domingo, 15 de marzo de 2015

marzo 15, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Caperucita Roja iba por el bosque. Llevaba en su canastita algunos panecillos y dos botellas de ginebra para su anciana abuela, e iba cantando con dulce voz la canción The lady in red, de la película In Caliente (1935). En eso salió el Lobo Feroz de atrás de un árbol y le dijo con ominoso acento: "¡Te voy a besar donde nadie te ha besado!". Respondió Caperucita, displicente: "Pues sólo que sea en la canasta". Dos marcianos llegaron a una ciudad de la Tierra. Se separaron para explorarla, y luego se reunieron en una esquina. Uno de ellos estaba frente a un buzón de correos y una alarma de incendios. Le dijo al otro: "Ni te hagas ilusiones. La gorda nada más se está ahí con la bocota abierta, y la pelirroja se suelta gritando si le pones una mano encima". Dos muchachos y una chica se conocieron en una fiesta. Dijo el primero: "Me llamo Pedro, pero no soy apóstol". Dijo el segundo: "Me llamo Juan, pero no soy evangelista". Y dijo la muchacha: "Me llamo María, pero no soy. Ustedes saben". Don Algón pasó un fin de semana en Acapulco con su linda secretaria. El lunes siguiente le preguntó en la oficina, romántico y ensoñador: "¿Olvidarás, querida Rosibel, esas dos noches que pasamos junto al mar?". Replicó ella: "¿Cuánto me da por olvidarlas?". Susiflor se señaló la entrepierna, y luego el dedo anular de la mano izquierda. Le dijo al galán que la asediaba: "Nada entra aquí si primero el anillo no entra acá". Babalucas se dispuso a hacerle el amor a Pirulina. Preguntó ella, cautelosa: "¿Tienes alguna protección?". "Sí -respondió el badulaque-. Seguro de vida y póliza de gastos médicos mayores". Otro de Babalucas. La hermosa joven de la que estaba enamorado se negaba a casarse con él. Babalucas le comentó a un amigo: "Voy a engañarla. Le diré que estoy embarazado". El tipo que pedía trabajo le dijo al gerente de la tienda: "Soy el vendedor más grande del mundo. Tengo un enorme poder de convicción. Mire usted: hice que mi esposa sintiera compasión por la pobre muchacha que perdió en mi coche su pantie y su brassiére". Uglilia era realmente fea. Subió al Empire State y fue atacada por aviones. En su aniversario de bodas la señora le pidió a su marido que la llevara a un lugar caro. Él la llevó a una gasolinera. Cierto magnate se hartó de su mujer y contrató a un sicario para que la sacara de este mundo. El asesino le dijo que lo haría por 10 mil dólares. Un resto de compasión hizo que el vil sujeto preguntara: "¿Sufrirá mi esposa?". Respondió el matón: "Eso le costará mil dólares más". Don Geroncio, señor bastante entrado en años, contrajo matrimonio con Glorilí, muchacha en flor de edad, y muy hermosa. A las pocas semanas de casados la desposada se enteró con asombro de que su senescente marido la estaba engañando con una mujer añosa, y además de muy mal ver. Le preguntó enojada: "¿Qué tiene ella que no tenga yo?". Respondió con un suspiro el valetudinario caballero: "Paciencia".Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, fue al zoológico y se puso a observar al canguro. Llena de curiosidad volvió la vista a todos lados para ver si alguien la miraba, y como no había nadie le tocó al marsupial los testes dídimos o compañones. Al sentir ese tocamiento el canguro brincó la cerca, y dando grandes saltos echó hacia la calle. Acudió presuroso el guardia del zoológico y le preguntó a la señorita Sinpitier qué había sucedido. "No me lo explico -respondió ella, confusa-. Lo único que hice fue tocarle al canguro los éstos. El animal brincó la cerca y se alejó saltando". Dijo el guardia: "Debo alcanzarlo antes de que llegue a la calle. Tóquemelos ahora a mí". El recién casado felicitó con ternura a su adorada mujercita: "¡Qué rica comida, Dulcimela! ¿Tú misma la compraste?". Dos gatitas estaban en el tejado, y pasó frente a ellas un hermoso gato. "¡Wow! -exclamó con admiración una de las gatitas-. ¡Me gustaría pasar un rato con ese galanazo!". "Olvídalo -le dijo la otra-. Yo estuve anoche con él, y lo único que hizo fue hablar de no sé qué operación que le hicieron hace días". Facilda Lasestas fue con un dentista a que la revisara. El odontólogo le pidió que se sentara en el sillón y le dijo: "Abra lo más que pueda". Respondió Facilda: "No será mucho, doctor. El sillón tiene brazos". FIN.