lunes, 21 de julio de 2014

julio 21, 2014

Ante un Juez de Paz de Mérida, quejáronse una vez ciertas beatas que, al dirigirse a misa todas las mañanas, veían al General don Teodosio Canto en el balcón de su casa tomando el fresco en traje casi de Adán, pues sólo usaba una ligera pampanilla a estilo indígena.

Aunque el asunto no era en realidad de su incumbencia, el Juez, que era amigo y tal vez hasta pariente del General, aceptó arreglarlo.

Citólo a su oficina y en muy buena forma trató de hacerle ver lo feo e incivil de aquella tan higiénica como primitiva costumbre.

"Bueno --dijo don Teodosio después de haber oído con toda paciencia-- yo creo que en mi casa puedo vestirme como me dé la gana y por eso la mandé hacer de dos pisos, porque si salgo al balcón en cueros, me parece que las señoras que van a misa no tienen ninguna necesidad de mirar para arriba."