sábado, 21 de junio de 2014

junio 21, 2014
Pía Gómez

El día de ayer, jueves 19 de junio, alrededor de las siete y media de la mañana, el señor Waldemaro Pinto (de 88 años de edad y de oficio repartidor de periódicos) llegó seriamente lesionado a las puertas de la escuela Gonzalo Cámara Zavala, a donde cotidianamente -y sin falta- entrega la edición del Diario de Yucatán. Le habían atropellado cuadras atrás, sin que el infractor se detuviera a prestarle auxilio. Ante la gravedad de de sus heridas (golpes en la cara junto a uno de sus ojos y el tobillo, pero particularmente una cortada muy profunda en el brazo), decidimos llamar a la Policía municipal (número telefónico 066). La llamada fue atendida por una señorita que solicitó nuestros datos y los detalles del herido. Se nos dijo que mandarían a los paramédicos. Minutos después, recibimos una llamada de vuelta de la Policía Municipal. Pedían más detalles del herido, el tipo de lesiones, edad, padecimientos y detalles de la parentela del herido… Se respondió puntualmente a todo. Acto seguido, la señorita puntualizó que el servicio tardaría en llegar. Al solicitar detalles del tiempo que tendríamos qué esperar, respondió con frialdad burocrática que no sabía.

Después de unos larguísimos minutos en los que constatamos que el servicio de Paramédicos que ofrece la Policía Municipal no llegaría a tiempo, recurrimos a la Cruz Roja, que en menos de 10 minutos se presentó para proporcionar los primeros auxilios. También llegó una unidad de Policías Estatales para tomar registro del caso.

Hasta el día de hoy, viernes, seguimos esperando a los paramédicos municipales, que en la página http://www.merida.gob.mx/policia/servicios.html ofrecen lo siguiente: “Contamos con un cuerpo especializado en atención de lesionados así como de primeros auxilios. Este escuadrón es el encargado de prestar los servicios de soporte de vida cuando existe una emergencia y en caso de ver a una persona herida, accidentada o enferma en nuestra jurisdicción repórtala y nosotros acudiremos a brindar el auxilio.”

Al parecer, un meridano de 88 años que ha sido atropellado a un par de cuadras de la Calle 60 entre 73 y 75, CENTRO, no es de la incumbencia de esta institución. Es bueno saberlo ahora.

Hoy, el señor Waldemaro ha trabajado con normalidad. Golpeado y vendado. Pero vivo, y no gracias a las personas que están del otro lado del número 066, cuya sensibilidad puede ser comparada con la de la persona que golpeó con su automóvil a un anciano y huyó. 

Los golpes que nos dan en la calle duelen. Pero duelen más los que nos dan las instituciones que le dan la espalda a los ciudadanos que las sostienen.