jueves, 22 de enero de 2015

enero 22, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


En la suite nupcial exclamó la emocionada noviecita: “¡No puedo creer que ya estemos casados!”. Replicó el galán: “Espera a que desatore el maldito zipper del pantalón y te convenceré”. Una amiga de Babalucas le confió: “Voy a escribir mi autobiografía”. “¡Bah! -se burló el pasmarote-. ¡Ni que supieras tanto de coches!”. Rosibel le contó a Susiflor: “Don Algón es un atrevido. Me dijo que me regalaría un collar de perlas si pasaba con él un fin de semana en la playa”. Pidió Susiflor: “Enséñame el collar”. David Noel Ramírez tiene mucha experiencia administrativa. Eso era lo bueno. David Noel Ramírez no tiene ninguna experiencia política. Eso era lo mejor. En México -y en todo el mundo- tener experiencia política significa ser diestro en turbiedades, arreglos bajo mesa, transas y componendas de todo orden y desorden. En las redes sociales surgió una fuerte corriente de opinión que llevó a muchos ciudadanos a pedirle al rector del Tecnológico de Monterrey que se postulara como candidato a gobernador de Nuevo León. Después de manifestar que consideraría esa posibilidad Ramírez anunció finalmente que no participará en la contienda. El argumento que esgrime para justificar su negativa -la falta de unidad- se antoja endeble y vago. Otras razones más reales y de mayor peso debe haber tenido. Pero David Noel estuvo atinado al declinar esa postulación. En efecto, la política no es lo suyo: él es un educador, y si bien es cierto que hay momentos en que un ciudadano de su calidad y méritos debe ponerse a disposición de su comunidad para beneficiarla, no menos cierto es que en este caso concurren factores que habrían hecho difícil su triunfo en la elección. En ésta influyen definitivamente la estructura de los partidos, su maquinaria electoral, los recursos de que disponen y el voto duro de sus partidarios. De todo eso carece David Noel. Habría dado, es cierto, ejemplo de participación y entrega a sus alumnos, pero habría arriesgado mucho desde el punto de vista personal, familiar e institucional. Su decisión no se origina en la falta de valor cívico, sino en la ponderación prudente de las circunstancias. A mi juicio acertó al no participar en lo que ciertamente habría sido una aventura. Por otra parte, en el remoto caso de haber ganado la elección habría tenido que gobernar en condiciones muy desfavorables, como lo hará quien sea electo (electa). El endeudamiento de Nuevo León es grande, considerablemente mayor que el de Coahuila, aunque no haya sido tan difundido y criticado. Eso limitará considerablemente las posibilidades de acción del próximo gobernador (gobernadora). David Noel Ramírez seguirá en su tarea. La educación es lo suyo, y cada quien en su cuerda da la nota. Le quedará, eso sí -y para siempre-, la inquietud de pensar qué habría sucedido si hubiera aceptado la postulación. Pero ese modo verbal tan triste, “hubiera”, se puede apartar de la mente haciendo uso de la razón. Y la fría razón le aconsejaba no participar en esta empresa tan ajena a su vida y a su vocación. Nuevo León pierde una opción valiosa, si bien poco viable, pero el Tecnológico conserva un elemento de mucho mérito y capacidad. Un tipo les contó a sus amigos: “Mi matrimonio se estaba yendo a pique. Fui con mi esposa a ver a un consejero familiar, y nos recomendó tener sexo la noche  de los miércoles y sábados. Ahora mi mujer y yo ya no nos vemos nunca la noche de los miércoles y sábados”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de sociedad, contrató  a una niñera. Le preguntó: “¿Sabe usted judo, kung fu, tae kwon do, jiu jitsu o cualquier otra forma de defensa personal?”. Inquirió, preocupada, la muchacha: “¿Tan incontrolable es su hijo?”. Respondió doña Panoplia: “No. El incontrolable es mi marido”. El doctor Duerf, célebre analista, llegó a su casa y sorprendió a su esposa en ocasión adulterina con un desconocido. Exclamó indignado: “¿Qué significa esto?”. “Explícanoslo tú -contestó ella-. Tú eres el psiquiatra”. Un médico le indicó a don Languidio Pitocáido que tomara Viagra. Tan buen resultado le dio el medicamento que empezó a tomar dos o tres pastillas cada día. Una mañana estornudó en el vestidor del club, y todos los hombres presentes se vieron afectados. FIN.