jueves, 21 de agosto de 2014

agosto 21, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 21-VIII-14

A la familia de James W. Foley, periodista asesinado

Me acuerdo que pedimos cáscaras de papa y dedos de queso mozzarella. La primera vez que supe que iba a cubrir una guerra invité a mi esposa a cenar y le hice el anuncio. Nunca se me va a olvidar el gesto con el que reaccionó.

Teníamos apenas unos días de habernos casado.

No sé si en ese momento ella sabía que para mí significaba un máximo anhelo: desde que era estudiante y armaba gacetillas fotocopiadas para jugar al periodista me seducía brutalmente la idea del desaliñado reportero que atestigua lo más crudo del menú de las tragedias y, sin importar los peligros que enfrente, se inspira para contarlo hasta congregar todas las miradas.

Si no lo sabía entonces, seguro Berenice lo comprendió con el paso de las guerras: me ve salir con mucho miedo y regresar pleno por dentro, en esa extraña esquizofrenia de quien está horrorizado por lo que vio pero contento de recordar la esencia del oficio que le fascina, lleno de anécdotas “detrás de cámaras”, muchas increíblemente chistosas. 


Antier a las 3:25pm.


Recibí como alerta de Noticia Urgente el despiadado video en que el colega James Wright Foley, periodista de la AFP, de rodillas, es decapitado frente a la cámara por un encapuchado que se identifica como militante del grupo Estado Islámico.

James tenía 40 años. Lo secuestraron en Binesh la semana en que yo llegué a Damasco en noviembre de 2012. Estábamos haciendo lo mismo en el mismo país en las mismas fechas.

No quiero pasarme de “intenso” pero hoy ha sido un día desabrido. No me puedo quitar el video de la cabeza ni superar esa sensación desagradable en el estómago que me recuerda el oficio compartido y el destino que sólo fue de él.

No conocí a James ni a su familia. Pero pienso en cómo les habrá anunciado que se iba a Siria, a reportear en el norte donde mandan los rebeldes que son un extraño potaje de demócratas idealistas y fundamentalistas terroristas, cómo habrá sido su última llamada telefónica y si prometió, como todos, volver pronto.

Así que la guerra no es un juego de ajedrez geopolítico al que debamos ver con distancia y recelo. La guerra deja estos saldos. Profundamente humanos. Brutalmente cercanos. Hoy todo lo demás me vale.

SACIAMORBOS

Mandan atentas cartas los legisladores panistas Juan Bueno Torio y Francisco García Cabeza de Vaca. Rechazan categóricamente haber intercambiado su voto en la reforma energética por contratos a empresarios aliados, como me revelaron fuentes que cité antier en este espacio, titulado Los 4 jinetes del PAN.

Bueno Torio agrega: “que por cierto no fuimos sólo cuatro sino seis los que participamos, le faltó Salvador Vega Casillas y Jorge Luis Lavalle. Le aseguro que todos lo hicimos por el mejor interés del país”.

Agradezco ambas réplicas. Sólo contesto que dichas fuentes nunca me han fallado.