miércoles, 11 de febrero de 2015

febrero 11, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez / 11-II-14

En la pasada campaña presidencial, concretamente el 6 de junio de 2012, le pregunté a Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato del PRD-PT-Movimiento Ciudadano, qué contestaba a las cifras del Inegi que exhibían que durante su gestión como jefe de Gobierno del Distrito Federal no disminuyó la pobreza, a pesar de los programas sociales que tanto presumía y prometía replicar en todo el país en caso de ser electo.

“Yo tengo una visión y lo que tú dices no es cierto”, me reviró. Le recordé que eran datos del Inegi.

—No corresponden a la realidad.

—¿Está mal el Inegi?


—Sí. Está mal el Inegi.

—Ah, ok.

—Sí, claro que sí, porque la realidad, es decir, la realidad es otra cosa.


Así, López Obrador, experto en culpar a la realidad cuando ésta no se ajusta a sus designios, en una frase y sin prueba ninguna, descalificó al Inegi.

Algo similar está haciendo el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet.

El año pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) realizó un casi exhaustivo y nada barato Censo Educativo. Visitar todas las escuelas, ubicar a todos los maestros, definir las condiciones de los centros escolares y qué profesores estaban realmente dando clases fue la tarea.

Uno de los objetivos era limpiar de aviadores la nómina de maestros y que a partir de este 2015, las secretarías de Hacienda y Educación Pública definieran la nómina y empezaran a pagar los sueldos de los maestros.

Sin embargo, en la SEP no están usando el Censo Educativo para conformar la nómina. En público disimulan. En privado lo aceptan. Varias fuentes bien enteradas me han revelado que su argumento es que “el censo no sirve porque está desactualizado” (como si su propio retraso en depurar la nómina no fuera factor). Así. Sin más prueba. Descalificado el Inegi. Como López Obrador.

¿Qué están usando entonces para conformar la nómina de maestros? Mesas de negociación con los gobernadores y con el sindicato (tanto el oficial como su disidencia, la CNTE), que son curiosamente quienes por décadas la llenaron de compromisos políticos, herencias de plazas, manifestantes leales, choferes, secretarias, aviadores que cobran como maestros pero no están frente a ningún grupo de niños.

Esta semana, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) volvió a bloquear el Paseo de la Reforma de la ciudad de México y a instalarse en plantón en el Monumento a la Revolución.

Exigen que la nómina se negocie y que se eche abajo la reforma educativa nacional para que ellos puedan seguir faltando a clases, para que no sean evaluados, para que puedan heredar sus plazas y demás trapacerías.

SACIAMORBOS. De entrada, sólo esta semana acumularán al menos tres faltas consecutivas sin justificante. Si se aplicara la ley en Oaxaca, eso ameritaría el automático despido de todos los que acamparon en el centro del DF. Pero en Oaxaca no hay ley, el gobernador Gabino Cué es un (mal) chiste y el gobierno federal tiembla ante los malos maestros.

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