lunes, 25 de agosto de 2014

agosto 25, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

El papá de Pepito veía en la tele, muy concentrado, el partido de futbol. Mientras tanto el niño ojeaba el periódico. “Mira, papi -dijo Pepito en el momento más emocionante del juego-. Según el periódico, viene una onda fría”. Distraído, el señor contestó sin quitar la vista de la pantalla: “Honda... Fría... Ha de ser tu mamá”... El joven científico era algo distraído, y bastante despistado. Una incitante y voluptuosa morena lo invitó a ir de picnic al campo. Estando ahí vieron dos libélulas que pasaron volando, una sobre la otra, en evidente trance de procreación. Preguntó la linda chica: “¿Cómo sabe la libélula macho lo que la hembra quiere?”  Explicó, solemne, el muchacho: “Las hembras despiden un incitante aroma sexual por medio de ciertos elementos llamados feromonas. El macho percibe ese perfume, y de ese modo se lleva a cabo el acoplamiento”. Pasó todo el día. De hecho el día fue lo único que pasó. Cuando el joven científico dejó a la muchacha en su casa ella le dijo fríamente: “Búscame otra vez cuando se te quite ese catarro que al parecer traes, y que te impide percibir los aromas y perfumes”... Una señora se quejaba: “Mi vida sexual es muy pobre. Si no fuera por las apreturas en el metro sería totalmente nula”... Reflexionaba en voz alta un señor de madura edad: “En mis tiempos eso de ‘sexo seguro’ significaba tener cuidado de no darte un cabezazo en la cabecera de la cama”... Llegó don Cornulio a su casa y encontró a su mujer en flagrante trance de amor carnal con un desconocido. “¿Qué están haciendo?” -clamó hecho una furia. “Ay, Cornulio -le dijo con impaciencia la señora-. ¿Cuántas veces te he dicho que necesitas lentes?”... Era viernes por la noche. Astatrasio Garrajarra se disponía a salir. “¡Por favor, Astatrasio! -clamó su mujer, desesperada-. ¡No te vayas a emborrachar, por el Sagrado Corazón!”. “No -aseguró el temulento-. Ahora lo voy a hacer allá por el rumbo de la Medalla Milagrosa”... El marido regresó de un largo viaje. Al llegar a su domicilio -eran las 11 de la noche- no vio a su mujer. Le preguntó a la criadita: “¿Dónde está la señora?”.  Respondió la muchacha: “Fue por el periódico”. “¿El periódico? -se inquietó el esposo-. ¿A estas horas?”. “Pos eso dijo -reiteró la fámula-. Que iba a buscarse una extrita”... Dos grandes riesgos presenta, a mi juicio, la reforma energética. El primero es de carácter económico; el segundo tiene cariz político. La extracción de combustibles por medio de nuevas técnicas puede causar daños irreparables al ambiente. Deberá cuidarse eso, de tal manera que el aprovechamiento de tales recursos no vaya a lesionar el entorno en que la gente vive y de donde obtiene su alimento. El otro peligro es la corrupción. Se supone que con los cambios hechos ingresarán miles de millones de dólares. Tentación demasiado grande es ésa para líderes y funcionarios inmorales. Pemex ha sido siempre una fuente de corruptelas. Muchos que han pasado por ahí -tanto del PRI como del PAN-, y que navegan con bandera de honestidad, han obtenido indebido lucro, se han enriquecido y han enriquecido a los suyos aprovechando el cargo que tuvieron. La reforma energética, con la posibilidad de que el capital privado, nacional y extranjero -nacional en un uno por ciento; extranjero en el 99 por ciento restante-  intervenga en Pemex, creará un panal de rica miel al que acudirán muchas voraces moscas. Cuidado: no vayan a decir luego que no se los advertí... Doña Macalota y su esposo don Chinguetas cumplieron 15 años de casados. (Nota: bodas de cristal). Dijo la señora: “Para celebrarlo iremos a un crucero de siete días, y haremos el amor todas las noches”. Ella no quería más familia, y él sufría de mareos, de modo que don Chinguetas fue a la farmacia y compró siete condones y siete parches contra el mareo. Al día siguiente doña Macalota le dijo: “Encontré un crucero mejor. Dura 10 días”. Volvió a la farmacia don Chinguetas y compró otros tres condones y otros tres parches contra el mareo. Un día después la señora le dijo: “Hallé otro crucero aún más bueno. Dura 15 días”. Fue él a la farmacia y pidió otros cinco condones y otros cinco parches contra el mareo. El farmacéutico no pudo ya contenerse. Le dijo: “Perdone que me entremeta en su vida privada, señor: ¿por qué folla usted tan seguido, si se marea tanto?”... FIN.