Cuando don Agustín Vadillo era Director del Instituto, un estudiante preparatoriano llamado Gualberto Vargas y, por antonomasia, apodado "El Cabezón", le dedicó el siguiente ovillejo profético y autobiográfico:
"Soñé que tu piocha ruin,
Agustín,
vendiste en un baratillo, Vadillo,
por proporcionar dinero,
Cicero,
a Gualberto, que en enero
a la Metrópoli irá
y en donde conquistará
un porvenir lisonjero,
Agustín Vadillo Cicero".
Agustín,
vendiste en un baratillo, Vadillo,
por proporcionar dinero,
Cicero,
a Gualberto, que en enero
a la Metrópoli irá
y en donde conquistará
un porvenir lisonjero,
Agustín Vadillo Cicero".
Las predicciones contenidas en este ovillejo tuvieron cumplida realización, pues don Gualberto se trasladó en efecto a México y no dejó allí mal parado el nombre del terruño.