miércoles, 16 de julio de 2014

julio 16, 2014
Gilberto Avilez Tax

Apenas le de punto final a esa tesis me iré lejos, muy lejos, a Motul o a Tinum...Mal barataré todo mi patrimonio (un cerro de libros, dos incunables), y con el monto que obtenga, espero que me alcance para pagar un terrenito lleno de mangos, naranjos, cocoteros, etc. Con el resto, compraré un cargamento de salmones, haré una pila en medio del terreno, le pondré agua de cenote a la pila, meteré allá los salmones, y pues a darle con mi pequeña granja de salmones. Dejaré para siempre los afanes de la "ciencia" y todo lo que huela a academia podrida.

Diré adiós a Alaska y su pesca de salmones, porque el frío me produce tristeza, tristeza de la buena, y optaré por los salmones tropicales. Mi amiga Noj K'awil me pregunta cómo alimentaré a mis salmones tropicales, y yo le digo que con chaya y manteca para que queden rollizos, obesos, morcilludos y tengan fuerza para nadar.


Surtiré al pueblo y a sus alrededores, espero que el paladar yucateco sea exigente y de amplitud de miras, como para modificar algunas comidas típicas a base de la trichina del cerdo: en vez de cochinita de cerdo, el ingrediente principal de mi cochinita postmoderna ya no será cerdo sino salmón y se llamará salmonita...Las tortas de salmonita serán legendarias por todos los viejos caminos del Mayab, y rápidamente se convertirán en producto de Haute Cuisine. El frijol con puerco se convertirá en frijol con salmón, y eso será el acabose, la gloria de un granjero que dejó los pasillos de la imbecilidad académica, un granjero de salmones que dijo no a su aburrido destino...Mi amiga Noj K'awil me pregunta, compungida, que todos mis años de "conocimiento", ¿donde quedarán? Yo le respondo, con tranquilidad, que "con los salmones", quedarán con los salmones...