jueves, 17 de julio de 2014

julio 17, 2014
GAZA / JERUSALÉN, 17 de julio.- En la noche del décimo día de la Operación Margen Protector y ante el colapso de las negociaciones con Hamás para acordar un alto el fuego, Israel lanzó una ofensiva terrestre sobre Gaza. Se trata de la primera invasión desde la Operación Plomo Fundido, en la Navidad de 2008. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, emitió un comunicado anoche en el que explicaba que el objetivo de esta ofensiva era destruir los túneles que las milicias de Gaza construyen para entrar en Israel. “Estamos obligados a defender a nuestros ciudadanos”, concluyó la declaración. El hecho de que estas infraestructuras se concentren en la línea divisoria hace pensar que, al menos en una primera fase, la invasión terrestre se limitará al perímetro de la Franja. Hamás advirtió que Israel pagará un “alto precio” por esta escalada.

Umm Mohammed, habitante de Gaza, muestra fotos de su álbum familiar. Su esposo y sus dos hijos murieron en un bombardeo de Israel. (Spiegel Online)

El Ejército israelí, en un comunicado paralelo, explicó que en la operación participarán unidades de infantería, blindados, ingenieros, artillería e inteligencia, con apoyo aéreo y naval. Se pretende dar un “golpe significativo” a las estructuras militares de Hamás, sostiene el comunicado, para proteger a la población israelí de “la presión del terror indiscriminado”. Otros 8.000 reservistas han sido movilizados como refuerzo.


La ofensiva terrestre ha estado sobre la mesa desde el inicio de esta crisis, según ha reiterado Netanyahu, pero la decisión no podía ser tomada “a la ligera”, informan fuentes militares, dada la complejidad de la guerra urbana, el mejor conocimiento del terreno de las milicias y la necesidad de fijar objetivos muy claros y definidos para evitar bajas en sus propias tropas.

La vivienda destruida. (Spiegel Online)

Israel ya replicó ayer a un supuesto ataque de 13 miembros de Hamás contra un kibutz muy cercano a Gaza, el de Sufa. Un vídeo distribuido por el Ejército mostraba a los islamistas accediendo a un agujero en la tierra con la intención, dicen, de cruzar a territorio isarelí, momento en el que fueron atacados.

Las cinco horas de alto el fuego humanitario entre el Ejército israelí y las milicias de Gaza habían concluido a las tres de la tarde de ayer con el elocuente y sonoro lanzamiento de un cohete palestino hacia Israel. Poco después empezaron los cañonazos navales sobre la Franja, que sonaban como un eco inverso: a lo lejos, la detonación del disparo, al que sigue poco después la explosión del proyectil en tierra firme. Los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza habían matado a más de 230 palestinos hasta anoche. Por la tarde, uno de los cohetes “de aviso” que la fuerza aérea israelí dispara antes de bombardear las casas particulares de los gazatíes mató a tres hermanos que jugaban en una azotea: Wesim (seis años), Yihad (7) y Fullah Sheheibar (10). Otra niña murió bajo las bombas al sur, en Jan Yunis.

En Israel impactaron de nuevo cohetes y morteros, que no causaron fallecidos. En 10 días de hostilidades ha muerto un israelí por fuego palestino. En paralelo a los ataques, Israel y Hamás negociaban en El Cairo a través de intermediarios.

La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) denunció el uso de una de sus escuelas para almacenar 20 cohetes. Un portavoz de la ONU dijo que el colegio estaba “fuera de uso” y que es “el primer incidente de este tipo” durante esta operación militar. “UNRWA condena duramente al grupo o los grupos responsables de colocar las armas en una de sus instalaciones. Es una violación flagrante de la inviolabilidad de nuestras instalaciones según la ley internacional”, dijo en una nota de la agencia, que educa y alimenta a buena parte de los gazatíes.

La Franja pareció un lugar casi habitable entre las diez de la mañana y las tres de la tarde, cuando vecinos como los niños Mahmud y Qasi se echaron a la calle para cumplir con sus obligaciones tras 10 días de implacables bombardeos israelíes. A las riendas del carro de mulas de su padre, los chicos se dirigieron a entregar un cargamento de verduras en el mercado. Su padre quería aprovechar la tregua para trabajar en la huerta, al norte de la Franja. Alrededor, un intenso tráfico certificaba lo que parecía la resurrección de la ciudad. Solo duró cinco horas. A su término, los niños palestinos muertos por las bombas de Israel alcanzaban los 45.

Desde El Cairo llegaban, mientras, noticias sobre las correosas negociaciones entre Israel y el grupo islamista Hamás. A mediodía, un negociador israelí filtró a diversos medios la existencia de un presunto acuerdo de alto el fuego a partir de la madrugada del viernes. No lo había. Lograrlo se antoja muy arduo. El ministro de Exteriores de Israel, el ultraderechista Avigdor Lieberman, lleva insistiendo en la necesidad de una invasión terrestre de Gaza desde que comenzaron las hostilidades, el día 8. Su colega de Economía y competidor a la derecha de la derecha israelí, Naftalí Bennet, echó mano de las dotes retóricas que lo hacen popular: “Estamos pasando de la Cúpula de Hierro al puño de hierro”. Cúpula de Hierro es el nombre del costoso sistema antiaéreo desplegado para proteger a la ciudadanía de los rudimentarios cohetes que disparan los milicianos de Hamás y otros grupos armados desde Gaza. “Venceremos”, dijo Bennet en Ashkelon, cerca de Gaza.

El presidente de Israel, Simón Peres, lamentó entretanto la muerte de cuatro niños palestinos muertos bajo las bombas israelíes el miércoles por la tarde. Un bombardeo que presenció una docena de periodistas internacionales. (El País)