miércoles, 25 de marzo de 2015

marzo 25, 2015
Gilberto Avilez Tax

Ayer* me cuestionaron si mi texto sobre la región de Peto tenía una raigambre dicotómica para mirar a las sociedades agrarias. La pregunta fue formulada más o menos así: ¿Hago en 700 páginas en realidad la apología de la víctima, del "perdedor", del campesino maya subalterno, y por el contrario, llamo a cuentas de forma implacable a las "elites rurales", a los "dzules" del pueblo para sentenciarlas y, al final, afusilarlas?


Me gusta la idea de fungir como juez, pero los moldes científicos de la historia no estriban en eso. Simplemente digo que, en 100 años de historia pueblerina, el modelo para analizar los pueblos rurales alejados de Mérida recorren una senda racista, excluyente de la diversidad. Nada nuevo es esto para cualquier burdo conocedor de la historia yucateca.

Pero, sin duda, planteo una tesis que muy pocos han abordado seriamente: la idea de que los pueblos yucatecos de la segunda mitad del siglo XIX, es decir, los pueblerinos "subalternos", mientras más se alejaban del centro irradiador del capitalismo (Mérida y su región), y más se acercaban a la territorialidad de Chan Santa Cruz, tuvieron un mayor margen de maniobra, contaron con mayores elementos de cohesión social para hacer frente a los intereses del mundo neocolonial de Yucatán, y al final, en la década de 1890 y en los años de las revueltas en el campo yucateco (1909-1924) ejemplificaron prístinamente su sedimento autonómico apelando al discurso de la infra y la baja política, así como al discurso más elocuente fraguado por los pobres de la tierra: la violencia creadora.

En este sentido, podríamos preguntarnos y respondernos cuál fue la importancia de la guerra de castas para la historia de Yucatán. Sin duda mi respuesta estriba en la defensa de la tradición maya dentro de Santa Cruz, así como en las fronteras con la territorialidad rebelde, y el hecho indudable de la defensa agraria llevada a cabo de diversas maneras tanto en la frontera como dentro de la territorialidad rebelde. 

* Texto publicado originalmente el martes 24 de marzo de 2015