miércoles, 9 de julio de 2014

julio 09, 2014
MÉRIDA, Yucatán, 9 de julio.- El día de hoy falleció en esta ciudad el abogado Alfredo Navarrete Ruiz del Hoyo, quien recibió en julio 2013 la Medalla al Mérito Jurídico “Rafael Matos Escobedo”.

Navarrete saluda al gobernador Rolando Zapata Bello tras recibir la medalla (foto: Gobierno del Estado)

El eterno ausente se desempeñó como secretario segundo del Tribunal Superior de Justicia del Estado, agente del Ministerio Público Civil, catedrático de Derecho Civil en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Yucatán y director jurídico del Gobierno del Estado, dedicando los últimos años de su vida al ejercicio de la profesión como abogado postulante.

Casado con la señora Josefina Buhl Herrera, el extinto fue hijo de Alfredo Navarrete Solís y Ofelia Ruiz del Hoyo López.

Además de su viuda, le sobreviven sus hijos Alfredo, Guillermo y Josefina de las Mercedes, hermanos Luis Alberto, Sara de Briceño y Ofelia viuda de Mediero, hermanos políticos, hijos políticos, nietos y demás familiares. 

Los deudos optaron por la cremación.

Transcripción del discurso de Navarrete tras recibir la medalla "Rafael Matos Escobedo"

Es mi deseo empezar con palabras de agradecimiento, al C. Gobernador Constitucional del Estado de Yucatán, Licenciado Rolando Zapata Bello y a la Comisión Dictaminadora integrada por el Lic. Ernesto Herrera Novelo, Consejero Jurídico del Gobierno del Estado, y a los Directores de las Escuelas y Facultades de Derecho públicas y privadas del Estado de Yucatán; por la realización de esta ceremonia solemne y, muy significativa en la historia de mi vida, en virtud de que considero no merecer por mi modesta obra; pero acepto convencido de que son producto de mi desempeño en el ejercicio de mi profesión.

Llego a este momento con las alforjas del alma cargadas de emociones contradictorias. Alegría y Satisfacción de haber dado cima a una misión cuya dignidad e importancia ahora advierto. Tristeza porque me esta llegando la hora de poner punto final al desempeño de una labor gratificante.

Los años transcurridos en la función judicial, que cuentan entre los mas fecundos de mi quehacer profesional y humano, constituyen un recuerdo imborrable, un caudal de riqueza espiritual y un aliento en mi existir.

Soy un abogado de provincia, nacido en esta tierra Yucateca; estudiante – entonces y ahora – ávido de conocimiento del mundo y los hombres. Inicié mi vida intelectual y mi contacto con la ciencia, en la entonces Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Yucatán. Orgullosamente pertenezco a esta tierra y provengo de una gente que en ella tiene sus raíces. Tierra y gente que, en binomio indisoluble, ama entrañablemente la libertad y la justicia y que, a lo largo de los años, ha rendido jornadas inspiradas en una vocación, jamás delegada, en el empeño de realizar esas virtudes humanas, dándoles forma y contenido en el seno de la comunidad.

Mis maestros hicieron más firme aún ese amor y la convicción de que la libertad y la justicia, cuyo imperio enaltece la naturaleza humana, son valores que tienen que ser conquistados, realizados y preservados día a día y, solo fructifican y se acendran en la lucha cotidiana, en la gallarda rebeldía que defiende la dignidad aún pagando el precio del sacrificio.

En mi función como juzgador, siempre procuré tener presentes los sabios consejos de mis maestros, entre los que se encuentran incluidos muy especialmente los de mi señor padre, Licenciado Alfredo Navarrete Solís (q.e.p.d.). He buscado la fidelidad de aquellas enseñanzas que hoy, al correr de los años, puedo resumir como una herencia generosa formada por las ideas y sentimientos de una pléyade de Yucatecos ilustres en la historia de nuestro Estado y nuestra Nación.

Durante varios años, he vivido intensamente la tarea Judicial, primero en el Juzgado de lo Civil y de Hacienda, posteriormente en el Tribunal Superior de Justicia del Estado; así mismo intervine como Director Jurídico del Gobierno del Estado en la controversia Constitucional que interpuso el Gobierno del Estado de Quintana Roo en contra de los límites con el Estado de Yucatán.

Me ha colmado de satisfacción la creencia de haber puesto lo mejor de mi empeño en colaborar en la realización de la justicia y, en procurar el imperio de la ley en las resoluciones y ejecutorias que llevaron mi firma. Esta convicción se apoya en el respaldo que he recibido de quienes a lo largo de los años han sido excelentes compañeros en los diversos cuerpos colegiados que me tocó integrar.

En este examen de conciencia, en que la emoción nos hace tocar y descubrir algunas fibras muy intimas del alma, no debo omitir la mención de quien, con su amorosa asistencia y la entrega de sus virtudes, ha sido la columna vertebral de mi esfuerzo y ha dado solidez al hogar que me acoge; la bienhechora compañera de mi vida, señora Josefina Buhl Herrera, a quien debo aliento y estímulo, sobre todo en las horas adversas y ha sabido sembrar la semilla fecunda de la paz y la serenidad en el espíritu, junto con mis hijos Josefina, Alfredo y Guillermo, que siempre me dieron valor para salir adelante en la difícil tarea de impartir justicia.

Aquellos que ostenten ejercer la profesión de abogado, deben conocer la ciencia del derecho, pero también sentir y aceptar las vivencias sociales, a fin de que el derecho sea un instrumento de la justicia y, persiguiendo siempre el bien para la prosperidad de nuestra comunidad y el de nuestra Patria.

Finalmente, quisiera expresarles que siento una gran emoción, por la distinción de haber sido designado para recibir esta presea, que lleva el nombre del prócer Rafael Matos Escobedo, y que es para mí de un valor incalculable; que la tendré presente durante todos los días de mi vida.

Muchas gracias. 

(JMRM con información de TSJYuc y el Gobierno del Estado)