miércoles, 9 de julio de 2014

julio 09, 2014
Carlos Loret de Mola Alvarez | 9-VII-14

El partido que nació para permitir las libertades políticas obliga a sus legisladores a votar en contra de sus conciencias.

El partido que se fundó porque muchos se salieron del PRI hartos de la “línea” ahora la ejecuta.

El partido que presume una vida interna vigorosa decidió reprimir la diversidad de opiniones.

El partido que se ostenta plural amenazó con cortar las carreras políticas de quienes no acataran las órdenes superiores.


La discusión y votación de las leyes secundarias encueró a la corriente dominante en el PRD, Los Chuchos, liderada por los Jesuses, Zambrano y Ortega:


Tras meses de negociaciones y debates, más o menos la mitad de los senadores del PRD estaban a favor de las nuevas leyes. El viernes era la hora de votar. Se preveía que los perredistas sufragaran divididos —fiel reflejo de sus dinámicas—, pero recibieron una comunicación oficial: votan en contra o se las ven con el Consejo Nacional.

La amenaza era de Los Chuchos, que controlan ese Consejo. Era una amenaza de expulsión, de olvidarse de futuras candidaturas si contravenían la orden de los dirigentes. Un golpe autoritario desesperado.

¿Por qué? Porque las leyes no le gustaron al ingeniero. Le implicaban competencia a su imperio. Y Los Chuchos son territorio Telcel. Han sido los más eficaces cabilderos del hombre más rico.

Alineados con los Slim-media y en particular con el periódico de izquierda que por años tanto los golpeó en la grilla interna, Los Chuchos se olvidaron de aquellos a quienes siempre dicen defender: los mexicanos de más bajos ingresos.

Jesús Ortega y Jesús Zambrano maniobraron personalmente para que don Carlos Slim pudiera seguir cobrando por una larga distancia que a él ya no le cuesta, pudiera seguir quedándose con los minutos aire que al final del mes no usan sus clientes, pudiera cargar como llamadas hasta las consultas de saldo, pudiera mantener alta su tarifa de interconexión que encarece el servicio, pudiera mantener intocado su monopolio.

Ordenaron votar en contra de un dictamen que beneficia a millones de personas, especialmente los más pobres: lo mismo quienes trabajan lejos de sus familias y pagan por llamadas para sentirse cerca, que quienes contratan el “Plan Amigo” y le van recargando dinero, y que son casi el 90% de los usuarios del servicio móvil.

Los Chuchos, que se presentan como el ala moderna de la izquierda mexicana, hoy coinciden con la generalidad de las peculiares “izquierdas” del país: para ellos y sus periodistas afines es muy progresista, democrático y nacionalista impulsar activamente, con votos concretos en el Congreso y con campañas propagandísticas incesantes y sistemáticas, los intereses del hombre más rico de México y el primero o segundo del mundo, según los vaivenes financieros internacionales.

Desde finales de los años ochenta, la izquierda mexicana tiene entre sus insultos favoritos los adjetivos de privatizador, monopolista, neoliberal, plutócrata. Qué ironía que hoy sean sus más apasionados defensores.

SACIAMORBOS

Los fenicios de la política. Con perdón de los fenicios.