sábado, 10 de enero de 2015

enero 10, 2015
PARÍS, Francia, 10 de enero.- El Estado francés no quiso dar ninguna opción a los yihadistas. No quiso negociar con ellos ni darles tiempo para mantener la tensión. Y ni mucho menos darles la oportunidad de glorificar su imagen o intentar buscar la emulación de sus acciones. Dos de los terroristas que perpetraron el ataque contra la redacción de la revista «Charlie Hebdo» se habían atrincherado en una imprenta al nordeste de París con un rehén. Un tercer yihadista se había apoderado de un supermercado de comida judía (kosher) en la capital francesa con un número indeterminado de rehenes. Tras una primera toma de contacto y tras instarles a la rendición, el Gobierno dio la orden de asalto. En la acción murieron los tres terroristas y cuatro rehenes. Una operación relámpago que ayer fue aplaudida por la opinión pública.

Tras el asalto, el presidente, François Hollande, y el primer ministro, Manuel Valls, pronunciaron un mensaje de unión nacional en la defensa de la democracia y la tolerancia. Hay que remontarse a la guerra de la independencia de Argelia, durante los años 60 del siglo XX, y a la gran crisis de los suburbios del invierno de 1985, para encontrar paralelismos con las matanzas que se han sucedido en estos días.

La caza de los hermanos terroristas. Uno de ellos, responsables del ataque contra 'Charlie Hebdo', Chérif Kouachi, dijo a BFMTV que pertenecía a "Al Qaeda en Yemen", mientras que el asaltante del supermecado judío de París, Amedy Coulibaly, habló con la misma cadena para declararse miembro de Estado Islámico. (fotograma)

BFMTV ha revelado la existencia de ambas conversaciones una vez concluidos los asaltos en los que han perdido la vida Chérif Kouachi y su hermano --en una imprenta de Dammartin-en-Goële (en esta foto)-- y Coulibaly --en la tienda de París--. (AFP)

Narit al Nadhari, una autoridad de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) en materia de la ley islámica, amenazó a Francia con nuevos ataques en un audio difundido a través de las redes sociales. "No estarán seguros mientras combatan a Alá, a su mensajero y a sus creyentes", advirtió al pueblo francés. (Reuters)

En esta imagen difundida por el Daily Telegraph en Twitter puede verse en el fondo un tanque. Le Monde, cuestionado por los lectores de la presencia de dicho vehículo en la zona donde estaban los dos atacantes, respondió que podría ser una "coincidencia" y no estar en posesión de alguna información que pudiera confirmar el uso de tanques por fuerzas especiales destinadas a la operación.

La caza al hombre movilizó a la gendarmería, a la policía y al Ejército de tierra. Cerca de 80 mil efectivos participaron en la operación.

Los fugitivos se atrincheraron en una imprenta en Dammartin-en-Goële, a 20 kilómetros del aeropuerto Charles De Gaulle. Las fuerzas del orden sellaron la zona. El asalto se produjo cuando faltaban tres minutos para las cinco de la tarde. Los dos hermanos fueron abatidos cuando intentaban huir. (AFP)

Los hermanos Kouachi son localizados tras haberse parapetado en una imprenta en la localidad de Dammartin-en-Goele, al noreste de París, a cuyo empleado toman como rehén. (ansa)
Francotiradores apuntan a la imprenta donde se metieron los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores del atentado contra la revista satírica 'Charlie Hebdo'. Los terroristas no sabían que tenían un rehén, ya que la persona que permanecía en el interior de la imprenta tomada en Dammartin-en-Goële se había ocultado. 'Le Figaro' ha identificado a esta persona como Lilian, de 27 años y grafista de profesión. Tras ocultarse, escribió a su padre: "Me he escondido en la primera planta. Creo que han matado a todo el mundo. Avisa a la Policía para que intervenga". Esta persona finalmente pudo abandonar a salvo el inmueble después de que los hermanos Kouachi y las fuerzas especiales se enfrentasen a tiros. (AFP)

Con la muerte de siete personas en los asaltos llevados a cabo por unidades de elite de las fuerzas de seguridad francesas contra una imprenta (operativo de la foto de ANSA) y un supermercado a las afueras de París concluyeron 54 horas que han conmovido al mundo y aterrorizaron a Francia.

En otros casos de secuestros terroristas, las fuerzas de seguridad francesas habían comenzado con laboriosas negociaciones prolongadas durante interminables horas. En esta ocasión, ayer, los equipos de los ministerios de Interior y Defensa habían presentado al presidente de la República varios escenarios posibles. Se puso en marcha el más expeditivo y determinante.

A las cinco de la tarde, los hombres del Groupe d’Intervention de la Gendarmerie Nationale (GIGN), en Dammartin-en-Goële (Seine-et-Marne), al norte de París, y las Brigades Rapides d’Interventions (BRI), en la Puerta de Vincennes, al este de la capital, intercambiaron sendas llamadas de OK. La ejecución de ambos asaltos podía comenzar.

En la pequeña imprenta de Dammartin-en-Goële, los hermanos Said (34 años) y Chérif Kouachi (32 años), se vieron forzados a salir de la «madriguera» donde habían intentado atrincherarse catorce horas antes. Las fuerzas de seguridad utilizaron varios recursos clásicos (gases lacrimógenos, granadas especiales). Esperando caminar hacia el «paraiso», los Kouachi salieron creyendo que podrían morir matando, esperando ser glorificados como «combatientes de Alá». Pura fantasmagoría.

Siguiendo las instrucciones precisas de la jefatura del Estado, las fuerzas de seguridad peinaron y acordonaron la pequeña empresa donde se habían refugiado los asesinos. La prensa estaba convenientemente alejada, por razones de seguridad y de «comunicación visual». Los Kouachi fueron abatidos en unos minutos, acribillados por un número considerable de tiradores de élite. El rehén quedó en libertad. Las 72 horas de frenética huida de dos asesinos terminaba sin gloria.

La policía pudo descubrir rápidamente su identidad, porque uno de los hermanos había dejado olvidada su carnet de identidad en uno de los coches que utilizaron para huir. Con una impericia propia de criminales temerarios, los Kouachi se dejaron ver en varias gasolineras, sin ocultar que viajaban con fusiles de asalto kalashnikov y lanzagranadas, dando muestras de un exhibicionismo suicida.

«Cursillos militares»

Los cursillos de formación militar adquiridos por uno de los hermanos en el Yemen, la «educación religiosa» seguida en varias prisiones, la complicidad con bandas de delincuentes comunes, en la periferia de París y en el Yemen, no les sirvieron para gran cosa. Fanatizados, errantes en el microcosmos yihadista, los Kouachi fueron capaces de planificar y ejecutar una matanza atroz. Pero fueron perseguidos y ejecutados con precisión en poco más de 72 horas.

A los pocos minutos del comienzo del asalto del refugio de los Kouachi, al norte de París, los especialistas de las BRI entraron en acción en el supermercado judío del que se había apoderado el tercer terrorista, Amedy Coulibaly, amigo y «colega» de los hermanos Kouachi. Coulibaly se había atrincherado en el interior del supermercado con varios rehenes.

Este tercer terrorista también fue abatido con gran rapidez, pero en el asalto murieron cuatro rehenes. Varios medios aseguraron que, en su trayectoria criminal de estos días, Coulibay estuvo acompañado por su novia, una joven musulmana, que pudo huir horas antes del asalto.

Transeúntes en la Avenida Joffre, donde se ubica el supermercado kosher. (Getty Images)

Un policía armado corriendo por las calles de París. (Getty Images)

Un hombre armado tomó varios rehenes en un supermercado kosher en la Puerta de Vincennes, en el este de París. El sujeto fue identificado como el pistolero de Montrouge. Amédy Coulibaly era un delincuente reincidente de 32 años que había conocido a Cherif Kouachi en la cárcel. (AP)

Cuerpos Especiales entraron en el supermercado Hyper Cacher, cercano a la Puerta de Vincennes, en el este de París, que vende productos judíos y donde Coulibaly tenía retenidas a un número indeterminado de personas. El asalto policial fue simultáneo al de la imprenta. Amédy Coulibaly fue abatido durante la operación. (AFP)

Traslado de los heridos en el establecimiento judío Hyper Cacher.  (AP)

La operación de Dammartin-en-Goële fue una acción policial y militar sin connotaciones políticas, «limpia» e implacable. La operación de la Puerta de Vincennes fue más compleja. Desde el primer momento fue evidente que el secuestro del supermercado de comida kosher tenía una fuerte dimensión antisemita. Amedy Coulibay deseó dar a su crimen una connotación racista, antisemita, en las inmediaciones de una escuela judía. Dimensión étnica que precipitó una ola de inquietud en un barrio donde viven muchas familias judías.

En un principio, durante la trágica jornada del jueves, se puso en duda la posible relación de la matanza de los caricaturistas de «Charlie Hebdo» perpetrada por los hermanos Kouachi y el ataque lanzado en una autopista en Montrouge por Coulibay. La trágica sucesión de acontecimientos reveló que los tres terroristas actuaban conjuntamente.

Compañeros de prisión

Los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly se conocieron en prisión, y fraternizaron en la periferia de París. Los tres pertenecían a una suerte de banda que se «entrenaba» muy llamativamente en unos jardines públicos, las Buttes Chaumont, donde hacían «gimnasia militar» y se calentaban los cascos colectivamente con proyectos entre enloquecidos y criminales.

Los Kouachi y Coulibaly se exhibieron con chalecos anti balas, esgrimiendo fusiles de asalto y pistolas automáticas. Se trata de un armamento de tipo militar que se compra y se vende en oscuros «mercados» suburbiales.
Cherif y Said Kouachi ya están muertos. "Algunos hijos de Francia fueron irrespetuosos con los profetas de Alá, entonces un grupo de soldados que creen en él marcharon sobre ellos y les enseñaron el respeto y los límites de la libertad de expresión. Soldados que aman a Alá y a sus mensajeros han caído sobre ustedes y no temen a la muerte, sino que adoran el martirio por la causa de Alá", afirmó Al Nadhari, una autoridad de Al Qaeda en la Península Arábiga. (Reuters)

Sin embargo, la compra-venta de ese tipo de material en Francia también pone en evidencia las fallas del estado puestas al descubierto por la tragedia de estos días. Por vez primera en la historia, una banda entre fanática, iluminada, criminal y mafiosa, ha sembrado el terror en la capital con inquietante impunidad durante durante tres jornadas.

El vespertino Le Monde y otros medios han hablado de un 11-S francés. Más allá de las fórmulas periodísticas o publicitarias, las matanzas de «Charlie Hebdo» y Montrouge han puesto de manifiesto que las semillas del terror están proliferando en los suburbios franceses con una rapidez letal.

Las llamaradas terroristas islámicas de los últimos años son contemporáneas de la profanación de cementerios, cristianos, judíos y musulmanes, del ataque a bombazos «artesanales» de escuelas judías y musulmanas, de las guerras religiosas entre musulmanes fanáticos y conservadores, de las tensiones étnicas que enfrentan a franceses de diversa formación cultural y religiosa en más de 700 suburbios, en toda Francia.
El terrorista Amedy Coulibaly, un varón negro nacido el 22 de febrero de 1982, quien tomó el supermercado judío, ya fue abatido. Su compañera, Hayat Boumeddiene, nacida el 26 de junio de 1988, permanece prófuga y es la más buscada en Francia. (Prefecture de police/REX).

Una vez concluida la doble operación, Hollande hizo un primer balance de estas tres jornadas en una alocución solamente a través de todas las cadenas de radio y televisión.

El Hollande comenzó dando una noticia: «Estaré personalmente al frente de la gran manifestación de solidaridad nacional. Todos los franceses están invitados a participar en esa u otras manifestaciones, en toda Francia». Se espera que más de un millón de parisinos participen en una gran marcha de unidad, a la que están invitados todos los ciudadanos de todas las sensibilidades políticas, culturales y religiosas.

Unidad política

Antes de hacer ese anuncio, Hollande había recibido a todos los líderes políticos de la república, de Nicolas Sarkozy a Marine Le Pen, con el fin de dar una dimensión nacional a una respuesta cívica de fondo.

A continuación Hollande deseo tranquilizar y avanzar dar serenidad a una opinión pública amedrentada, víctima del angustioso seguimiento de tres pavorosos baños de sangre. «La religión musulmana no tiene nada que ver con los fanáticos criminales», continuó el presidente, instando a la unidad nacional a todas las sensibilidades culturales y religiosas. Horas antes, los representantes de los imanes de Francia habían invitado a los musulmanes a participar en la gran manifestación del domingo.
Hayat Boumeddiene con su esposo Amedy Coulibaly cuando aún no se habían radicalizado.

Hollande terminó su mensaje a la nación anunciando el refuerzo de unas medidas de seguridad que ya están en estado de alerta máxima, recordando otro dato capital: «Estamos en guerra. Francia cumple con su deber, luchando militarmente contra el terrorismo, en África y Oriente Medio. Esa determinación nos convierte en un blanco para los fanáticos extremistas. No debemos bajar la guardia. Hemos neutralizado a unos criminales, pero no debemos confiarnos».

A los pocos minutos de la intervención de Hollande, Manuel Valls, jefe de gobierno, se apresuró a ampliar el mensaje presidencial: «Francia debe afrontar un desafío y amenazas sin precedentes. Hemos neutralizado a unos criminales. Pero otra amenazas nos acechan». «Francia no ha sufrido jamás ataques criminales tan temibles como los que acabamos de sufrir y neutralizar», continuó Valls, insistiendo en que la lucha contra el terrorismo será larga y difícil: «Hemos conseguido neutralizar otros atentados, en el pasado reciente. Pero no podemos bajar la guardia. Seguimos estando amenazados, como nunca. Debemos reforzar nuestro arsenal policial, judicial y moral. Todos los franceses están invitados a participar en las manifestaciones de solidaridad del domingo. La unidad y determinación nacional es muy importante».

Presidente y primer ministro deseaban hacer un balance y explicar de alguna manera las dimensiones más graves de unos acontecimientos que quedarán indelebles en la memoria de los franceses. Ambos habían participado en la gestión de una crisis sin precedentes y elaboraron una doctrina de acción antiterrorista que ha sido observada por especialistas de todo el mundo.

Horas antes, Hollande había convocado una reunión de crisis, acompañado de Valls y sus ministros del Interior, Defensa, Justicia y Asuntos Exteriores. Esa reunión duró dos horas cortas. Hollande y su equipo fijaron una «doctrina de acción» expeditiva, que comenzó a aplicarse con extrema celeridad, precisión e implacable rigor militar. No hubo por su parte la menor duda en la necesidad de actuar con celeridad. (Juan Pedro Quiñonero / abc.es / Spiegel / Repubblica / Daily Mail)