martes, 24 de marzo de 2015

marzo 24, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez

Es cierto que el mar se ha ido comiendo la playa; es cierto que entre las construcciones que rompen reglas y el calentamiento global hay menos arena que antes y la que aún existe no está tan limpia como hace veinte años; es verdad que aquella solitud se ve algo mermada por la presencia de desarrollos que llevan más y más gente; pero Chelem sigue teniendo esa acentuada brisa de pueblo frente al mar que, para cualquiera que llegue de un sitio ajetreado, representa casi un spa patrocinado por la naturaleza.

A las casas se llega por veredas de arena que desgastan los automóviles, frecuentemente se va la luz eléctrica y hay pocos restaurantes y comercios. No sé si eso es queja o ventaja. Chelem, comisaría del municipio de Puerto Progreso, Yucatán, es para aislarse de todo.

Seguramente eso quería Víctor Aguirre Garzón, alias El Gordo, el líder del Cártel Independiente de Acapulco (CIDA). Fue aprehendido el 10 de marzo en la casa de Chelem donde vivía con su familia.


El arresto pareció uno más. Aunque su nombre figuraba en la famosa lista de los 122 más buscados por el gobierno de Enrique Peña Nieto, su captura no fue la gran noticia. ¿Quién es Víctor Aguirre? Pocos saben. No es El Chapo, El Chayo, La Tuta, Carrillo Fuentes, pero para Estados Unidos se había convertido en una prioridad.


En fechas recientes, en el intercambio de información binacional, los cuerpos de inteligencia de la administración de Barack Obama habían enfatizado en la urgencia de detener a este personaje.

Según fuentes diplomáticas estadounidenses, le atribuían un valor estratégico notable: había desplazado a Afganistán como principal proveedor de la heroína que se consume en la Unión Americana.

Por mucho tiempo, los talibanes dominaron el mercado de heroína. Como este grupo extremista islámico era el gobierno oficial de Afganistán, solapaban y se financiaban con grandes cultivos de amapola. Eso comenzó a cambiar a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Estados Unidos los ubicó como patrocinadores de la red terrorista Al Qaeda, invadió Afganistán en represalia por los ataques en su territorio y derrocó a los talibanes del poder. Por varios años los caciques afganos lograron mantener la producción de la flor de la amapola, de cuyos bulbos se extrae la goma de opio que deriva en heroína y que exportan a América.

Sin embargo, su capacidad productiva fue en declive y en cambio, los consumidores empezaron a resultar fascinados con un tipo de heroína que no provenía de Afganistán. Se produce en México, concretamente en la región de la Montaña de Guerrero. Se volvió la más importante en el mercado vecino.

Ante ello, el gobierno de Estados Unidos empezó a presionar más y más al de México para capturar al hombre que identificaron como jefe del cártel productor de esa droga. Era Víctor Aguirre. Cayó frente al mar. Lejos de su centro de operaciones.

SACIAMORBOS: Continuará…