jueves, 17 de julio de 2014

julio 17, 2014
QUINTANA ROO, México, 17 de julio.-  Luego de permanecer 10 meses en la cárcel estatal, acusado de robo, Jorge Leyva Uscanga, detenido “al azar” y sometido a tortura para que se declarara culpable, fue liberado la madrugada de este jueves.

“Gracias a Dios ya todo terminó”, dijo el joven en entrevista con Apro.

La tarde del 10 de septiembre de 2013, Jorge Leyva y su novia Jennifer Martínez se trasladaban a una empresa de mensajería, en la periferia de la ciudad, cuando fueron interceptados por elementos de la Policía Judicial (PJ).

Sin mayor explicación, la pareja fue detenida y encarcelada en los separados de la PJ, bajo cargos de “ultrajes a la autoridad”.

Durante 48 horas que permaneció en los separos de la corporación, Jorge fue sometido a tortura, incluida la amenaza de que Jennifer sería violada frente a él.

Dos días después Leyva Uscanga ya estaba preso –luego de haber sido puesto a disposición del juez segundo penal, Pedro Pablo Álvarez–, acusado de pertenecer a una peligrosa banda de ladrones y cuyo atraco más relevante habría sido un robo a casa-habitación, en agravio de María Concepción Garfias López, ocurrido el 13 de agosto, casi un mes antes de que fuera aprehendido.

El 12 de diciembre pasado, Clara Isabel Uscanga Lara y Jorge Andrés Leyva Villa, inmigrantes procedentes del puerto de Veracruz y con 18 años de residir en esta ciudad, acudieron a visitar a su hijo en la cárcel estatal.

“Aún tiene una inflamación en el cráneo”, refirió Clara Isabel en esa ocasión.

“En esta cárcel casi todos los presos son culpables porque son confesos. Con torturas, los encuentran culpables”, lamentó la mujer.

Y afirmó que el caso de su hijo era peor que el del joven Christian Vicente Córdoba, quien fue detenido y estuvo casi tres meses en la cárcel, relacionado con el asesinato de un administrador de una “casa de masajes”, únicamente porque vestía un suéter rojo, que fue la seña que dio una de las testigos del homicidio.

Uscanga Lara sostuvo que no había indicios de que su hijo hubiera participado en el robo del domicilio de la Supermanzana 2A.

Por su parte, el padre del joven explicó que la descripción que dio la agraviada fue que el ladrón media 1.70 metros, pesaba unos 110 kilogramos y tenía un tono de voz “de chilango”, aparte de que estaba acompañado por otro sujeto, con acento extranjero.

Sin embargo, abundó, “mi hijo mide 1.80 y pesa como 80 kilos, y lo detuvieron casi un mes después del robo y no tiene ese acento”.

Jorge Andrés Leyva acusó que su hijo era un “chivo expiatorio” y lo aprehendieron al “azar”.

“Lo agarraron porque pasó enfrente de los judiciales”, sostuvo entonces.

La novia de Jorge salió libre bajo fianza de los cargos de ultrajes a la autoridad, pero el joven de 25 años fue acusado de robo calificado. (Sergio Caballero para Proceso)