Sondenheimer estaba casado y era padre de dos hijos. Según las las declaraciones de un piloto a «Bild», Sondenheimer era un profesional «muy experimentado, uno de los mejores». (Rosalía Sánchez / El Mundo / abc.es)