martes, 26 de agosto de 2014

agosto 26, 2014
Carlos Loret de Mola Alvarez / 26-VIII-14

Si el presupuesto de la Sagarpa se repartiera entre todos los productores agrícolas y ganaderos de México, le tocarían 12 mil pesos a cada uno. Estarían felices.

En cambio, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación tiene quizá el presupuesto gastado con más ineficiencia de todo el sector público: suele no distribuir todo el dinero que recibe y por décadas su impacto en las condiciones del campo mexicano ha sido marginal. 


Repartir dinero a las personas no es la política pública más eficiente, pero seguro serviría más que la actual burocracia que aleja a los campesinos pobres y termina subsidiando a narcos y a ricos terratenientes.


La semana pasada, el presidente Enrique Peña Nieto atrajo toda la atención posible para anunciar su plan para el campo: dar más crédito y a tasas más bajas.

En cualquier banco, la tasa de interés está determinada por varios factores: la inflación, los gastos administrativos y la cartera vencida.

En México la inflación de los últimos años ronda el 4%; y de acuerdo con los reportes públicos de Financiera Rural al cierre del año pasado, los gastos administrativos representaban el 4% y la cartera vencida el 3.6%.

Estos factores arrojan una tasa de interés de 12%. Si el Plan Peña es bajarla a entre 6.5% y 9.9%, como señaló en el discurso, ¿quién va a pagar la diferencia? Eso no se reveló.

Otra. El presidente prometió otorgar 44 mil millones de pesos en créditos. El máximo histórico ha sido 35 mil, en 2013. Se puede deducir de bote pronto que con tasas de interés más baratas, los agricultores van a solicitar más créditos.

Pero la realidad no es tan automática: el problema de la falta de créditos en este sector no es el costo de los intereses sino los requisitos para otorgarlos. De hecho, diversos estudios han demostrado que los campesinos y ganaderos no solicitan mucho más o menos préstamos dependiendo del nivel de las tasas (como dicen los expertos: la demanda de crédito es inelástica a su precio); el problema es que no se acepta como aval lo que siembran los campesinos o las vacas que compran los ganaderos.

El Plan Peña sí facilita estas “garantías naturales”, pero no aparece sustentado que con ello aumentará de golpe un enorme 30% el dinero otorgado en créditos.

Así, al revisar los números, el incompleto Plan Peña para el campo parece tener tres destinos:

1.— El gobierno inyectará una enorme cantidad de recursos al programa, cosa que no se anunció y no se ha transparentado.

2.— La nueva Financiera Nacional pide prestado y si no le pagan… ¡regresa Banrural! (cosa que tampoco se ha transparentado).

3.— El programa fracasa.

Los economistas del gobierno federal dicen que sí les van a dar los números, pero no revelan sus cuentas.

Veremos.

SACIAMORBOS

Vaya casting para el nuevo organismo encargado de dar multimillonarios créditos. El personaje fue acusado en el pasado de desactivar un órgano del Estado para dejar un mercado más jugoso a empresas de seguros privadas… como la de su papá.