martes, 17 de junio de 2014

junio 17, 2014
Opinión de JMRM

"Más vale sólo que estar acompañado", reza un sabio refrán.

En este caso se trata de un falso dilema, ya que renunciar a malas compañías no significa estar solo y, cabe aclarar, eso tampoco es en sí algo malo.

Este concepto es más amplio de lo que supone la gente. Convencionalmente vemos a los drogadictos, ladrones, mentirosos y personas violentas como malas compañías, pero muchas más encajan en esta categoría.

Hay que tener en cuenta que lo que es bueno para unos puede ser malo para otros, dentro de ciertos límites razonables. Una persona puede ser honesta, íntegra, vivir de manera honrada, tener buenos valores y hasta servir desinteresadamente a su comunidad pero ser mala compañía para uno por diferencias ideológicas.

Por dar un ejemplo, a un vegano no le conviene casarse y muchos menos tener hijos con una persona que ame comer carne o sea cazador. Es posible una amistad, mientras haya aceptación y respeto por ambas partes, pero en las relaciones de pareja una de las personas casi siempre intentará "cambiar" y "corregir" los aspectos de la personalidad de la otra que no se acomoden a los suyos.

A un pacifista no le conviene entrar al ejército, a un ateo o alguien que no viva acorde a las normas de la Iglesia Católica tampoco le beneficiaría poner a sus hijos en una escuela religiosa. Forzar esos contrastes sólo generará sufrimiento innecesario para quien no encaja en esos grupos.

Muchas personas tienen la "manía", por llamarle de alguna manera, de ir por la vida imponiendo su punto de vista, "iluminando" a los demás con su "sabiduría", "corrigiéndolos" cuando expresan un sentir u opinión diferente al suyo... porque ellos lo saben todo y los demás necesitan ser "educados".

No son malas personas, ya que usualmente lo hacen con la mejor intención del mundo (quienes lo hacen para fastidiar sí se podrían considerar malas personas, al ser groseras por elección), pero su falta de tacto las hace malas, pésimas compañías.

Ante estas diferencias lo mejor es alejarse, cortar el contacto, distanciarse lo más que se pueda, ya que intentar cambiar a esa gente es cometer el mismo error.

Quien piensa que una persona es menos que ella, ya sea por su edad, religión, ideología política, orientación sexual, estatus socioeconómico, ocupación, grado de estudios o cualquier otro factor arbitrario usualmente acaba siendo una mala compañía para todos los que no ven la vida de la misma manera. Usted podrá sentirse cómodo entre esa gente, hasta que llegue el día que no coincidan en algo.

Aquí únicamente se han abordado las diferencias de opiniones y descortesías. Poco se puede decir de las personas que, con tal de tener "amigos", aceptan ser blanco de burlas, groserías, humillaciones, menosprecios, manipulaciones, engaños y hasta golpes.

En la escuela los llaman "puerquitos". Son los que les hacen bullying y se dejan con tal de "ser parte del grupo", por la patética necesidad de "no estar solos". En la vida adulta son quienes sólo saben obedecer y, con tal de encajar y pertenecer, harán y dirán cualquier cosa que les ordenen.

El concepto de la dignidad es ajeno a estas personas, que son merecedoras de lástima.

Es falso que necesitemos amigos o la aceptación de nuestros compañeros de escuela o trabajo, que necesitemos a una pareja, que necesitemos ser incluidos en todo por nuestros parientes lejanos y erróneo dar la impresión de que deseamos serlo. Si se da puede ser algo muy bueno, pero podemos estar bien sin esas relaciones.