martes, 27 de enero de 2015

enero 27, 2015
Manuel Francisco Lizarraga López

En varias entidades federativas se van a llevar a cabo para dar cumplimiento al mandato Constitucional que así lo establece.

Dicho proceso mantendría el interés ciudadano si quienes se postulan fueran personas que han demostrado su compromiso de servir a su comunidad, de probada solvencia moral y económica, sin embargo, esto último deja mucho que desear, pues ya se sabe cómo se ha dado cada candidatura, desde los que renuncian al cargo para el cual fueron electos, sin importarles los preceptos legales, hasta los cínicos que aun con cuentas pendientes con la justicia se atreven a postularse de nueva cuenta, pero lo que asombra más es el apoyo y el aval que les da la dirigencia de su partido.

En el primer caso de los ocupan cargos de elección y renuncian, Son miles de millones lo que se gasta para llevarlos a donde están, sin embargo esto parece no importarles pues su ambición de poder puede más que el compromiso que adquirieron cuando pidieron el voto ciudadano y más que nada el respeto a las Leyes, ya que todos sabemos que para renunciar a un cargo de elección popular debe mediar causa grave que lo justifique. Es evidente que pretender contender por otro cargo de elección popular no constituye causa grave para dejar de ejercer el cargo de elección conferido, pues el significado de la palabra grave, según el Diccionario de la Real Academia Española, significa: “[...] lo que pesa; arduo, difícil”; de lo que se deduce que debe ser algo que impida o haga difícil al electo el desempeñar el cargo de representación ciudadana. Esta circunstancia debe ser atendida por la autoridad a quien corresponda calificar la renuncia en cuestión, obligándose, en estricto cumplimiento al mandato constitucional del debido ejercicio del cargo de elección popular, a denegar la renuncia y, por ende, obligar al funcionario a cumplir con el mandato popular, en el caso de Yucatán es precisamente el Congreso quien avaló varias renuncias, con lo que queda demostrado su total falta de respeto a las leyes que ellos mismos promulgan.

Debido a todo lo anterior no es de extrañar que el fantasma del abstencionismo sea la sombra del 07 de junio.