miércoles, 27 de agosto de 2014

agosto 27, 2014
Opinión de Juan Millán

"¿Un ojo morado es más importante que una familia destruida por la manera en que el asesino mutiló el cuerpo del occiso, con lo que cometió un crimen considerado el más horrendo de la historia reciente de Yucatán?" dice el Por Esto! en un artículo / editorial publicado el día de hoy respecto al psiquiatra Pablo García Gutiérrez, presunto autor material del asesinato del Dr. Felipe de Jesús Triay Peniche.


Este razonamiento falaz nos pretende convencer de que la brutalidad policíaca, el abuso de poder y la tortura no sólo están justificados sino que son necesarios en la búsqueda de la justicia o, en este caso, de culpables.

"Nuevo" sistema de justicia, mismas prácticas medievales y tercermundistas de siempre.

Como sociedad no sólo no nos beneficia que Pablo García o cualquiera de nosotros que llegue a ser sospechoso de haber cometido un crimen violento, siendo culpable o inocente, sea agredido físicamente por las autoridades, sino que nos rebaja y nos mancha.

Con toda la tecnología y métodos de investigación "de primer mundo" que presumen las autoridades policíacas y ministeriales ¿qué necesidad hay de extraer confesiones a golpes y detener a los sospechosos bajo engaños, sin respeto a sus derechos y con lujo de violencia? esto sólo se explicaría si, en su desesperación por cerrar un caso de alto perfil lo más rápido posible a menos de un año de las elecciones, el gobierno nos estuviera presentando a dos "presuntos culpables", sacrificando a dos inocentes para que sigamos siendo "el estado más seguro".

Aparte de todo esto, el abuso de poder cometido por las autoridades contra el acusado pone en duda y debilita la acusación en su contra, lo cual atenta contra el derecho de los deudos del Dr. Triay Peniche a obtener justicia y al de la sociedad de tener la certeza de que el verdadero asesino ha sido capturado.

Si el acusado es inocente, se ha atentado contra su dignidad humana de manera imperdonable. De ser culpable, la autoridad ha manchado su propio caso y, tras intentar quedar bien para las cámaras, corre el riesgo de dejar en libertad a un peligroso delincuente.