jueves, 14 de agosto de 2014

agosto 14, 2014
Carlos Loret de Mola Alvarez / 14-VIII-14

Hay una historia que están escondiendo. Hay algo raro en todo esto. Sencillamente no me suena lógico:

Gustavo Madero, líder nacional del PAN, quitó la coordinación del PAN en la Cámara de Diputados a Luis Alberto Villarreal.

No lo hizo por las acusaciones que había en su contra de estar cobrando ilegalmente un porcentaje de los presupuestos que asignaba.

Ni porque se divulgaron denuncias de que manejaba irregularmente los dineros de la bancada.

No lo hizo por los señalamientos de enriquecimiento ilícito en su natal Guanajuato.

Tampoco porque se publicó que su familia está secretamente involucrada en casinos. 


Nada de eso. Lo corrió porque apareció en un video, revelado por Reporte Índigo, bailando quebradita con una teibolera.


La fiesta fue privada. No hay pruebas de que se hayan utilizado recursos públicos para pagarla. Ni de que se haya realizado durante horas de trabajo. El “narco” que dizque aparece en las imágenes es un añejo panista que fue exonerado de transportar un cargamento de mariguana. Y ultimadamente Villarreal es divorciado.

La imagen de la fiesta no es bonita ni ejemplar, puede cuestionarse duramente a los diputados exhibidos que usen mujeres como objetos mientras en tribuna condenan la trata de personas, pero la fiesta que motivó la salida del coordinador del PAN en San Lázaro palidece frente a las otras acusaciones en su contra.

Gustavo Madero arropó y protegió a Luis Alberto Villarreal ante el golpeteo por los “moches” y los escándalos político-financieros mientras fueron aliados, cercanísimos que operaban políticamente juntos, que actuaban hombro con hombro en las negociaciones con el gobierno, en la campaña para quedarse con la dirigencia nacional de su partido.

¿Qué pasó ahora? ¿Por qué lo despidió Madero por un video, que además fue grabado en enero y extrañamente filtrado siete meses después?

La primera hipótesis es que Gustavo Madero puede tolerar la corrupción, pero es tan mocho que una indiscreción personal es motivo de rompimiento. Pero El Vato Madero no es así: si lo fuera, seguro no tendría hoy por hoy como sus principales aliados a los ex secretarios Santiago Creel y Juan Molinar Horcasitas.

Además, Madero no pertenece al grupo ultraconservador de El Yunque. De hecho fue su rival en la más reciente elección interna (un jefe yunquista, Juan Manuel Oliva, fue compañero de fórmula de Ernesto Cordero).

Hipótesis descartada, entonces.

¿Qué hay detrás? Una historia que hace falta reportear.

Sobre todo porque Madero y Villarreal eran uno mismo políticamente. Y se saben todo. A ver si no encienden el ventilador.

SACIAMORBOS

Los consejeros del INE están incómodos con la nueva estructura de su Unidad de Fiscalización. Aumentaron de 229 funcionarios a 366, dispararon los sueldos y el staff de la dirección asciende a ¡78 personas!, 50 más de los que ya cargaba. Ningún director ejecutivo en el INE tiene a tanta gente en su equipo cercano. Se extrañaron, se molestaron y pidieron a Alfredo Cristalinas, encargado del despacho en vías de nombramiento, que se ajuste.