sábado, 15 de noviembre de 2014

noviembre 15, 2014
Pedro Echeverría V.

1. Sin la acción de los jóvenes anarquistas y sin el radicalismo de luchadores sociales las manifestaciones y los mítines serían simples paseíllos de un sábado o domingo feriado. Yo he participado en más de tres mil de ellos durante más de 50 años y me he retirado a mi casita a descansar. Los gobiernos nunca hicieron caso o simplemente se burlaron de nosotros. Pero cuando se ha roto el orden impuesto, cuando ser han roto las columnas se soldados y policías que impiden el paso de las protestas, cuando se han pintado paredes o se han roto vidrios, entonces el gobierno sí hace un poco de caso. ¿Y si no protestaras? Pues simplemente no existes.

2. Ya no habrá ningún movimiento de protesta y de lucha en que no se culpe a los anarquistas (A) o a radicalizados. Dado que los (A) no aceptan ninguna autoridad, ningún Estado, ningún orden establecido, todo persona que sienta poseer un poquito o mucho poder en el hogar, la escuela, la iglesia, el partido, el gobierno, el Estado, los empresarios, expresan su repudio contra los (A). ¿”Cómo hacer rebeldes a nuestros hijos, a nuestros fieles, a los obreros y campesinos, sin nuestro consentimiento”?, señalan los autoritarios. Me recuerda los primeros párrafos del Manifiesto Comunista de 1847 de Marx cuando decía que todos los poderes culpaban a los comunistas.

3. En México los gobiernos, los empresarios, los medios de información se han unido en un cruzada capitalista para desprestigiar y combatir a los anarquistas, porque no hay poder que pueda comprarlos o someterlos. Desde el triunfo de la Revolución Rusa en 1917 los comunistas fueron los enemigos del capitalismo, pero desde hace 40 años –sometidos los “comunistas” a elecciones y cargos- son ahora los anarquistas los más perseguidos y anatematizados por el poder del capital. Los anarquistas no tienen partido, ni jefes, ni gobiernos, por ello no se les puede comprar y someter. A los (A) les basta con identificar a los explotadores, los opresores, para luchar contra ellos.

4. Los anarquistas existían desde el XVIII, pero comenzaron a crecer en número en el mundo en los años sesenta del XX construyendo comunas libertarias donde se reunían jóvenes que rompieron a se separaron de sus padres buscando la libertad. No se decían así mismos anarquistas pero repudiaban a la autoridad, construían su mundo colectivo repudiando al capitalismo en el que la propiedad, las riquezas, la autoridad, significaban todo. El capitalismo autoritario los ridiculizó, los desprestigió y los persiguió con el mote de “malvivientes” y flojos porque no creaban riquezas; jamás se dieron cuenta de que en el seno de esas comunas nacían otras ideas y formas de ver el mundo.

5. El anarquismo y su antiestado, antipropiedad, antigobierno, resurgió con fuerza espontáneamente en el 1968 francés, alemán, estadounidense y mexicano. Los partidos políticos de la derecha buscaron todas las formas de represión para frenar los movimientos de masas estudiantiles y populares; los partidos de la llamada izquierda, en todos esos países, buscaron controlar los movimientos para someterlos a negociaciones con el poder. En México muchos jóvenes se vieron obligados a renunciar a sus partidos “de izquierda” porque éstos buscaban someterlos a su línea burocrática y oportunista. Meses después sabríamos de esas renuncias.

6. El anarquismo es una posición política, filosófica, pero sobre todo humana. No existe partido anarquista, organización permanente, ni dirección o mando alguno; mucho menos jerarquías o personas manipuladas para actuar. Los anarquistas trabajan y actúan siguiendo una convicción: la lucha por la libertad, por la justicia colectiva y por la igualdad entre todos los seres humanos. No aceptan ningún gobierno o Estado en transición, porque la historia les ha enseñado que basta con un poco de autoridad para que el Estado se institucionalice. Señalan: la propiedad privada y el gobierno se disuelven y se instituye la colectividad igualitaria y funcional.

7. No se trata de instalar “un nuevo poder” o “el poder de la mayoría” como ha propagado o dice la llamada democracia; se busca por el contrario construir un autogobierno o la autogestión en el campo, en la fábrica, en las escuelas y los barrios a partir de la participación directa de los miembros de una comunidad. Nadie compra ni nadie vende porque el dinero y la propiedad tendrían que desaparecer; todos –de acuerdo a su conciencia- producen de acuerdo a su capacidad y todos consumen de acuerdo a sus necesidades. ¿Cuántas personas y por cuánto tiempo podrían mantener su conciencia capitalista, tramposa o ambiciosa en unas condiciones que han cambiado radicalmente en beneficio de la colectividad?

8. Así que a aquellos clasemedieros o pequeñoburgueses hay que decirles que no se muerdan la lengua haciendo campañas contra los jóvenes anarquistas y luchadores sociales radicales que indudablemente han sido la vanguardia de las luchas sociales porque ellos sí son enemigos del capitalismo, la explotación, la desigualdad y la opresión; ellos sí tienen mucho que enseñarnos lo que es la dignidad y la valentía para defender nuestros derechos. Los anarquistas no pueden degenerar a políticas de fortalecimiento del Estado, a dictaduras militares o civiles o al apoyo de la acumulación de capitales. Si no son anticapitalistas no son anarquistas. (10/XI/14)