viernes, 16 de enero de 2015

enero 16, 2015
MANILA, Filipinas, 16 de enero.- «Los pobres son el centro del Evangelio, son el corazón del Evangelio. Si los quitamos del Evangelio no podemos comprender el mensaje de Jesucristo…». Francisco se aleja del texto preparado para la homilía e improvisa, en inglés, pocas palabras para recordar lo que ya ha repetido en diferentes ocasiones durante casi dos años de Pontificado: la atención por los pobres no es una categoría sociológica, sino que está relacionada a la esencia del mensaje del Evangelio.


La catedral de Manila, dedicada a la Inmaculada y considerada «madre de todas las Iglesias de Filipinas», es la octava versión de la Iglesia construida con bambú y hojas de palma en 1581. A lo largo de su historia ha sido destruida por huracanes, incendios, terremotos, bombardeos… La construcción actual se remonta a los años cincuenta del siglo pasado; fue cerrada al culto en 2012 debido a una restauración por el terremoto y fue abierta nuevamente este año. A su llegada, el Papa fue recibido por un grupo de niños vestidos como la Guardia Suiza.En la homilía de la misa, el Papa reflexionó sobre el Evangelio del día, que habla sobre las preguntas que hizo Jesús a Pedro: «¿Me amas?». Francisco comenzó citando justamente esta pregunta: «¿Me amas?». Y los presentes inmediatamente respondieron a coro: «Yes!». «Muchas gracias…», respondió con una sonrisa Papa Francisco.


El Papa comenzó recordando a los pastores de las generaciones pasadas, que «se esforzaron, no solo para predicar el Evangelio y edificar la Iglesia en este país, sino también para forjar una sociedad animada por el mensaje del Evangelio de la caridad, el perdón y la solidaridad al servicio del bien común». «El nuestro -explicó- es un ministerio de reconciliación. Proclamemos la buena noticia del amor, de la misericordia y de la compasión infinita de Dios».«la Iglesia está llamada a reconocer y combatir las causas de la desigualdad y la injusticia profundamente arraigada -dijo Francisco-, que deforman el rostro de la sociedad filipina, contradiciendo claramente las enseñanzas de Cristo. El Evangelio llama a cada cristiano a vivir una vida de honestidad, integridad e interés por el bien común. Pero también llama a las comunidades cristianas a crear ‘círculos de integridad’, redes de solidaridad que se expandan hasta abrazar y transformar la sociedad mediante su testimonio profético».

Después, el Pontífice argentino añadió las palabras sobre los pobres en el Evangelio. Y continuó con un llamado a los obispos y a los sacerdotes, que deben ofrecer un testimonio auténtico: «¿Cómo podemos proclamar a los demás la novedad y el poder liberador de la Cruz -se preguntó-, si nosotros mismos no dejamos que la Palabra de Dios sacuda nuestra complacencia, nuestro miedo al cambio, nuestros pequeños compromisos con los modos de este mundo, nuestra ‘mundanidad espiritual’?».

Francisco también pidió a los pastores «vivir la novedad del Evangelio significa también encontrar siempre de nuevo en la vida comunitaria y en los apostolados de la comunidad el incentivo de una unión cada vez más estrecha con el Señor en la caridad perfecta. Para todos nosotros, significa vivir de modo que se refleje en nuestras vidas la pobreza de Cristo, cuya existencia entera se centró en hacer la voluntad del Padre y en servir a los demás. El gran peligro, por supuesto, es el materialismo que puede deslizarse en nuestras vidas y comprometer el testimonio que ofrecemos. Sólo si llegamos a ser pobres, y eliminamos nuestra complacencia, seremos capaces de identificarnos con los últimos de nuestros hermanos y hermanas». 

Para concluir, el Papa invitó particularmente a los jóvenes sacerdotes y a los seminaristas a estar presentes «cerca de los jóvenes que pueden estar confundidos y desanimados», y también cerca de «aquellos que, viviendo en medio de una sociedad abrumada por la pobreza y la corrupción, están abatidos, tentados de darse por vencidos, de abandonar los estudios y vivir en las calles». Les pidió «proclamar la belleza y la verdad del mensaje cristiano a una sociedad que está tentada por una visión confusa de la sexualidad, el matrimonio y la familia. Como saben, estas realidades sufren cada vez más el ataque de fuerzas poderosas que amenazan con desfigurar el plan de Dios sobre la creación y traicionan los verdaderos valores que han inspirado y plasmado todo lo mejor de su cultura». 

El Papa salió de la catedral y se dirigió hacia la nunciatura a bordo de un pequeño vehículo utilitario de color negro. Antes de la misa se había reunido cerca de la catedral con un grupo de 300 niños pobres que fueron rescatados de la vida en la calle y de la prostitución por la fundación Anak-Tnk (www.anak-tnk.org), Ong relacionada con la Iglesia y fundada por un jesuita francés, que tiene presencia en muchos países del mundo. El cardenal Luis Antonio Tagle en septiembre del año pasado le entregó al Papa mil cartas escritas por niños de la calle filipinos. Le pedían que fuera a verlos, y el Papa aceptó, aunque la visita no estuviera en el programa oficial. El encuentro se llevó a cabo en el patio y muchos de los presentes abrazaron a Francisco y le entregaron pequeños regalos. (Andrea Tornielli / Vatican Insider / aciprensa)