sábado, 21 de marzo de 2015

marzo 21, 2015
NÁPOLES, Italia, 21 de marzo.- ¿Podrá hacer el milagro y disolver la sangre de San Genaro? Es la gran pregunta que muchos se hacían ayer en la ciudad de Diego Maradona, la pizza y el Vesubio, que hoy recibirá triunfalmente a otro hijo ilustre de la Argentina: el papa Francisco.

Será una etapa crucial de esta visita de 12 horas que movilizará a tres millones de personas. De hecho, será por la tarde en la catedral cuando el Papa venerará las reliquias del santo patrono, San Genaro. ¿Se dará entonces el miracolo de la licuefacción de la sangre del obispo mártir del siglo IV?

El prodigio suele ocurrir tres veces al año, en fechas tradicionales: el sábado anterior al primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre. Pero la historia cuenta que también sucede durante visitas importantes de monarcas, religiosos y figuras eminentes que rinden homenaje a las reliquias.



Cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron Nápoles no hubo milagro. "Pero San Genaro hará el milagro para Francisco, porque él es simple, terrenal, humano, uno de nosotros", dice a La Nación Attilio Esposito, dueño de un bar en la Via Duomo.


"Seguro San Genaro hará el milagro porque el Papa es argentino, como Diego, y los napolitanos somos un poco argentinos", coincide Giuseppe, un vendedor ambulante de carteras de marcas de lujo falsas, que, como todos los locales, idolatra a Maradona, que en 1986 hizo ganar al equipo local su primer título de la historia.

Nápoles, ciudad fascinante y llena de contrastes, es considerada la más "sudamericana" de Italia por su desorden, bullicio y alegría innatos. Aquí los argentinos se sienten en casa. Para la primera visita del Papa, la ciudad estará irreconocible.

Francisco, que llegará aquí después de rezarle a la Virgen de Pompeya, encontrará una Nápoles semiparalizada. Desde la medianoche, la comuna puso en marcha dispositivos de seguridad draconianos, con la ciudad dividida en zonas de diversos colores, inaccesibles al tránsito. La gente podrá moverse en los medios públicos, que serán gratuitos para la ocasión, pero algunas líneas y hasta los tradicionales funiculares suspenderán su funcionamiento por varias horas.

Francisco arrancará su visita en el barrio de Scampia, en el norte de la ciudad y tristemente célebre por la guerra entre clanes de la Camorra. ¿Excomulgará a los mafiosos como hizo el año pasado en Caserta? Imposible saberlo, pero seguramente al encontrarse con la gente de esta periferia símbolo de todos los problemas que aquejan al sur de Italia -desempleo, ilegalidad, criminalidad organizada- llevará palabras de aliento.

"Scampia fue elegida puerta de la ciudad porque toda Nápoles es periferia de este mundo donde crecen las desigualdades. Así, el Papa le da fuerza y significado a su idea de Iglesia pobre. Pero hay más: aquí el Santo Padre encontrará el futuro de Nápoles, porque aquí vive el mayor número de jóvenes de la ciudad", explicó a la prensa Francesco Minervino, párroco de Scampia.

Este barrio se volvió famoso gracias al best seller de Roberto Saviano, Gomorra, que fue luego llevado al cine y, también, a una exitosa serie televisiva.

Después de Scampia, en un papamóvil sin blindaje pese a la psicosis por posibles atentado del grupo Estado Islámico, Francisco se trasladará a la Plaza del Plebiscito, corazón de la ciudad, donde celebrará una misa ante miles de personas.

Allí, ayer hervían los preparativos para recibirlo. Frente al imponente Palazzo Reale, imposible de admirar debido a que está cubierto por trabajos de restauración, una grúa colocaba una pancarta con el lema de la visita papal: "Dar paso a la esperanza".
Controles

Carabineros y militares del regimiento de los "alpinos" controlaban la zona, donde también había algunas pantallas gigantes. Fiel reflejo de la difícil relación con la basura que hay en estas latitudes, pese a que los contenedores de residuos habían sido sellados "por motivos de seguridad", podían verse algunos ya forzados con basura.

"El Papa debería venir aquí todos los días", comentó Michele Esposito, jubilado, al señalar cómo limpiaban, podaban y les lavaban la cara a las zonas por donde pasará Francisco. "Ahora, si usted viene al barrio en el que vivo, sigue siendo una zuzzimma [gran suciedad, en dialecto napolitano]", agregó, resignado.

Francisco almorzará con 90 detenidos de la cárcel de Poggioreale, entre ellos, diez transexuales, homosexuales y enfermos de sida. Después de un breve descanso en el arzobispado, irá a la catedral para venerar las reliquias de San Genaro, donde también se reunirá con el clero y religiosos. Luego de reconfortar enfermos en la Iglesia del Gesú, cerrará la visita con un encuentro con jóvenes y familias en la costanera Caracciolo, frente al espectacular Golfo de Nápoles. (lanacion.com.ar)