martes, 23 de diciembre de 2014

diciembre 23, 2014
P. Cosme Andrade Sánchez

Tener la Santa Biblia en nuestras manos, pero NO SABER NADA DE SU DESCOMUNAL PODER, es como ser el HEREDERO DE UNA CENTRAL TERMOELÉCTRICA y no saber ni qué hacer con ella, debido a la ignorancia.

La Santa Biblia, ese LIBRO DE LOS SECRETOS DE LA VIDA VERDADERA Y FELIZ, contiene TANTAS PROMESAS DE VIDA, que nos hacen saltar de gozo porque, ella, que es PALABRA DE VIDA ETERNA, nos las ofrece a fin de que cual hijos del Altísimo, ¡nos aprovechemos de ellas!

En este momento, puede ser que yo esté en medio de una terrible crisis financiera, de modo que en esta ocasión no cuente ni con lo más elemental para las fiestas de NAVIDAD Y DE FIN DE AÑO. También es posible que tenga QUE IR A PRISIÓN por la comisión de algún delito imprudencial o de cualquier índole. Posiblemente vivo en una álgida problemática matrimonial que ya está a punto de llegar a la ruptura inevitable. Quizás estoy sumergido en una adicción que me está minando en todo sentido. Es tal vez una enfermedad que a lo largo de este año me ha estado atormentando, pero por falta de recursos económicos, no he seguido un tratamiento médico adecuado y, parece que está a punto de postrarme o ir de emergencia en cualquier momento a alguna institución de salud gubernamental. En fin, sea lo que fuere, quien vive lo duro y tupido del momento, en vez de calentar su cerebro, debe despertar su alma, hacerla más sensible, despojarla de esa apatía e indiferencia, porque aunque usted no lo crea, está usted a punto de DARL
EL SENTIDO A SU EXISTENCIA Y MARCARLA PARA SIEMPRE. Solo basta UN DESPERTAR A SU REALIDAD Y ENFRENTARLA CON VALOR, CON FE Y CON CORAJE, para vislumbrar su esperanza. 

Todo esto que nos sucede no es cuestión del azar ni de la suerte. Es algo tan natural que el mismo Dios provoca en nosotros para que nos superemos, porque definitivamente, “NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA”, atinadamente nos dice la Palabra de Vida: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.”(Romanos 8: 28).

Si estás ante tu médico familiar y éste te dice que tu enfermedad ya llegó a un punto crucial y te pide calma a fin de que aceptes con resignación esta verdad tan amarga, pero que es tu realidad y te hace hincapié en que “ya no hay nada qué hacer”…tan solo hay que esperar un desenlace final. Tú sientes que el cielo se cae sobre tu cabeza y quedas hasta desmayado por unos instantes, pero te vas a tu casa o a algún centro de salud para ver cómo día con día tus fuerzas, tu vigor, tu estado de ánimo van en detrimento, pero de momento te revelas contra todo y parece que sacas energía de tu debilidad y recuerdas en tu mente que solo Dios es quien te librará de que la tumba sea tu destino inmediato. Te revistes de nuevos bríos y caes de rodillas suplicante y le clamas con todo el vigor que aún tienes, porque has escuchado en tu interior la Voz divina que te dice: “Hijo mío, está atento a Mis Palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.”(Proverbios 4:20-23). A partir de ese momento, tu oración se vuelve más ardiente que el fuego y vas creciendo más y más y más en tu fe. Ahora tu confianza es plena en el Señor. Cuando te duermes, sabes que el Señor desde tu interior está operando una nueva creación en ti. Te está reconstituyendo todo tu organismo o el órgano dañado. Por fin estás viviendo en su máxima expresión la esencia del salmo que te invita a depositar toda tu confianza en el Señor: “El Señor lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad.”(Salmo 41: 3). En vez de ser tu cama algo duro de soportar, será la extensión de los brazos del Padre amoroso, que te hará reposar en su pecho misericordioso y cuyas manos te revitalizarán para que goces de un nuevo y maravilloso despertar saludable. Pero, no olvides que tu oración debe ser fuego abrazador que queme todo el mal que te aqueja. Que tu oración debe salir del corazón y dirigida a Tu Padre que está en el cielo de tu interior, porque recuerda que, ¡TÚ ERES TEMPLO VIVIENTE DE DIOS Y ÉL HABITA DENTRO DE TI! ¡En la medida que tú creas esta gran verdad, su mano divina te restaurará el órgano dañado y eliminará en ti toda dolencia y todo sufrimiento! Es este momento en que tú debes vivir todo el espíritu del salmo 103, que se resume en: ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡No olvides ninguno de sus beneficios! Él perdona todas tus transgresiones, SANA TODAS TUS DOLENCIAS, RESCATA TU VIDA DEL SEPULCRO Y TE COLMA DE AMOR Y DE BENDICIÓN. Es por ello que debes hacer que TODAS TUS ENTRAÑAS ¡BENDIGAN SU SANTO NOMBRE, A FIN DE QUE TE REJUVENEZCA COMO AL ÁGUILA.