miércoles, 15 de octubre de 2014

octubre 15, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 15-X-14

Del Mexico Moment al Mexico Murder. Así podría resumirse el cambio en la percepción internacional sobre nuestro país en el corto lapso transcurrido entre la aprobación de las reformas y el estallido de violencia criminal en Iguala: del “momento de México” al “asesinato mexicano”.

La noche del 26 de septiembre, cuando ocurrieron los actos de barbarie a cargo de la policía municipal igualteca —dominada por el crimen organizado y por un alcalde que era parte de sus filas— el juego cambió para el gobierno del presidente Peña Nieto: 


Se terminó de golpe la narrativa que marcaba a esta administración, la del logro de consensos inéditos, la efectividad política y la eficacia para gobernar.


El giro fue tan repentino que al parecer en los altos mandos políticos no se dieron cuenta y pretendieron mantener el asunto en el ámbito local, como un problema del municipio de Iguala, si acaso del gobierno de Guerrero.

Tardó diez días en entrar de lleno el gobierno federal a la escena y lo hizo a partir de un discurso presidencial inseguro y tropezado.

Demasiado poco y demasiado tarde.

Un alcalde, su esposa, que es pieza clave, y un jefe de policía fugados, un gobernador dedicado a maniobras patéticas para mantener el cargo, seis personas inocentes muertas y 43 jóvenes estudiantes víctimas de desaparición forzada no iban a pasar inadvertidos para los mexicanos ni para el mundo.

El paso de los días posteriores no sólo no ayudó al gobierno federal a enderezar las cosas sino que las empeoró: se acumularon las evidencias y testimonios de que por lo menos desde un año antes la Procuraduría General de la República tuvo información sobre las actividades delictivas del presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca. Y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) tenía la misma información.

Ahora queda claro que lo sabían las instituciones de seguridad, las autoridades políticas federales, el gobierno de Guerrero, el partido que postuló tanto al gobernador como al alcalde (el PRD)… y nadie actuó. Ninguno puede evadir responsabilidad en el horror de los crímenes de Iguala.

El gobierno de Peña Nieto enfrenta la peor crisis de sus casi dos años. Peor que Michoacán y peor que Tamaulipas. Una que seguramente lo marcará:

En la opinión pública internacional es México el lugar en donde ocurren crímenes salvajes a cargo de autoridades convertidas en criminales y que suelen operar con impunidad. Y de eso la cara visible responsable es el presidente Peña Nieto.

México tiene un problema profundo de seguridad y de podredumbre política y nadie puede ocultarlo.

SACIAMORBOS

Apuestas: ¿cuánto tarda en llegar la protesta por Ayotzinapa al DF?, ¿cuánto tardan en sumar fuerzas los estudiantes de Guerrero con los del Politécnico?, ¿cuánto tardan en resolverse ambos problemas, dado que los grupos cada vez tienen menos incentivos para acordar con el gobierno federal y desmovilizarse?

carlosloret@yahoo.com.mx